Día del Estudiante: el festejo que abre una grieta inesperada

Desde hace varios años se ha vuelto una tradición que cada 21 de septiembre miles de jóvenes se dirijan a lugares alejados de la ciudad, principalmente en la zona de alta montaña como el Carrizal o el Manzano Histórico para festejar el Día del Estudiante y de la Primavera. Esta tendencia fue en incremento cuando se dejaron de llevar adelante grandes recitales o eventos espacios verdes o clubes de la ciudad. 

Este año, son pocos los complejos turísticos que aceptan alquilar las cabañas a grupos de jóvenes y estudiantes, y quienes lo hacen piden ciertas condiciones, sobre todo si los grupos incluyen a menores de edad. Pero, según indicaron de la Asociación Turística del Valle de Potrerillos, la gran mayoría se muestra reticente a esta idea debido a malas experiencias anteriores.

Los principales motivos de este rechazo se deben a la desconfianza que les genera el comportamiento de los jóvenes y, fundamentalmente, al consumo de alcohol.

Residentes de la zona explicaron que esta gran demanda también es considerada turismo, pero produce opiniones encontradas: "Si hablas con alguien que vive en forma permanente en la zona, puede tener alguna queja o reclamo. Sin embargo, el que tiene comercio o cabaña para alquilar tiene otra mirada más permisiva dado que el turista les da un ingreso económico".

“Cuando son adolescentes tienen su forma de manejarse con música fuerte, sin respetar las normas de convivencia de un complejo. Está el tema de los chicos con alcohol, se ponen borrachos y empiezan los problemas. Muchos prefieren no tener ocupadas la cabaña antes que tener que lamentar roturas”, indicaron.

Algunos ven los festejos primaverales desde otra mirada más a favor de los estudiantes. Fabiana, una residente de la zona de Las Vegas que posee un emprendimiento gastronómico, se refirió con optimismo y admitió que “disfruta la presencia de los jóvenes” en su pueblo. “Es interesante verles caminar por las calles o por los cerros. Hacen fiestas en las casas y se escucha música fuerte. No hacen nada malo, pero a la juventud por un par de desmanes ya se la estigmatiza”, agregó.

Con respecto a los controles, alegan que son poco efectivos. “Los que quieren tomar van un mes antes y llenan las casas de alcohol. La represión estimula la imaginación de los jóvenes”, aportaron varios consultados.

Ambas posturas coinciden en generar propuestas con el objetivo de contener a los jóvenes que se desplazan, principalmente, hacia la zona de alta montaña y “no tener que echarlos”, como organizar eventos para beneficio de los jóvenes, con música o juegos. “Hay que trabajar valores humanos y aprovechar la juntada para hacer campañas y realizar propuestas sanas, creativas y no represivas”, expresaron.