Día del Bullying: qué hay detrás de los acosadores
Para los expertos, los bulleadores son víctimas de un sistema social que valida el maltrato y la baja tolerancia a la diferencia
El bullying o acoso escolar define la conducta de persecución física o psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua e intencionada. Según Unicef hay varios tipos, pero se caracteriza principalmente por agresiones físicas o verbales, exclusión social, acoso sexual y derivaciones como extorsión, robos, difamación, creación de rumores. Con el uso de la tecnología e internet, este tipo de ataque tomó también forma virtual y es llamado ciberbullying para los casos en los que las agresiones se cometen a través de redes sociales.
Cada 2 de mayo se conmemora el Día Internacional contra el Bullying y tiene como fin conscientizar sobre este problema del que son víctimas miles de niños y adolescentes y puede derivar en graves problemas psicológicos y hasta en suicidio. Generalmente, cuando se habla de bullying se pone el foco en la víctima, el niño o niña que recibe las agresiones, pero del otro lado hay un menor que ejerce violencia.
MDZ entrevistó a los piscólogos Víctor Fabris, contextualista, y a Julieta Bareiro, docente de Psicología, Ética y Derechos Humanos en la Universidad Nacional de Buenos Aires para comprender qué patrón hay detrás de los acosadores y cómo es recomendable intervenir ante una situación de acoso escolar o virtual.
-Cuando hablamos de bullying y acoso escolar, ¿qué tenemos que tener presente a la hora de individualizar al o a los acosadores?
J.B: El bullying es un tema social. No se puede pensar al individuo que ejerce el acoso desprendido del contexto en el que se encuentra. Primero hay que considerar qué otros cuidadores están vinculados al acosador y con qué valores y experiencias cuentan. Por ejemplo, valores vinculados a que la violencia está bien vista, a que es una forma de trato, de comunicación, o vinculados a la baja tolerancia a la frustración; también escasa comunicación con aquello que es diferente de lo que se considera como verdadero o apropiado y una forma de tramitar esas situaciones de un modo negativo, que tiene que ver con ejercer esa violencia como una forma de resaltarla en su aspecto más negativo.
-¿Podría decirse que el bullying tiene origen en la falta de aceptación del otro?
J.B: Básicamente tiene que ver con una dificultad con las diferencias que se tramita de manera violenta y esas diferencias pueden ser de cualquier índole: racial, de género, incluso por un rasgo que hasta se puede considerar superfluo. Como que no guste la forma en que habla la otra persona o la voz que tiene. Siempre tiene que ver con ese rasgo que no se puede asimilar y que resulta difícil identificar como semejante. Por eso mismo se ejerce una superioridad a fuerza de violencia, ya sea física, verbal o indiferencia.
-En el último caso, ¿cómo se opera?
J.B: Es lo que se llama acoso negativo. Tiene que ver con separar o individualizar a la persona a la que se acosa para que no se sienta parte del grupo.
-¿Qué tipo de perfil tienen los acosadores y cómo se los puede reconocer para abordar la problemática?
J.B: Tiene que ver con una supuesta dominancia con los demás miembros del grupo a quienes le hacen cierta reverencia, con una actitud muy activa dentro de la dinámica grupal donde el acosador es escuchado y donde tiene que marcar con sus actitudes esa predominancia. Generalmente, vienen de hogares donde hay escasa comunicación o es una comunicación tramitada a través del ejercicio de la fuerza, donde no se acepta la vulnerabilidad y hay poca tolerancia a la frustración y una valorización de la fuerza, de la valía y del liderazgo, que tiene que considerarse como algo que se impone y no como algo que reconocen de una compañía más horizontal. Son personas que en general tienen que marcar una verticalidad y una superioridad a las cuales los demás tienen que obedecer.
-¿Por qué causas una persona puede ponerse en ese lugar de violencia y agresión hacia otro? ¿Qué está contando con esa conducta?
J.B: Siempre que hay alguien que hace bullying, hay un contexto que con actividad o silencio valida este tipo de agresiones, por eso es un problema contextual. Por lo general, son chicos que vienen de contextos familiares, comunitarios y sociales donde hay baja tolerancia a la diferencia y donde están valorados ciertos rasgos vinculados al liderazgo, al éxito y a la superioridad, entonces encuentran en esa diferencia en el otro cualquier cosa desde donde se marca la fuerza porque está identificado como su opuesto.
-¿Qué tipo de tratamiento se podría recomendar para reducir las situaciones de bullying en el aula?
J.B: El bullying es un problema de alteridad. Tiene que haber igualdad, en el sentido de reconocimiento y respeto, y ese respeto tiene que dar lugar a lo que es diferente. Lo más complicado es cómo lidiar con eso del otro donde no me reconozco ni soy igual, cómo sostener las diferencias sin que tenga que haber un sometimiento o una negación. La cuestión es cómo convivimos a través del respeto. El trabajo tiene que ser colectivo, se intenta quitar el foco de la díada acosado-acosador porque se estigmatiza aún más sus roles. Uno tiene que pensar que el que acosa reproduce un patrón que ha recibido de algún lado: o fue acosado o se le han transmitido el maltrato como valor. El reconocimiento del otro con las diferencias es un tema crucial para poder vivir en comunidad. Es importante tener en cuenta que no se puede cambiar la situación en la escuela si la familia no acompaña. El bullying se trabaja grupalmente. Si lo hay, suele haber gente de la misma edad que es testigo y tiene que intervenir y rechazar que las escenas se perpetúen con complicidad o silencio. No se les puede pedir al acosador y al acosado que levanten la voz sobre esto porque a veces no tienen recursos.
"El bulleador, como el cómico, necesita público"
Desde un abordaje conductista, el psicólogo Víctor Fabris, señaló que "como el cómico, el bulleador necesita público", por eso, romper con su conducta de refuerzo es una estrategia para desarmar la violencia que ejerce.
"Lo que define a un acosador o bulleador son las conductas observables. Básicamente cuando se agrede física, psicológica o verbalmente de manera sistemática o reiterada a otra persona con el objetivo de dañarla y de causarla algún tipo de malestar. Lo que se puede reconocer para abordar el tema como problema es que suceda de forma sistemática y permanente hacia una persona o grupo en particular por características distintivas", explicó.
Fabris también insistió, como Bareiro, en que "las causas de este problema son múltiples" y "tienen que ver con un sistema social que los habilita, con una cultura y subcultura que refuerzan las agresiones".
"Nuestros comportamientos están modelados por nuestro entorno. Somos el resultado de un contexto y si ese circulo alienta a atacar a otro o lo permite termina moldeando el comportamiento del niño", señaló y aclaró que pueden sumarse "características de personalidad que pueden contribuir a que se exacerben este tipo de rasgos y conductas".
Desde su abordaje, Fabris apuntó "muchos tratamientos efectivos basados en la evidencia que tienen que ver con un modelo finlandés" y detalló: "Opera deconstruyendo el contexto. Cuando al bulleador se le desarman los sistemas de refuerzo pierde potencia su conducta, entonces termina siendo anulada". Por último, agregó: "Otra cosa fabulosa es el entrenamiento de habilidades y de regulación emocional y entrenamiento atencional. Todo eso le provee a la persona otras formas de canalizar sus emociones y sus interacciones a nivel emocional".
Qué pasa en el hogar
La psicopedagoga y especialista en crianza Lucrecia Sáenz de Santa María también indagó acerca de qué ocurre en el seno familiar de los acosadores. "El bullying empieza en casa, empieza con los adultos, nosotros mismos vivimos haciéndolo sin darnos cuenta. Estamos continuamente fijándonos en la vida del otro, no me canso de escuchar cuando voy a algún lado, por ejemplo en el verano en la playa, amigas diciendo: 'Mira cómo se puede poner esa bikini, se le ve todo', 'mira cómo hizo tal cosa'. Vivimos juzgamos a los demás, por la vida que lleva, por su pareja, por cómo cría a los hijos, por cómo se viste, por como habla, etc. Vivimos juzgando y criticando a los demás". dijo.
Para Sáenz de Santa María es importante que los adultos reflexionen sobre sus prácticas. "Es muy sencillo juzgar a los chicos, juzgar lo que están haciendo sin detenernos a pensar en qué hacemos nosotros como papás. Reflexionemos primero sobre nuestra propia conducta y ahí podremos empezar a trabajar a través de ellos. Somos sus espejos, ellos se ven en nosotros y aprenden con el ejemplo más que con la palabra. Ellos luego no miden qué es algo qué no ofende tanto y cuando comienza a lastimar. No nos escudemos en pensar qué lo qué decimos o hacemos es algo qué no lastima, porque todo lastima en menor o mayor medida y ellos luego no saben distinguir", señaló.