En primera persona: "Ecuador pide paz"
La crisis desatada en Ecuador, previsible por una serie de acontecimientos acaecidos en los últimos días, requiere de firmeza y templanza para retomar el camino de la paz.
Luego de un día de frenesí total en Ecuador, las calles de Quito, donde estoy actualmente, quedaron totalmente en silencio. Por la noche permeó una neblina que pintó una situación de soledad en la vía pública, donde sólo están autorizadas a circular las fuerzas militares y de seguridad nacional.
El presidente Daniel Noboa, que asumió hace poco más de 40 días, dictó ayer el estado de excepción y tras una serie de acontecimientos de extrema violencia, declaró que Ecuador entra en conflicto armado interno. Una decisión ejecutiva pocas veces vista en la historia política de Latinoamérica. Básicamente le ordena a las fuerzas militares a ejecutar acciones “bajo el derecho internacional humanitario y respetando los derechos humanos”.
Ecuador está atravesando horas dramáticas, que su pueblo vive con mucho miedo. Tiene un presidente joven, recientemente asumido, que se encuentra frente a un contexto que fue in crescendo en las últimas semanas. Con las decisiones que está tomando, pretende hacerle frente a los grupos que están alterando el orden del país. Grupos que no sólo le declaran la guerra al Gobierno nacional, sino que también están marcando posición frente a otros grupos a raíz de una guerra de guerrillas que se desató.
Se detectaron ciertas operaciones desde las cárceles que obligaron al Estado nacional a intervenirlas, y con eso se dieron una serie de actuaciones de la Policía y de las fuerzas de seguridad, que se mezclan con fugas de jefes de bandas narcos que tienen amenazados a funcionarios públicos en particular, y a los ecuatorianos en general. Todo un caldo de cultivo que explotó y se viralizó en las últimas horas.
Me toca venir seguido a este maravilloso país. Las crisis políticas institucionales se están convirtiendo en moneda corriente no sólo aquí, sino en algunos otros países de la región. Pero esta vez, este último decreto sancionado hace horas, le da contexto a una situación mucho más dramática. La toma del canal de TV en Guayaquil, y de la Universidad también en dicha ciudad, generaron un colapso en todo el país con mucho temor en la calle.
Estamos hablando de un conflicto por medio del cual el Estado ecuatoriano nomina a más de 20 bandas como grupos terroristas y “enemigos de la Patria”, como pregonan algunos mensajes de jefes militares. Las calles de Quito y de gran parte del Ecuador están plagadas de militares y policías portando armas largas, lo que genera aún más impresión.
Este martes estuve toda la mañana en la calle, inclusive utilicé el metro recientemente inaugurado. Había cierta tranquilidad, hasta la tarde cuando se suscitaron los hechos en Guayaquil. Quito, y el país entero, colapsaron. Las clases se suspendieron, se cortaron servicios públicos, las oficinas y locales comerciales bajaron sus persianas, y todos buscaban cómo llegar de alguna forma u otra a sus casas. En el hotel donde me hospedo tuve que tocar timbre y acreditarme para poder ingresar, previo cacheo de personal de seguridad.
El aeropuerto, por el cual espero poder regresar a Argentina en unas horas, aumentó sus medidas de seguridad. Solicitan a los pasajeros ir con mucho tiempo de anticipación. Sólo permiten ingresar a la terminal a los que tengan boarding pass y documentación en mano, y muchos vuelos si no están cancelados, seguro están demorados.
Se esperan horas de mucha tensión. Los analistas locales coinciden en que Noboa no tenía otra opción que tomar las medidas que tomó. Los ecuatorianos no tienen manera de no confiar en él en este momento. Ojalá sea un día en paz y este bendito pueblo recupere la calma que lo caracteriza y que tanto necesita.