Opinión

La paranoia y la tecnología, sonría que lo estamos filmando

A lo largo de la historia sobran ejemplos de la racionalización y justificación del peligro ante la amenaza de lo externo. Un especialista, Raúl Martinez Fazzalari, analiza este tema en MDZ

Raúl Martinez Fazzalari miércoles, 15 de febrero de 2023 · 18:11 hs
La paranoia y la tecnología, sonría que lo estamos filmando

El autor italiano Luigi Zoja caracteriza a las personas con paranoia como aquellas que construyen un complot en sus mentes y de esa forma, parecen encontrar un sentido a su sufrimiento y así compensan y justifican algunas debilidades y carencias de fondo. Algo similar ocurre con los grupos humanos y en particular con las naciones. Sólo para nombrar algunos, la carrera armamentista de la guerra fría, el plan de la guerra de las galaxias o la amenaza del poder nuclear, se justificaban ante la inminencia de un peligro externo y la amenaza del “otro” real o imaginario, contra la vida propia.

En la actualidad, esta justificación debe ir más sutilmente hacia un enemigo que no se construye en nacionalidades o bloques ideológicos sino en acciones individuales. Los términos lobo solitario, hacker o ejércitos entrenados en ciber ataques son las formas actuales a enfrentar un adversario oculto, latente y mortal. Sin importar su ideología o creencia, los estados han emprendido la búsqueda de ellos en el mismo territorio de sus acciones, de su planificación y de su ejecución: El ciberespacio. El peligro que representa es real en varios casos, pero sirve para adecuarse en otros a la paranoia que el autor italiano se refería.

Un ataque a los sistemas de comunicaciones podría ser tan mortal como la peor bomba. El daño a empresas públicas, privadas u hogares que dependen de ella es inimaginable. Los centros de inteligencia desde hace varios años han virado sus estrategias de control y protección hacia ese espacio inmaterial, en donde las consecuencias se convierten en reales y concretas para la vida cotidiana de las naciones y personas. El control de las comunicaciones y mensajes, la detección de palabras claves, el entrecruzamiento de datos y la inteligencia artificial han sido las constantes de avances en el área.

Mayor vigilancia implica contar con más imágenes, lo que implica contar con más cámaras para el seguimiento de personas y cubrimiento de áreas urbanas. Tanto fijas como móviles, éstas registran toda conducta física y su desplazamiento. La recolección de gran cantidad de datos ya sea los generados por las personas como las recogidas en la vía pública, constituyen las bases de datos más valiosa para el que quiera y pueda usarlas. En las interpelaciones que se realizaron en el congreso de los EE.UU. a las empresas más importantes del mundo, buscadores, redes sociales o fabricantes de celulares; las preguntas constantes fueron si registran la actividad de los usuarios, si cuentan con información del movimiento de los mismos o si se almacenan los mensajes transportados.

Las respuestas han ido desde la negación absoluta a la duda y el desconcierto. A esta altura, la realidad omnipresente de las plataformas de comunicación, el conocimiento que se tienen de las mismas y su uso trasversal, hace que nosotros los usuarios, celebremos un pacto tácito de transferencia de nuestros datos en recompensa por su uso gratuito. Transacción válida que anula y elimina cualquier queja o paranoia de seguimiento o utilización de nuestras consultas, intereses o compras, los que quedan registradas en todo momento.

Raúl Martinez Fazzalari.

* Raúl Martinez Fazzalari, coordinador académico de la Licenciatura de Ciencia Política y de Gobierno UCES.

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