Instancias cruciales para el Fondo Nacional de las Artes
El Congreso Nacional debate en estos días el proyecto de la ley enviado por el Poder Ejecutivo que incluye dos artículos que eliminarían el prestigioso organismo.
La escueta justificación del Poder Ejecutivo Nacional refiere a la baja eficiencia del Fondo Nacional de las Artes, que, en los últimos ejercicios habría destinado el 70% de sus recursos a costos operativos y solo el 30% a la promoción artística. La reacción de la comunidad artística fue inmediata y unánime: la iniciativa recibió un rechazo que rápidamente se extendió a amplios sectores de la cultura. En nuestra nota de fin de año adherimos enfáticamente a dicha postura.
A lo largo de casi 66 años de existencia el Fondo cimentó un prestigio único. Nació como una institución financiera al servicio del desarrollo de las artes que, en su momento, fue una auténtica innovación a nivel mundial, reconocida e imitada luego en distintas partes. La Unesco lo tomó como modelo.
Recientemente surgieron incluso encomiables iniciativas desde organizaciones no gubernamentales vinculadas a la cultura para contribuir al sostenimiento financiero del Fondo Nacional de las Artes. Desde su nacimiento el accionar del Fondo Nacional de las Artes tuvo un marcado sesgo federal. Con delegaciones en todas las provincias y articulación con museos y gobiernos locales su ámbito geográfico cubrió desde La Quiaca a Tierra del Fuego.
Un somero repaso de los beneficiarios del Fondo Nacional de las Artes da cuenta de la proyección que lograron artistas que iniciaban sus carreras. A modo de ejemplo, y refiriéndonos a las artes visuales, diremos que el primer préstamo otorgado por el Fondo Nacional de las Artes, en el año 1958, fue para Líbero Badii. Antonio Seguí, Antonio Berni, L. Torres Agüero, R. Gomez Cornet, L Gambartes, P. Audivert, M. Diomede, Raúl Soldi y cientos más completan una lista de notables.
En 1965 se le adquirió a P. Curatella Manes una importante obra a fin de ser donada. Dos años después Emilio Pettoruti recibió el Gran Premio del Fondo. Este reconocimiento anual dotado de una importante suma de dinero recayó también en Jorge L. Borges, Ariel Ramirez, Alberto Ginastera y Luisa Vehil entre otros artistas.
Imposible sería resumir la importancia del Fondo Nacional de las Artes en el desarrollo artístico argentino en el marco de esta nota. Para ser ecuánime y pese a que, como dijimos anteriormente tengo a título personal fundados motivos para abogar por el sostenimiento del Fondo, debo puntualizar algunas cifras del pasado reciente.
La Oficina de Presupuesto del Congreso Nacional acaba de elaborar un informe que da cuenta que en 2023 el 52% de los ingresos del Organismo fueron a gastos de personal y el 16% a adquisición de bienes y servicios, quedando en consecuencia, solo el 32% para el fomento artístico (transferencias y préstamos).
En nuestra nota anterior recalcamos que para los primeros 15 años de vida del Fondo Nacional de las Artes, esos números fueron absolutamente distintos: el 89% de los recursos se destinaron en aquel periodo a la promoción artística en forma de préstamos, subsidios, becas, premios etc. y solo el 11% a gastos operativos, en su mayor parte salarios.
Un reciente informe del propio Fondo reconoce que en los ejercicios 2020, 2021 y 2022, el Tesoro Nacional debió socorrer al Organismo enviando 643 millones de pesos el primero de esos años y 320 millones en cada uno de los dos siguientes. Cabe recordar que la autarquía financiera fue desde su fundación un elemento clave para su éxito. En ausencia de ella, que, como dijimos, está prevista en la Carta Orgánica mediante la creación del Dominio Público Pagante, la inferencia de la política se hace factible.
Más aún, en años el que, como los recientes el déficit público fue desmedido, cualquier asistencia del Tesoro que inevitablemente implica o emisión o endeudamiento da cabida a embates como el que ahora sufrimos. Para empeorar el cuadro, según se dice, parte de los recursos provenían de la ANSES.
La institución está hoy en manos del Congreso. Su supervivencia pende de un par de artículos de una ley que incluye aspectos que la mayoría considerarán mucho más importantes en estos difíciles momentos que atravesamos. Nadie los ignora. Sin embargo aún en la crítica situación actual debe sostenerse el Arte como elemento sustancial de la República.
El Fondo Nacional de las Artes debe subsistir. Debe ajustar sus números a la realidad actual. Es una cuestión de gestión y de pesos a los que, seguramente, organizaciones no gubernamentales podrán contribuir y así lograr la eficiencia que supo tener. Fue con esa eficiencia y con la dedicación desinteresada de un directorio de notables que el Organismo se hizo imprescindible.
Ojalá la política así lo entienda.
* Carlos María Pinasco es consultor de arte.
carlosmpinasco@gmail.com