La conmovedora experiencia de quien superó el cáncer de mama
Alicia Rodríguez cuenta su historia de vida y cómo superó, gracias a su familia y a sus médicos, un cáncer de mama muy agresivo. Fue clave, reconoce, detectarlo a tiempo y actuar al instante.
Soy Alicia Rodriguez, tengo 57 años y te cuento mi experiencia con el cáncer de mama. Aquel 3 de noviembre del 2014 fue un día diferente para nosotros ya que, preparándome para ir a trabajar como empleada administrativa, detecté un bultito en la parte inferior de mi mama derecha. No podía manejar mi cabeza porque iba a mil por hora haciéndome preguntas interiormente, pero me lo guardé sólo para mí porque tenía que procesarlo y, a la vez, no quería preocupar a nadie.
Una semana tardé en ir al IDIM (Instituto de Investigaciones Metabólicas), donde ya era paciente, para pedir una orden de mamografía y allí conté lo que estaba atravesando. Una de las recepcionistas me dijo que llegaría una ginecóloga, quien me haría la orden y me revisaría.
Mi último control ginecológico había sido en febrero y todo me salió de 10. Fue una consulta rara porque no conocía a la médica y, cuando me dio la orden en forma urgente, sólo bastó una pregunta para darme cuenta que el diagnóstico no era bueno. Me dijo que me ocupara del tema y que -a la brevedad- consultara con mi ginecólogo.
Ahí nomás me hicieron la mamografía. Ese día comenzó mi odisea, sobre todo porque el resultado de la mamo lo tendría en dos días, pero antes de terminar mi jornada laboral me llamaron para avisarme que debía pasar a retirarla.
Durante la mañana, mientras realizaba mi trabajo, llamé al hospital Británico para ver a mi ginecólogo el doctor Ismael Debaisi y expliqué lo que me sucedía, me dieron turno para dos días.
Ese día, al llegar a casa, le pedí a mi esposo que me acompañara. Era el único de la familia que lo sabía porque, como dije, no quería preocuparlos.
Llegó el momento de ver a mi ginecólogo y la consulta fue muy rápido. Nos dijo que lo acompañáramos a otro consultorio donde había dos mastólogos: los doctores Lucas Cogorno y Santiago Acevedo. En ese momento recibí el diagnóstico, recibimos la noticia que nunca nos hubiese gustado recibir y no pude contener mi angustia llorando porque pensaba en el cumpleaños de 15 de mi hija, que sería en julio del próximo año y que veníamos preparando desde mitad de año.
Lo hablé con los médicos y sentí mucha tranquilidad porque me contuvieron en todo momento. Me dijeron que lo iba a poder festejar sin inconvenientes, ya que el 22 de diciembre me operaban. Me dieron un turno urgente para realizarme la punción porque los resultados tardaban casi un mes. De todos modos -y aunque no estuviera el resultado- me iban a operaban igual porque sospechaban que no era nada bueno.
Todo fue demasiado rápido y mi preocupación en ese momento era cómo transmitirle a mi mami y a mi hija semejante suceso por el que estaba atravesando.
Al volver del hospital, le conté a mi mamá, ya que era quien reemplazaba a mi esposo en su trabajo cuando tenía que hacer algo, por tal motivo no podíamos ocultarlo. Fue muy difícil para ella porque no entendía por lo que estaba pasando, tuve que contenerla bastante para que no se bajoneara ni se angustiara.
No quería hablar con mi hija todavía ya que quería que terminara de rendir todas las materias de su primer año de secundaria sin que interfiera mi diagnóstico en sus notas finales. Al terminar de rendir su último examen, nos juntamos en la casa de mi mamá y le dijimos que teníamos que comentarle algo, su carita de asombro no disimuló que algo no tan bueno se venía entre manos, ya que nunca hacíamos este tipo de encuentros.
Lloramos todos, incluso mi angustia fue bastante difícil de contener, lo único que me preguntó fue: “¿Qué te va a pasar?”. Como
me vio tan segura en lo que le dije, que se quedó tranquila. Me preparé para lo que se venía y comencé la licencia laboral porque tenía que realizarme los estudios previos a la operación. Siempre muy tranquila porque mis médicos me dieron mucha tranquilidad y una contención que no sé si siempre se da de esta manera, pero son profesionales con una vocación por naturaleza.
Llegó aquel 22 de diciembre y cuando me recibe el cirujano en la puerta del quirófano, me mira a los ojos y me dice: “Tranquila, todo estará bien”. Mi respuesta fue: “Sí, de eso estoy segura”.
Al finalizar la operación, me miró a los ojos, me acarició la cabeza y me dijo: ”Todo fue exitoso”. También me explicó que sacaron un ganglio centinela que no estaba afectado, pero lo extirparon por prevención, ya que era un tumor maligno y muy agresivo, por eso la operación fue tan rápida, ya que desde que me revisaron la primera vez sospechaban de esto.
Al salir del quirófano, no pude contener las lágrimas y mi esposo, junto con mi padrino, trataban de tranquilizarme porque estaba recién operada y me iba a hacer mal. Es que, a pesar de estar tranquila por la operación, sentí un baldazo de agua fría al recibir la noticia del cirujano. Ese fue el último momento en que lloré por lo que me sucedía.
Después de unos días, en una de las consultas, el mastólogo me derivó al oncólogo Ernesto Korbenfeld para que me indicara el tratamiento a seguir, ya que hoy los tratamientos son personalizados.
Me indicó 6 sesiones de quimio preventiva cada 21 días y 37 sesiones de rayos (hay que protegerse mucho la piel con cremas porque los rayos queman) de hecho me tuvieron que suspender una semana, más el tamoxifeno y cada mes tenía los controles.
Lo que les preocupa a muchas personas es la caída del pelo, cosa que a mí no, ya que pensaba en estar y sentirme bien. De todos modos, el pelo nunca se me cayó porque el tratamiento era preventivo y las drogas no eran tan fuertes.
El tratamiento con el tamoxifeno, en mi caso, no dio resultado y el oncólogo se dio cuenta, gracias a los análisis de sangre, que me hacían previo a la sesión de quimio.
Tal como me lo dijeron los médicos, pude festejar los 15 años de mi hija y todos estábamos con una felicidad que no se puede expresar con palabras porque tenía la batalla ganada.
Al año de la cirugía, noté que algo no estaba bien, ya que me aparecieron nodulitos en la parte externa de la mama y enseguida me comuniqué con mis médicos para un control, ese día fui sola y me realizaron una biopsia porque se dieron cuenta que algo pasaba.
A los días, tuve el resultado y lamentablemente reincidió la enfermedad de una manera diferente, comenzamos de nuevo con una medicación diferente y sin rayos porque no se pueden repetir, la medicación tuvo que cambiarla porque estaba afectando la parte hepática.
Pasé 3 meses sin medicación, lo cual padecí porque la mama estaba sumamente hinchada y parecía que iba a explotar, hasta que me dieron 6 sesiones de quimio cada 21 días. Otra vez pensaba en la familia, en cómo iba a dar esta noticia. Si todo estaba tan bien, cómo volver a empezar. El nuevo tratamiento fue más invasivo ya que la quimio se hizo notar y el pelo se me cayó.
Siempre fui la que daba contención a la familia de diferentes maneras porque era difícil que lo acepten. Al finalizar, las sesiones de quimio me dieron un tratamiento de anticuerpos monoclonales cada 21 días hasta que, en julio del 2021, la obra social suspendió la entrega de medicación dado que yo me encontraba muy bien.
Gracias a los excelentes profesionales que me atendieron, al apoyo de mi familia (que no me soltaron la mano ni un segundo) y al hecho de tener una hija de apenas 15 años que me necesitaba más que nunca (era el motor de todos mis días), hoy sigo como si nunca me hubiera pasado nada y con mucha más fortaleza, ya que nunca hay que rendirse.
Hay cantidad de enfermedades por la que pasan muchas personas, a mí me tocó el cáncer de mama. No tengo miedo de decirlo porque gracias a que nos ocupamos del tema y no dejamos pasar los controles necesarios todo estará bien.
Eso nos va a dejar tranquilos porque hicimos todo lo que teníamos que hacer y lo que estaba a nuestro alcance. Hoy agradezco infinitamente a mi hija, quien en el 2015 me anotó para ir junto con ella a la caminata de Avon y, desde ese año hasta el año pasado, no dejamos de ir a ninguna.
Este año sólo la hice con amigas porque lamentablemente ella se fue del país.
Hoy agradezco y celebro la vida de una manera diferente por todo lo sucedido.
Un consejito tanto para mujeres como hombres háganse los controles necesarios, ya que la prevención es lo que nos da fuerza suficiente para vencer esta batalla. Agradezco que se tomen el tiempo de leer esta nota y espero que sirva para quienes están pasando por esta enfermedad.
Aprovecho este espacio también para comentarles que cada tres meses me hago los controles -como me lo piden mis médicos- y, gracias a que un control me tocó en septiembre y los estudios no salieron del todo claros, me tuvieron que realizar una biopsia en la misma mama afectada.
Aunque fue angustiante hasta tener el resultado de la biopsia, nunca bajé los brazos y nuevamente mi preocupación era mi hija, porque si las cosas no salían bien, cómo hacía para transmitirle esa noticia a tantos kilómetros de distancia.
Hoy puedo decir que volví a ganar la batalla gracias a los profesionales que me atienden.
Gracias a MDZ por darme esta posibilidad de expresarme y servirle a tantas personas.
* Alicia Carmen Rodríguez. Instagram: @alipinkphanter