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Renunció a multinacional, trabaja para afuera y gana 10 veces más en dólares

El home office le abrió las puertas a mucha gente para poder trabajar para el exterior y cobrar en dólares o euros. Es un fenómeno que crece y genera una nueva "clase social" de argentinos que viven en el país y consumen en pesos. Un caso de un emprendedor que decidió dar el salto.
Foto: Pexels
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Una crisis sanitaria a escala mundial y un descalabro económico local le cambiaron la vida a mucha gente para bien. Las cuarentenas impuestas por el covid mostraron que había una forma de trabajar diferente a la tradicional. Si bien el home office era una tendencia en alza, el cierre de las empresas mostró que se podía ir mucho más de lo que se creía hasta ese momento. 

Por otro lado, en la Argentina, la situación interna aportó lo suyo. La cuestión cambiaria, con una brecha del 100%, es una tentación para quienes pueden trabajar para el exterior y cobrar en moneda fuerte y vivir en un país devaluado. 

Por este motivo, crece en la Argentina esta nueva “clase social” que tiene esa posibilidad. Son cada vez más las personas que consiguen trabajo fuera del país, pero trabajan desde sus casas en Argentina. 

Historias hay muchas y todas diferentes. La de Santiago tiene una particularidad: decidió dejar la empresa multinacional en la que trabajaba y montar su propio negocio fronteras afueras. El cambio fue rotundo: pasó de ganar unos US$500 mensuales a multiplicar esa cifra por 10 o más. 

Hoy tiene 28 años, pero hace nueve comenzó a estudiar comercio exterior en Rosario. En 2018, consiguió trabajo en una pyme que importaba productos eléctricos. 

Justo con el inicio de la cuarentena en Argentina, en marzo del 2020, ingresó a una multinacional dedicada a la biotecnología para el sector agrario. 

La situación sanitaria lo obligó a debutar en su nuevo empleo bajo la modalidad del teletrabajo, desde su casa en una ciudad de la provincia de Buenos Aires. Pero duró poco. En septiembre del 2021 renunció a la compañía. 

“De chico siempre me decían que lo mejor era trabajar en una gran empresa, pero me di cuenta que no me gustaba. Tenía mucha carga horaria, mucho estrés y presión. Paralelamente, había empezado a importar pequeños productos y los vendía por Mercado Libre. Auriculares bluetooth y esas cosas que podía comprar en China. Trabajaba en la compañía hasta las seis de la tarde, llegaba a casa y me ponía con la compu hasta las diez de la noche con lo mío. Me iba bien y ya sacaba lo mismo o más que mi sueldo” contó a MDZ

Todo marchaba sobre ruedas hasta que la macroeconomía le jugó en contra. Se agravaron las restricciones a las importaciones y fue más difícil mantener el volumen de operaciones. 

Sin embargo, Santiago iba un paso adelante: “Ya venía sondeando cómo funciona Amazon y sabía que se podía operar 100% remoto. Tienen más de 300 depósitos en Estados Unidos. Así que decidí cambiar la estrategia. Con mis proveedores de China era lo m ismo si me mandaban la mercadería a la Argentina o a Estados Unidos y yo podía vender a través de Amazon. Desde mi casa podía tener una empresa en estados Unidos y vender a en cualquier estado de ese país”. 

El negocio se puso en marcha. Lo más curioso es que mucho de lo que sabe para operar de esta forma lo aprendió con tutoriales en YouTube. “Hay gente que sabe mucho y explica muy bien. Todo está ahí. Hay foros de gente que vende por Amazon que te da consejos. Se ayudan entre ellos”, simplifica. 

Sin embargo, no es tan sencillo. Son cuestiones operativas y engorrosas, pero hizo todos los pasos que le explicaban por la web. Se contactó con abogados especializados de Estados Unidos, creó una LLC (Compañía de Responsabilidad Limitada), abrió una cuenta y demás trámites. Todo desde su domicilio bonaerense. 

Al poco tiempo estaba operando y la sorpresa fue mayúscula. “A las pocas semanas el negocio empezó a crecer y empecé a facturar unos 200 dólares por día y me dejaba un margen de entre 20% y 25%. Además, manejaba mis horarios y no tenía jefes”, remarcó. 

Fue tan fuerte el cambio que apostó por más. También por tutoriales de internet averiguó todo lo necesario para tener una marca propia. En China, hay un sistema de producción que lo permite y todo se hace de forma remota.

“Empecé a pedir que me enviaran pruebas de algunos productos, un amigo mío que es diseñador me ayudó con todo lo que tenía que ver la imagen, registré la marca en Estados Unidos y me lancé”, comentó entusiasmado.

Diversificó su oferta de productos y sumó licuadoras portátiles, proyectores nocturnos de luces para habitaciones y demás. El salto fue grande y la facturación creció por arriba de los US$50.000 en poc tiempo.

“Desde que dejé mi trabajo formal y comencé a trabajar para el exterior, me cambió la vida”, asegura.