Tragedia en Plaza de Mayo

La muerte de la beba: un Gobierno ajeno a las necesidades de la gente

En Plaza de Mayo murió la bebé de una familia en situación de calle y, con la Casa Rosada como parte de la escena, brillan las falencias de un Estado ausente.

Gonzalo Barrera
Gonzalo Barrera viernes, 31 de marzo de 2023 · 16:30 hs
La muerte de la beba: un Gobierno ajeno a las necesidades de la gente
La triste escena del procedimiento de la Policía de la Ciudad frente a la Casa Rosada Foto: Noticias Argentinas

A pesar del cielo diáfano y las agradables temperaturas, Buenos Aires amaneció este viernes gris y empapada de tristeza por la muerte de una niña de tres meses en Plaza de Mayo. La familia, que vivía en la calle desde hace varios años, no pudo con esta crónica de una muerte anunciada.

La bebé está muerta porque el Estado volvió a fallarle a la sociedad y no le brindó una mínima contención a una familia que acababa de recibir a dos hijas (la beba fallecida tenía una hermana melliza) en medio de una gran desolación por la que transitan miles de ciudadanos caídos del sistema que duermen en las calles porteñas y de todo el país. A pesar de que, según el último censo nacional, existen apenas 2.962 personas en esta situación.  

"De esto nos enteramos porque pasó acá ¿Vos te pensás que no hay muchos más en otros lados?", reflexiona Graciela, una mujer que obtiene su sustento pidiendo monedas en las escalinatas de la Catedral Metropolitana, mientras dialoga con MDZ. Con ojos que se ponen vidriosos cuando habla, la mujer de 65 años cuenta que ella se crio en otro país: "Argentina era un lugar donde estudiabas, trabajabas, te esforzabas y conseguías todo para vivir. Ahora no queda nada más que un montón de pobres en un país muy rico".

Uno de los pocos que quedan en la Plaza de Mayo durante el día, donde miles de personas cruzan constantemente por la zona.

Al mismo tiempo, destaca la obra de muchas fundaciones que dan de comer y charlan con las personas en situación de calle, mientras explica que "ahora no se ve a nadie porque vienen los turistas, pero a la tarde se llena de gente que busca un plato de comida". Relata Graciela, que tiene algunos vecinos que se le acercan y aunque no le dejen nada, le preguntan cómo está: "Hacen más con eso que otros que deberían ayudarnos, porque para eso los vota la gente. Este Gobierno dice ser popular, pero no queda claro de qué pueblo".

La indignación con el Gobierno ya no es una imagen exclusiva de Las Heras y Austria, como todavía se pretende instalar. Lejos de eso, se ha transformado en un verdadero clamor que se gesta en el mascullar de muchos ciudadanos que ven un país que retrocede y un futuro incierto que atemoriza hasta a los más acomodados.

En cuanto a los tantos que pernoctan cada noche en las calles del microcentro porteño, los locales de comida dicen que les es imposible ayudar porque, si le dan a una persona, al rato tienen un grupo inabarcable de gente que les está pidiendo. "Siempre pasó que venga gente a pedir, pero cada vez son más y esto no es un comedor. En la medida que podemos y que notemos que la persona no se aprovecha de nosotros, ayudamos", explica Gabriel, gerente de un local gastronómico de la zona.

Más allá de la Plaza de Mayo, es una realidad inalienable que las personas en situación de calle se han transformado, lamentablemente, en parte del paisaje urbano de todo el país. Este caso, en particular, sorprende por lo grotesco de un Gobierno que no es capaz ni de mirar por las ventanas de la Casa Rosada para ver lo que pasa afuera.

En contrapunto a las campañas proselitistas, en las que se muestran, como una obra divina, las acciones a las que está obligado un Estado, aparece la voluntad de muchos que trabajan desde el silencio. Ejemplo de ello son las fundaciones, las ONG, la Iglesia Católica, las distintas iglesias protestantes, diversas entidades religiosas y cientos de clubes que se disponen constantemente a tender una mano sin siquiera contarlo a los cercanos. Las noches de las ciudades, que tradicionalmente se ven embellecidas por las luces y la música de sus avenidas y sus calles arboladas que lucen silenciosas en las zonas residenciales, tienen su contracara donde los vecinos se disponen a servir comida en las esquinas cada noche para que alguien más pueda tener al menos un plato caliente, un abrigo y, también, un oído en el cual ampararse.

A pesar de estas buenas voluntades, los datos de pobreza que anunció ayer el Gobierno, el fallecimiento de esta nena de tres meses, la tristeza del que se encuentra solo y con frío bajo una recova, reflejan que Argentina no puede esperar que nazca un nuevo Cura Brochero. Tampoco puede esperar que la gente de buena voluntad ayude a destajo toda su vida para solucionar problemas de los que no es responsable. La política, desde su lugar de poder, deberá entonces comprender que es hora de manejar su agenda en torno a las necesidades de la gente y no a los caprichos partidarios.

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