Andy Pruss: "Bajé 20 kilos, pero fue necesario para que la actuación se viera real"
Había actuado en obras de teatro y cortometrajes, antes de que J.A. Bayona lo eligiera para interpretar a Roy Harley en La sociedad de la nieve. MDZ habló con Andy para conocer a fondo su experiencia.
Una misma historia puede tener diferentes abordajes, perspectivas, sentires y mensajes, provocando un efecto diferente entre el público que, tal vez, ya conocía el suceso de antes. La conocida tragedia de los Andes, también llamada milagro de los Andes, es una de esas historias. Desde el día en que el avión de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló en el Valle de Las Lágrimas, en la imponente y hostil Cordillera de los Andes, hasta el posterior rescate de los dieciséis sobrevivientes, millones de personas a lo largo del mundo quisieron saber todo lo que habían vivido los jóvenes uruguayos para poder salir con vida tras 72 días atrapados en la montaña. Así fue que, los propios sobrevivientes, historiadores y cineastas, decidieron llevar esa experiencia de extrema supervivencia a diferentes libros, películas y charlas, para contarla, tantas veces como fuera necesario, y que no quedara en el olvido.
Así, a más cincuenta años del suceso que conmocionó al mundo, el cineasta español Juan Antonio Bayona lanzó La sociedad de la nieve, una adaptación cinematográfica del libro homónimo que Pablo Vierci había lanzado en 2008. Si bien, la historia es la misma, el director buscó reflejar lo que realmente sintieron aquellas personas que convivieron en la montaña por más de dos meses, creando una sociedad capaz de buscar soluciones, acompañarse en la adversidad, y alentarse con un solo fin: salir con vida. Para hacer posible esta nueva mirada de la tragedia, Bayona puso el ojo en cada detalle con el deseo de que lo que se viera en pantalla fuera lo más fiel posible a lo que ocurrió en la realidad. Por ello, quiso que la película fuera en español, con actores uruguayos y argentinos emergentes que se parecieran a la persona que encarnaban, con cameos y participaciones de los sobrevivientes reales, y grabando casi el ochenta por ciento del film en la montaña.
El increíble trabajo del equipo de producción fue aclamado por la crítica y por los espectadores de decenas de países, y logró dos nominaciones a los premios de la Academia -Premio Óscar a la Mejor Película Extranjera y Premio Óscar al Mejor Maquillaje y Peinado. Desde su estreno – el 14 de diciembre en cines y el 4 de enero en Netflix, la película se posicionó entre lo más visto a nivel mundial y los espectadores no paran de hablar de lo que sintieron al verla.

En ese contexto de furor general por todo lo que provoca La sociedad de la nieve, MDZ se acercó a Andy Pruss, el actor porteño que hacía teatro y que, de un día para el otro, su vida dio un giro de 180° cuando le dieron el “Sí” para ponerse en la piel de Roy Harley, el sobreviviente de la tragedia. Roy fue el encargado de arreglar la radio que estaba en la cola del avión estrellado, fue el primero en salir de la capa de nieve que se formó tras el alud; un personaje clave en esta historia de supervivencia colectiva. En la charla, Andy contó con lujo de detalles todo lo que tuvo que atravesar para poder interpretar fielmente a Roy, cargando con una responsabilidad y respeto tremendo por los verdaderos protagonistas de esta historia; cómo fue su experiencia al grabar una película de este nivel de producción por primera vez; y todo lo que sueña hacer en el futuro.
¿Cómo fueron tus inicios en la actuación antes de llegar a ese papel? ¿Cómo nació tu amor por la actuación?
Nació como un juego, cuando era chico. Era divertirme, hacer personajes y hacer juegos con amigos. Pero, a la vez, era muy tímido. Me mandaron a teatro, con un amigo, a la escuela de Teatro de Nora Moseinco. Ahí, con distintos profes, fui dándome cuenta de que me gustaba mucho hacer esto, que lo llevaba a todos los lugares a los que iba. En todos los lugares actuaba y me gustaba expresarme desde ahí. Y después, cuando fui creciendo, apareció la idea de que sea una profesión, dedicarme a la actuación. Cuando salí del secundario estudié en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD) y también tomé clases con profes por fuera. La tuve que frenar. Yo entré en 2018 y en 2020 fue la pandemia. En el segundo año, que hubo pandemia, fue de cursada virtual. Y, para cuando empezó a retomarse la presencialidad, quedé seleccionado para ir a España a grabar la película de La sociedad de la nieve. Entonces, no podía estar en ambos lugares.
¿Qué otros proyectos, como obras de teatro, películas o cortos, hiciste antes de llegar a La sociedad de la nieve?
Había formado parte de un de un grupo de teatro que se llama Les Babeles. Hicimos una obra de teatro dirigida por Ale Gigena y Lucía Maciel. Era una creación colectiva; la hicimos por muchos años desde que éramos adolescentes, mientras fuimos creciendo. También formé parte de una obra que se llama Para partir de Ignacio Sánchez Mestre, que se hizo en el Teatro Sarmiento, en parte del Complejo Teatral de Buenos Aires, y que vuelve en septiembre.
Y, de venir de actuar en obras de teatro, pasaste a ser parte de La sociedad de la nieve. ¿Cómo te enteraste del casting? ¿Cómo fue el proceso hasta quedar seleccionado?
El proceso de casting fue muy largo, fue muy arduo y con mucha emoción por parte de todos los chicos que estábamos apostando a esto. Nos llegaba una convocatoria, en mi caso, de parte de Iair Said, que es también actor y director de casting. Nos llegaba esto que decía “Nieve”, y yo decía: “¿qué será?”. Y empezaba a leer la escena y era, claramente, sobre unos chicos que se cayeron en Los Andes; la historia de los rugbiers uruguayos que en el ‘72 se cayeron en la montaña.
Y pasaron muchos meses y muchas instancias de casting hasta que hubo una instancia final de ir a Uruguay a hacer una prueba de cámara con el director y con la coach actoral, María Laura Berch. Empezó y terminó nueve meses después. Fue de mucha entrega porque sabían lo que querían ver en nosotros; querían ver un parecido con el personaje, tanto físico como de personalidad. Y, también, que estemos dispuestos a entregarnos a la historia como la historia lo pide.
¿Y vos conocías la historia de la tragedia de los Andes desde antes del casting? ¿Habías leído el libro?
Sí, justo lo había leído en unas vacaciones en Uruguay. Mis papás me hablaron de La sociedad de la nieve y yo dije: “No puedo creer esta historia”. Me apasionó. Era chico y pensé: “cómo puede ser que a chicos como yo les pasó algo tan increíble como lo que les pasó, y sobrevivieron y ahora lo cuentan. Cuando me enteré, me volví loco y dije: “Quiero formar parte de este proyecto”.
¿Y sabías que ibas a interpretar a Roy Harley desde el comienzo, o fuiste a actuar en lo que fuera necesario?
Yo fui a actuar en lo que fuera necesario. No terminaba de saber para qué personajes me estaban contemplando; sabía para cuáles podía, más o menos, estar preseleccionado. Pero, ya llegado el caso, me di cuenta de que me estaban casteando siempre para la misma escena, que era la de este personaje que le piden que vaya a arreglar la radio que quedó en la cola del avión. Entonces ahí dije: “me parece que es para el personaje de Roy Harley”.
El director, Juan Bayona, pidió que todos los actores conocieran al personaje que interpretaban, ya sea a los sobrevivientes o a las familias de las personas que fallecieron en el avión. ¿Cómo fue para vos conocer a Roy?
Lo conocí en un viaje que hicimos a Uruguay, justamente para conocer a los que forman parte de esta historia, a los sobrevivientes, y, los chicos que hacen de fallecidos, a sus familias. Fue súper, súper emocionante para todos. Una cosa es escuchar la historia y leerla en el libro, que está muy bueno y es muy claro; pero otra cosa es conocer a esa persona 50 años después, y darse cuenta de lo que implica verdaderamente esta historia, el peso que tiene en sus vidas, en estas familias que se armaron por este acontecimiento que les pasó. Y conocerlo fue muy bueno, porque es ver a alguien que siguió con su vida, a pesar de esto, que armó una familia y que tiene unos valores como muy ricos con respecto a la vida.
¿Qué creés que te enseñó Roy? ¿Qué valores suyos te transmitió para que lo pudieras interpretar?
Me transmitió como una tenacidad hacia el trabajo, hacia lo que hay que hacer, para hacerlo con fuerza, con intensidad. Y, también, en mi caso y en su historia, la sensibilidad. En la montaña él se sensibilizó mucho. Él lo vivió a flor de piel y le costó mucho. Entonces, los sentimientos se le hicieron muy fuertes. Yo estuve en contacto con eso, con la parte sensible, con las emociones. Me acompañó mucho escucharlo a él contar lo que le pasó. Es una experiencia de vida, entonces yo me preguntaba “cómo puedo yo traducir lo que le pasó y entender, como actor, su historia”.
¿Y él te contaba como era antes de subirse a ese avión? Porque todos iban en un viaje de amigos, con ganas de divertirse, y se encontraron con una tragedia que nadie esperaba. ¿Creés que pudiste transmitir lo que él te contó?
Yo espero que sí, que se haya transmitido. Hablé un par de veces con él, y está contento con cómo se ve en la peli. Para mí, y para todos mis compañeros, era muy importante contar quiénes eran ellos antes de la montaña, para que se entienda quiénes fueron después. No es lo mismo que se caiga alguien de Uruguay en los Andes, o que se caiga alguien de Australia; cada idiosincrasia tiene sus propias formas de ver el mundo. Y en mi caso yo sabía que iba a contar la historia de un chico de 19 años que cayó en Los Andes con su grupo de amigos; que un par del grupo iban a jugar al rugby, pero que, para el resto, ese partido era una excusa, porque ellos querían pasarla bien. Quería mostrar toda esa energía de la juventud, y todo lo que les pasó después, que tuvieron que hacerse responsables de cosas inimaginables.
¿Sentís que llevás algo de Roy en vos?
Sí, yo creo que sí. Por un lado, contar su historia y encarnarla me hizo reflexionar y pensar mucho en mí y en lo que implican las responsabilidades. También era mi primera vez en una película. Entonces era un poco parecido en ese sentido. Una primera vez y que sea tan fuerte, tan extraordinaria. Estar en una película lejos de mi casa, armando un grupo de amigos nuevos, te hace reflexionar mucho sobre vos y sobre lo que querés, también, y cómo querés hacer las cosas. Y me siento súper orgulloso de que me haya tocado interpretar a Roy porque lo admiro.
¿Estuvieron juntos en el estreno?
No, no estuvimos juntos en el estreno. Hicieron un estreno en Uruguay donde estuvieron los sobrevivientes y las familias de los fallecidos. Fue todo un acontecimiento. Pero no estuve ahí. La vi un par de veces. A mí me pasó, y ni hablar de él, que la peli requiere un par de veces para entenderla, para ver lo que te transmite, sobre todo después de tanto trabajo. Pero le gustó, está contento. Me transmitió cosas lindas y, para mí, era muy importante eso, poder contar con respeto su historia y la de todos los que viajaron en ese avión.
Fue la primera vez que hiciste una película con ese nivel de producción después de actuar en obras teatrales. ¿Cómo fue para vos la experiencia de trabajar con Juan Antonio Bayona?
Fue una experiencia muy intensa y una escuela de actuación, para mí. Siempre decíamos que era una escuela de actuación estar ahí con todo ese equipo técnico alucinante; los mejores. Juan Antonio Bayona es un genio en la dirección de actores y también la dirección en generales. Él tenía muy en claro lo que quería. Y, con María Laura Berch, que es la coach actoral, nos acompañaban a entrar en unos estados emocionales que eran muy difíciles de encontrar de otra forma. También nos implicaba mucho emocionalmente y nos exigían mucho. Y me encontré, por momentos, frente a una responsabilidad que era, y yo no sabía que iba a pasar eso. Entonces, tuve que hacerme cargo del rol que cumplíamos en esta peli. Aprendí muchísimo, siento, porque era mi primera experiencia; y la cantidad de herramientas y aprendizaje que me llevo de esta película son miles.
¿Cuántos años tenías cuando grabaste la peli?
Empecé con 22 y ahora tengo 24. Desde que quedé en el casting hasta que terminó fue más o menos un año, casi un año y medio.
¿Cuántos días de rodaje fueron? ¿Cuántas horas grababan por día?
Sé que fueron, aproximadamente, 140 jornadas, que es un montón. Creo que 100 en Sierra Nevada, que es en España donde grabamos el accidente del avión y toda la parte de la montaña. Y eran muy extenuantes las jornadas, porque empezaban muy temprano con la caracterización, que era maquillaje, pelo, vestuario; todo previo a empezar la jornada, que duraba hasta que se fuera el sol. A veces arrancaba a las siete de la mañana, o quizá antes. Cuando teníamos que ir a la montaña había un tramo como de 45 minutos hasta la montaña, entonces eso hacía que tuviéramos que empezar siempre antes.
¿Dónde se hospedaban ustedes?
Estábamos en un hotel en el centro de esquí de Sierra Nevada. Todo el equipo técnico estaba disperso por Sierra Nevada, en la estación de esquí que queda a unos 45 minutos de Granada.
Vos contabas que cargaste con una responsabilidad tremenda al interpretar a Roy. Pero, ¿cuál fue el momento más difícil de grabar, ya sea en la montaña o en general?
Hubo muchos. Siento que, no solo el mío, sino de todo el grupo, fue cuando grabamos el alud. Fue el más difícil y más exigente porque era muy complejo, emocional y técnicamente. Había muchos factores en juego y tuvimos que dejarlo todo. Desde cuando entra la nieve que nos golpea y nos tapa, y después, cuando se empieza a salir de la nieve, había muchas emociones reales y las caras de estar pasándola mal eran reales. La verdad, sin el grupo de hermanos que se armó en la montaña, entre todos los actores, hubiera sido muy difícil llevarlo a cabo.
¿Dónde se grabó el alud?
El alud se hizo en una nave que armaron con un fuselaje, que estaba lleno de pantallas a su alrededor. Y le pusieron una plataforma, y salíamos de abajo de esa plataforma hacia nieve real.
Vos fuiste el primero en salir, en las escenas se ve eso. ¿Sentiste la desesperación real al tener que salir a ese colchón de nieve real?
Sí. Sabía que era lo que pasaba en la historia. Pero la verdad es que sentí claustrofobia, sentí miedo. Y estás todo empapado por la nieve, y eso hace que, cuando estés ahí, en esa especie de heladera que se armaba en el frío, te estés muriendo de frío. Fue muy feo. Pero bueno, creo que quedó increíble, porque lo filmaron de una manera muy apasionante.
¿Cómo era el plan de rodaje? ¿Lo manejaban en cuestión de dramatismo o de cronología?
Es muy buena pregunta, porque tampoco es fácil, desde mi lugar, terminar de hacerme la idea de todos los factores que hubo a nivel producción para para entender cómo fueron direccionando el plan de rodaje. Por un lado, nosotros como actores, como elenco, teníamos una meta que era llegar a los pesos corporales bajos y, a la vez, era todo lo más cronológico posible lo que se iba filmando. Los pelos iban creciendo, las barbas iban creciendo y nosotros íbamos bajando de peso. Entonces la producción estaba muy atrás de lo que estábamos nosotros viviendo y para que la peli se vea lo más realista posible. Pero fueron muchos meses y pasaron muchas cosas, como que en un momento nevó con la calima, que es un viento de África que hizo que la nieve se vuelva sepia. Es toda una hazaña a nivel producción y a nivel dirección de poder hacer posible esta maquinaria de cine que es impresionante.
Había tres sets; uno en altura, en la montaña; un segundo set a 2000 metros, arriba del centro esquí, que era cerrado, y ahí hacíamos todos los interiores; y, después, un tercer set en un campo de olivos. Hubo mucha gente implicada y cuando leés los títulos decís “no puedo creerlo”. Eso es lo lindo del cine: la importancia de lo colectivo y que cada persona pone su granito de arena para hacer que esto sea posible. No solamente los actores que ponen su cuerpo, su cara, sino todas las personas que están detrás de cámara. En estos tiempos siento que es importantísimo recalcar la necesidad de mantener lo colectivo, de reforzar esos vínculos. Esta peli habla de eso, de que hasta lo más adverso se pasa en grupo, se pasa abrazándonos.
Volviendo al hecho de que tuviste que bajar de peso para el final de la grabación, ¿cuántos kilos tuviste que bajar vos particular durante todo el tiempo de rodaje? ¿Cuál era el objetivo?
El objetivo era llegar a vernos muy flacos, como lo que pasó. Roy, cuando cayó la montaña, pesaba 85 kilos, y terminó pesando 38 kilos. Yo sabía que era algo que es que es muy difícil de mantener a lo largo del tiempo de un rodaje. De todas formas, teníamos un equipo de nutricionistas que tenían una propuesta para cada uno de nosotros. Al principio, tuvimos un tiempo de ensayos en Barcelona, durante el cual subimos de peso. Entrenábamos para estar lo más preparados posibles y para tener la posibilidad de bajar de peso, después. Yo subí diez kilos, al llegar, y bajé casi 20 para el final del rodaje. Para mí, una de las cosas más difíciles de este rodaje fue tener que hacerlo a la par de una dieta, de estar bajando de peso, de estar con hambre, de estar sin energía. Y hacer compatible la exigencia con todo ese proceso hizo que las actuaciones se vieran tan reales. Al final de la peli se ven unas miradas, en el hospital, se ven unas caras que no nos dábamos cuenta que teníamos. No estábamos buscándolas; estábamos así, nos sentíamos así.
¿Qué comían para bajar de peso?
Para subir de peso comíamos de todo. Después empezaron a bajar mucho las cantidades. Por las noches, tomábamos solo sopa y caldo. Y pasó mucho tiempo. Yo dejé de comer harinas, azúcares, de todo. Pero bueno, en realidad, era todo lo que cada uno necesitara para su personaje. Cada personaje tenía distintas búsquedas a nivel aspecto; también influía el maquillaje, el vestuario; todo iba acompañándonos y remarcando lo que querían que se viera en cámara. Había que estar cada vez más flacos, cada vez más quemados y más lastimados por las condiciones.
En la película, como en el libro, se ve que los sobrevivientes usaban mucho el humor para poder afrontar tan difícil situación. Y, entre esos chistes o momentos de humor, empezaban a imaginarse menús de restaurantes. ¿Ustedes también recurrían a ese tipo de humor?
Sí. Imagínate, estábamos extrañando todo. Estábamos hace muchos meses ahí, todos argentinos y uruguayos, tomando mate todo el día, hablando de comida, porque no comíamos todo lo que queríamos. Era mucha energía puesta para que se logre lo que queríamos que se vea en la peli. Pero, también, éramos un grupo de chicos. Y yo extrañaba volver acá e ir a la panadería de la esquina y comer algo, ¿entendés? Volví acá y decía: “No puedo creer que haya panaderías en todos lados”. Como que extrañaba a la Argentina desde los sabores, los olores. Pero era muy lindo sentirlo así, y nos sentíamos súper acompañados, porque estábamos todos sintiendo lo mismo.
¿Conocías a los chicos, a los demás actores, de antes?
Conocía a un par, pero imaginate que somos un montón. A casi todos lo conocí ensayando, preparando la película, haciendo el casting. Fue todo muy lindo y muy natural, cómo se fue armando el grupo. Y todos lo decimos ahora, la importancia del grupo para nosotros es vital en la película. Si no hubiéramos formado un grupo, no se hubiera dado como esperábamos nosotros. Nos hicimos amigos, nos acompañamos, nos abrazamos cuando hizo falta. Creo que solo no hubiera sido tan fácil.
¿Extrañaste también a la familia, amigos de acá, además de los olores y la comida?
Sí, obvio, sí. Se extraña mucho. Estás lejos, con una franja horaria distinta. Yo extrañaba el poder volver a casa después de grabar y, en cambio, estábamos siempre en un hotel, siempre entre nosotros. Por eso se armó algo tan de hermanos. Pero sí, extrañaba a mi familia, a mis abuelos.
¿Qué pensaste vos que iba a sentir tu familia cuando viera la película?
Y yo pensaba en mi mamá, en mi abuela, y decía: “lo que van a sufrir viendo esta peli”. Grabamos escenas que pensaba que no eran “aptas para madre”. Es que mi idishe mame se pone mal cuando a un jugador en un partido le pegan una patada. Mi mamá me vio cuando volvimos del rodaje, muy flaco, pero vio que igualmente estaba enfocado. Y al terminar la peli rápidamente nos reencontramos, volví a subir de peso y volvió a estar todo tranquilo. Pero sí, le afectó, porque fue mucha entrega. Yo no me daba cuenta de lo que implica para ella ver la cara de alguien que conoce, a su hijo, en la peli. Fue muy emocionante. En Mar del Plata, en el festival, la vi con mi familia y con amigos y fue lindo. Fue como que entendieron un poco más lo que vivimos grabando esta peli que es tan intensa.
La sociedad de la nieve está posicionada entre lo más visto de Netflix a nivel internacional, además de que, ahora, es una de las nominadas al Óscar a la Mejor Película Extranjera y a Mejor Maquillaje y Peinado. ¿Qué se siente ser un actor de la película nominada al Óscar?
El sueño del pibe. Me siento muy orgulloso de formar parte de esta película. También, por todo el trabajo que implicó, toda la entrega. Es súper hermoso todo el reconocimiento que está llegando por parte de todo el mundo. Desde que se estrenó el 14 de diciembre en cines y el 4 de enero que se estrenó en Netflix, que fue un boom, mucha gente manda mensajes hermosos. Y ahí te das cuenta de lo hermosa que es la película, que es una hermosa obra de arte que hicimos entre todos, dirigida por Bayona, que es un genio. El mensaje es lindo, es positivo, esperanzador, cuando se está necesitando de ese tipo de mensajes; de la importancia que tiene cada persona en esta sociedad. Así que estoy muy contento.
¿Qué frase usarías para explicar cómo influyó en vos esta experiencia?
Fue un cambio muy grande para mí. Aprendí muchas cosas mías, algunas que puedo decir públicamente, otras que son muy internas. Aprendí cómo me muevo en un grupo, cómo es entregarse a un proyecto y cómo es también preservarse a uno en esa entrega. Porque son proyectos que requieren de mucha energía, pero hay que siempre cuidarse a uno, porque para para poder hacer bien el trabajo tenés que estar bien con vos, sano, no solo a nivel físico de salud, sino también de salud mental. Fue un viaje. Entramos de una forma la peli y yo siento que salí de otra. Fue una experiencia muy reveladora en todo sentido.
Para finalizar, quería preguntarte sobre qué otros proyectos tenés para este año.
Me gustaría volver a hacer teatro, que hace tiempo que no hago. Bueno, está la obra Para partir, que haremos en septiembre y que va a formar parte de la programación de Club Paraíso, que es un club de arte. También se viene una obra con unos amigos. Y, después, me encantaría actuar en pelis o actuar en audiovisual, porque me encantó el lenguaje del cine, pero todo eso se va a ir viendo por ahora. Voy a seguir formándome
Ahora, en febrero, se estrena en España una película en la que participé que se llama Alemania. Es la ópera prima de María Zanetti, y se estrenará en cines en Argentina el 11 de abril. Mi personaje es Alejo, hermano de la mejor amiga que tiene un amor con Lola.

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