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El "efecto dominó" del apagón masivo y la prueba de la dependencia

La afectación del sistema general de abastecimiento de energía eléctrica en gran parte del país, dejó en evidencia una gran cantidad de situaciones y problemáticas de fondo que persisten en todos los aspectos de la vida cotidiana. Aquí, un breve pálpito de lo vivido en los barrios de Mendoza.

Zulema Usach
Zulema Usach jueves, 2 de marzo de 2023 · 18:45 hs
El "efecto dominó" del apagón masivo y la prueba de la dependencia
Los semáforos dejaron de funcionar como consecuencia del apagón. Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

El miércoles 1 de marzo de 2023, no quedará en el recuerdo colectivo de los mendocinos como un día más. A las cuatro y media de la tarde, cuando el calor volvía a pegar como un látigo sobre la tierra de estas latitudes, las pantallas y las luces artificiales se apagaron. Los ventiladores, aires acondicionados, heladeras y lavarropas dejaron de funcionar. Solo fue cuestión de minutos para que el efecto dominó del incendio ocurrido en una línea de alta tensión ubicada a más de mil kilómetros de distancia (en Campana, Buenos Aires) provocara. además, la interrupción en la conexión de líneas de telefonía fija y celular. La incertidumbre y una profunda sensación de vulnerabilidad volvieron a hacerse presentes para miles de personas, que hasta pasadas las 21 horas se preguntaban hasta cuándo perduraría el corte de electricidad y el bloqueo en las comunicaciones.

"Vecino, ¿usted tiene luz? ¿el problema es acá en el barrio?", exclamaba don José desde el otro lado de la calle. "No, en realidad, parece que es un problema más grande en Mendoza o en el país, no lo tengo muy claro", se escucha la respuesta desde la vereda contraria. En los barrios, el silencio por momentos pareció reinar. Los niños, por algunas horas dejaron las pantallas y salieron con sus abuelos a arreglar las plantas del jardín o simplemente, jugar en la vereda para aprovechar al máximo la luz solar. Muchos se acordarán entonces que la imposibilidad de continuar "atados" a la red los motivó a salir de la oficina y tomar un poco de aire (caluroso, pero aire al fin) o retomar aquella charla entre amigos que las obligaciones llevaron a postergar.

El apagón en Mendoza se extendió hasta pasadas las 21 en varios sectores.

El apagón, así y todo, trajo más dolores de cabeza y preocupación que lo imaginado. A medida que las horas pasaron los interrogantes se multiplicaron en medio de una nube de dudas y supuestos. Adriana, por ejemplo, esperó atenta en la puerta de su negocio para informar a los clientes que había mercadería que no se podía comprar. "No puedo vender fiambre porque la máquina de cortar funciona con electricidad", explicaba. En el fondo, su mayor temor era que la situación no cambiara al caer la noche y que toda la mercadería que requiere de frío, incluyendo los cortes de pollo, milanesas y lácteos, se deteriorara. Lo mismo se escuchaba en la carnicería cercana a la despensa de Adriana y también en el interior de los hogares.

El último apagón de gran magnitud registrado en Argentina fue hace casi cuatro años; precisamente, el domingo 16 de junio de 2019,. Ocurrió pasadas las siete de la mañana y dejo sin luz por varias horas a 50 millones de personas. El motivo fue el colapso del Sistema Argentino de Interconexión (SADI) y las consecuencias se hicieron sentir, inclusive, en Uruguay. Curiosamente, en esa jornada en cuatro provincias había elecciones. Hoy, el clima político Nacional aparece enrarecido en un año electoral. Pero en plena urgencia, eso tampoco estaba en la cabeza de miles de mendocinos que día tras día buscan nada menos, que resolver las urgencias y demandas inmediatas. 

Natalia, por ejemplo, había dejado comida en el freezer y de no volver la luz, entonces toda su inversión en tiempo y dinero para programar almuerzos y cenas para su familia, sería desperdiciada. Un "pecado", en tiempos de crisis. Si enviaría a sus hijos a la escuela o si habría algún atisbo para saber cuándo se normalizaría la situación, también para ella un misterio pasadas las seis de la tarde. La luz por entonces, no retornaba.

En las cuatro horas en las que transcurrió el apagón, que dejó a medio país a oscuras y sin conexión, solo el ladrido de los perros se escuchaba por momentos. A medida que el sol se escondía, los mosquitos, el calor y la incertidumbre reinante detonaron los ánimos. Pero también hubo miedo. No a la noche que se iba acercando, sino a los hechos de inseguridad que tienen a mal traer a miles de vecinos en diferentes zonas del Gran Mendoza desde hace varios meses.

Muchos se preguntaron, por ejemplo, cómo pasarían la noche sin la posibilidad de encender alarmas o llamar al 911 en caso de urgencia. A don José, ese aspecto era lo que más lo inquietó. Poco y nada conocía sobre el funcionamiento de centrales nucleares o sistemas eléctricos interconectados. En su celular, casi ya no quedaba batería. Ninguna señal para al menos, hablar con sus hijos y saber cómo estaban. En realidad, solo pensaba en cómo proteger a su familia. Se sintió, al igual que millones de argentinos, desprotegido y vulnerable.

El corte de luz de este miércoles no solo fue la evidencia de la dependencia tecnológica que parece acaparar todos los planos de la vida cotidiana. El sistema que en lo cotidiano parece tan invisible como el aire que se respira, demostró que no es inalterable. De hecho, el impacto del incendio que obligó a que las centrales nucleares a suspender la provisión energética en gran parte de Argentina, llevó incluso a que miles de personas en Mendoza tampoco tuvieran agua como consecuencia de la paralización de perforaciones y estaciones de bombeo, que a su vez, dependen de la energía eléctrica para funcionar.

Tan solo pasadas las 21 y cuando muchos se disponían a encender velas, lámparas de emergencia y linternas, la electricidad retornó. La mirada volvió a las pantallas y los celulares. En el teatro de la vida cotidiana, las luces volvieron a encenderse. Pero las inquietudes persisten. Y los problemas de fondo que dejó en evidencia el apagón, también. 

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