Historias con sabor

El bodegón de las abuelas: son uruguayas, fanáticas de la Selección argentina y dicen que el dulce de leche es charrúa

María del Carmen y Teresa son uruguayas. Son alma mater del Bodegón del Pasaje que abrió sus puertas hace 40 años y hoy es escala obligada para los amantes de la buena cocina. “El dulce de leche es de las dos orillas, como el mate”, dicen con el corazón partido entre las dos orillas.

Florencia Rodríguez Petersen
Florencia Rodríguez Petersen sábado, 27 de mayo de 2023 · 11:10 hs
El bodegón de las abuelas: son uruguayas, fanáticas de la Selección argentina y dicen que el dulce de leche es charrúa
María del Carmen y Tere llevan adelante el bodegón que se convirtió en escala obligada para los amantes de la buena cocina. Foto: Julián Volpe - MDZ Foto: Julián Volpe - MDZ
El bodegón de las abuelas: son uruguayas, fanáticas de la Selección argentina y dicen que el dulce de leche es charrúa
María del Carmen y Tere llevan adelante el bodegón que se convirtió en escala obligada para los amantes de la buena cocina. Foto: Julián Volpe - MDZ Foto: Julián Volpe - MDZ
El bodegón de las abuelas: son uruguayas, fanáticas de la Selección argentina y dicen que el dulce de leche es charrúa
María del Carmen y Tere llevan adelante el bodegón que se convirtió en escala obligada para los amantes de la buena cocina. Foto: Julián Volpe - MDZ Foto: Julián Volpe - MDZ
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El primer capítulo de María del Carmen en Buenos Aires podría titularse “lost in translation”. Se instaló en la ciudad en 1983 -”Todavía estaban los militares”, aclara- y aunque Uruguay y Argentina hablan el mismo castellano heredado del tiempo del virreinato, son muchísimas las cosas que se nombran distinto. “A las mandarinas les decimos tangerinas, a los chicos les decimos gurises y a las zapatillas championes”, dice la fundadora del Bodegón del Pasaje, al que los vecinos conocen también como el Bodegón de las abuelas

Vivía en Montevideo y tenía 30 años cuando se mudó a Buenos Aires con su marido cuando sus hijos eran chicos. Aunque estaba segura de estar haciendo lo correcto, extrañó su casa durante todo el año. Ahora, su corazón se reparte entre las dos riberas del Río de la Plata. 

“Volvería a hacer todo lo mismo”, dice, a punto de cumplir 83 años. “Emprendimos acá con mi marido cuando llegamos a la Argentina y acá nos quedamos porque nos gustó”, recuerda.

Comenta que luego trajo a su hermana, a sus padres, a sus hijos -Gabriel y Mario- y hasta a su perra. Vivía al lado del Bodegón El Pasaje que abrió con su marido en febrero de 1983. 

María del Carmen es uruguaya y llegó a Buenos Aires en 1983. Entonces, y a pesar de las dificultades que tuvo al principio por las diferencias en la forma de hablar, sintió que Argentina la adoptó. Foto: Julián Volpe - MDZ

Su hermana, Teresa, llegó más tarde pero decidió volver a Uruguay, a donde vivió hasta que, en 2007, quedó viuda y regresó a Buenos Aires. “Vine para ayudar a Carmen y trabajar con ella”, dice.

Desde entonces, Tere se instaló en la casa de Carmen. Aunque con cierta independencia, comparten las rutinas. Se levantan muy temprano para ir al restaurante y empezar a cocinar a fin de tener todo listo para el mediodía, el horario pico del bodegón

Tere disfruta del trabajo cotidiano, cree que tener una ocupación es clave para seguir disfrutando de la vida. Foto: Julián Volpe - MDZ

El secreto de la carta del Bodegón de las abuelas

“Lo primero que hicimos en el restaurante fueron ñoquis. Abrimos un 28 de febrero y al otro día no iba a haber ñoquis porque no era año bisiesto. También hicimos otras comidas de rutina: milanesas, supremas y otros platos que nos enseñó a hacer la señora que estaba acá antes”, recuerda Carmen. Tere -que es más callada- acota que fue ella quien aprendió día por día qué debían cocinar. 

Desde que abrió las puertas del Bodegón del Pasaje junto a su marido, María del Carmen conquista a sus clientes con platos caseros. Foto: Julián Volpe - MDZ

El matambre al libro se convirtió en uno de los imperdibles del lugar al que todos en el barrio conocen como Bodegón de las abuelas, nombre que desde hace unos meses se lee en la marquesina. Hoy hay varios platos que se destacan en la carta: canelones, lasagna, pastel de papas… El denominador común es que cada uno está preparado “como en casa”. “Son historias de antes que las hacemos siempre”, asegura Carmen y agrega que las albóndigas y los guisos -de lentejas o mondongo- están entre los favoritos de los clientes.

Entre risas reconocen que lo que más les gusta a sus clientes es la tortilla rellena. “No es el plato favorito, pero es el que la gente más pide”, dicen al unísono. Carmen recuerda que un infaltable, en otra época era el puchero. “Todos los lunes lo cocinábamos a la olla con todo. Fue encareciéndose la vida y tuvimos que suspenderlo. Pero era muy bueno y muy rico”, asegura. Aparte de las propuestas que tienen, todas tradicionales, suman algunas que les piden sus clientes.

Tere es fanática del orden y supervisa que todo funcione bien en la cocina del bodegón. Foto: Julián Volpe - MDZ

El Top 5 de recetas de las abuelas de La Paternal

Las milanesas es el primer plato que eligen a la hora de enumerar los 5 platos imprescindibles del libro de cocina del Bodegón de las abuelas. “Pueden ser de carne, de pollo, napolitanas, completas”. 

Enseguida nombran los canelones y el pastel de papas. Tere sugiere flan y Carmen aprovecha para nombrar la Tarantela, un clásico rioplatense. Así forman el Top 5. 

Flan y Tarantela son los dos postres predilectos en el Bodegón de la abuelas. Foto: Julián Volpe - MDZ

A la hora de nombrar una receta que hayan traído de Uruguay, nombran el locro. “Allá lo hacíamos distinto. Con verduras y le poníamos maíz, pero no tanta carne. Acá me enseñó una señora cómo hacerlo y desde entonces lo hago de esa manera. Me queda muy bien, pero lleva su tiempo”, dice Carmen. 

“Yo creo que acá y allá -en Uruguay- se hace la misma comida”, comenta Tere. Dice que no extraña nada de la otra orilla pero comenta que no come dulce de leche argentino porque cree que es uruguayo. “Allá es más suave”, acota Carmen y agrega en tono más conciliador: “El dulce de leche es de los dos países… Igual que el mate”. 

La vida en la cocina y el trabajo en familia

Hace unos años Gabriel decidió que era el momento de impulsar el proyecto gastronómico que llevaban adelante su mamá y su tía Tere. Empezó a comentarlo con otros y de pronto empezó a llegar cada vez más gente. La visita de una influencer hizo que la fama del bodegón estallara y, desde entonces, el lugar está lleno de lunes a viernes. 

Mi nietita tiene cuatro años y ya aprende. Presta mucha atención. Le enseñé a hacer flan y pudo hacerlo, dice Carmen con orgullo

“Para mi hijo, todo siempre es poco”, afirma Carmen. Se estresa cuando ve cómo empieza a formarse una fila afuera del local y deja de mirar. Estima que un día normal sirven más de 100 platos y es consciente de que muchas veces superan ese número de comensales. “A veces me peleo con él porque somos iguales: él es muy exigente… y yo soy igual”, dice con una sonrisa. 

“Con Tere no nos peleamos”, asegura, la mira buscando apoyo y sigue: “Nos decimos cosas mientras estamos cocinando y a veces nos comentamos algo en casa: ‘Vos hiciste esto mal’ o ‘Yo me equivoqué en esto’, pero nada más”. 

María del Carmen y Tere llevan adelante el bodegón que se convirtió en escala obligada para los amantes de la buena cocina. Foto: Julián Volpe - MDZ

Tere confirma sus palabras. “No tenemos problemas. Cada una se concentra en lo que hace. A veces controlo cómo va todo y el orden en la cocina que es lo principal. A mí me gusta el orden, si la cocina se desordena te mareas, te vas para el otro lado, no sabés lo que vas a hacer, te fundís…”, reflexiona justo antes de que su hermana menor la interrumpa: “Es muy  exagerada en eso porque a veces no podés tener tanto orden, el trabajo te va llevando el trabajo a una forma que te desordena”. 

Cada mañana Carmen y Tere llegan temprano al bodegón para empezar a cocinar y tener todo pronto para el mediodía, hora pico en el Bodegón de las abuelas. Foto: Julián Volpe - MDZ

“Pero si querés podés”, insiste Tere respecto al orden. Coinciden en que son exigentes en el trabajo y creen que a los más jóvenes les cuesta más eso. Sin embargo, tienen la ilusión de estar dejando como herencia el amor por la cocina y el trabajo. “Mi nietita tiene cuatro años y ya aprende. Presta mucha atención. Le enseñé a hacer flan y pudo hacerlo”, dice Carmen con orgullo. “Me gustaría verlos crecer un poco más, pero eso depende ya de la vida y de Dios”, comenta. 

Tienen energía para levantarse al alba cada mañana, abrir el restaurante, limpiar la cocina y comenzar sus tareas a medida que se suma el resto del equipo. Aman lo que hacen y trabajar es vital para ellas. 

La especialidad de Tere, radicada en Argentina desde 2007, son los postres. Foto: Julián Volpe - MDZ

“Nunca pensé en abandonar esto. A veces rezongamos y pensamos en irnos”, comenta Carmen. Su hermana Tere la interrumpe: “Alguna vez lo pensamos, pero si dejás de trabajar se te anula la cabeza. Porque sábado y domingo, que la pasamos adentro mirando la televisión, nos aburrimos. Si dejás de trabajar, decaes. En cambio, mientras trabajás te concentrás en la cocina y no pensás en otras cosas”.

Banderines y recuerdos: deco con alma en el Bodegón de las abuelas

Un paneo por las paredes del comedor permite ver su fanatismo por el fútbol. Son hinchas de Argentinos Juniors, el club del barrio. Y en Uruguay, ambas van por Peñarol -antes también seguían a Huracán Buceo, un equipo charrúa que ya no existe más-. Abundan los colores de sus clubes y también hay banderines de otros cuadros.

El Bodegón de las abuelas se convirtió en el corazón gastronómico de La Paternal. Foto: Julián Volpe - MDZ

Se descubren enseguida las referencias a la Celeste y a los ídolos de la Selección argentina: Lionel Messi y Diego Armando Maradona. 

El Bodegón de las abuelas se convirtió en el corazón gastronómico de La Paternal. Foto: Julián Volpe - MDZ

“Si juega Uruguay, prefiero no mirar porque me pongo muy nerviosa”, dice Carmen y enseguida reconoce que, por el contrario, jamás se saltea un partido de la Selección argentina. “Es como que me alejé de mi país, lo tengo en mi corazón pero no es lo mismo”, reflexiona.

El Bodegón de las abuelas se convirtió en el corazón gastronómico de La Paternal. Foto: Julián Volpe - MDZ
El Bodegón de las abuelas se convirtió en el corazón gastronómico de La Paternal. Foto: Julián Volpe - MDZ

 

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