Malestar en la Iglesia por la actitud del kirchnerismo en la "misa por la paz"
La celebración religiosa apuntaba a buscar la paz y la fraternidad, pero terminó asemejándose a un acto partidario que estuvo lejos de acercar partes e hizo enojar a muchos fieles.
En la misa por la paz que se celebró en Luján durante la jornada de ayer, el arzobispo de Mercedes-Luján, Jorge Eduardo Scheinig, pidió disculpas luego de que se convirtiera en un acto kirchnerista. El arzobispo lamentó su error de no invitar a los políticos opositores personalmente, en lugar de dejar la convocatoria en manos del municipio.
Mas allá de eso, lo que se vivió en la Basílica de Nuestra Señora de Luján estuvo muy lejos de una celebración tradicional. Una vez que terminaba el presbiterio, donde se encuentra el altar central, parecía también terminar la misa. Funcionarios y militantes presentes parecían estar muy lejanos a lo que dictan las formas religiosas.
Aunque algunos funcionarios, de los que ya se conoce su cercanía a las prácticas religiosas, se mantuvieron atentos a la celebración y con participación activa en la interlocución del sacerdote con la asamblea, otros parecían desconocer y hasta burlarse del credo. Entre ellos, militantes "premium" que podían estar cerca de los funcionarios, no parecían capaces ni de respetar las cabezas descubiertas dentro del templo, conocimiento general y que no requiere de una práctica asidua de la fe.

Las charlas constantes en las filas de asientos, los militantes que al fondo de la iglesia salían y entraban del templo durante el rito, la desconexión total y la falta de respeto a los que sí estaban rezando, parecía ser la tónica principal del acto.
Una celebración convocada por la Municipalidad de Luján quedó teñida por la polémica y generó reacciones muy negativas por parte de los fieles que siguieron la celebración a la distancia. Esta indignación aumentó al momento de la Comunión, una de las partes centrales del rito. Allí, los funcionarios se acercaron a comulgar y, a pesar de sus cuestiones personales que no pueden ser juzgadas, llamó la atención que varios no sabían ni cómo hacerlo.
Muchos fieles practicantes eligieron mostrar su indignación por la celebración a través de las redes sociales. Lógica reacción de un grupo que, históricamente, estuvo en la vereda de enfrente y, más aún, tras la excomunión de Juan Domingo Perón y la quema de iglesias de 1955.
Algunos recordaron los ataques que sufrió la Iglesia, como la profanación de su templo principal en Buenos Aires, la militancia pro-aborto con un claro tinte anticlerical y el discurso que relaciona a toda la estructura eclesiástica con la última dictadura militar.
Así se dio un marco que llevó a la Iglesia a una trampa perfecta: ser usada por el kirchnerismo para dar una imagen que solo le convenía al oficialismo, aprovechando la ausencia de la oposición y la difícil posición que tendría la institución religiosa si se negaba a realizar la celebración. Por lo cual, no solo debió pedir perdón el arzobispo Scheinig sino que toda la Iglesia terminó masticando bronca tras las imágenes de ayer, incluyendo a laicos, clérigos y religiosos que sintieron una falta de respeto hacia su Fe y la utilización del credo para conveniencias políticas.

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