Jornada de lucha docente: el paro indecente

En 2017 fueron 18. En 2018, 19 y, en 2019, 6. Cualquier alumno de una escuela pública en la provincia de Buenos Aires que empezó primer grado hace seis años perdió en los primeros tres no menos de 53 días de clase sólo por paros docentes. Casi un 10% del total.

En 2020 empezó cuarto grado: tuvo apenas 10 días de clases y, dado que 7 de cada 10 chicos son pobres en el Conurbano, posiblemente no haya tenido el privilegio de la virtualidad. Nunca más volvió a la escuela ese año.

Quinto grado arrancó más lleno de sueños que de aprendizajes pero duró poco: sólo hubo 32 días de clase desde el 1 de marzo hasta el 16 de abril en que se decretó nuevamente la suspensión. Recién el 1 de septiembre, siendo optimistas, pudo volver al aula. Fueron sólo 106 días.

A pesar de todo, llegó a sexto grado, pero hoy no tendrá clases ¿por qué? Por un paro convocado por Ctera, la Confederación de Trabajadores de la Educación, un gremio nacional al que, por supuesto, acompaña el gremio provincial Suteba, además de los gremios de otras provincias. Lo más llamativo es el motivo principal por el cual miles de alumnos de todo el país ven vulnerado su derecho a la educación: el respaldo a un gremialista chubutense que, en una protesta, prendió fuego la legislatura provincial en Rawson.

Santiago Goodman es miembro de Atech, el gremio docente de la provincia de Chubut, y siempre tuvo un perfil combativo y conflictivo. Los disturbios que lo llevaron a juicio fueron en el marco de un reclamo convertido en acampe luego de que el Gobierno provincial anunciara que no podía cumplir con el compromiso de aumentos salariales que había prometido. Es importante recordar también que esta provincia patagónica es una de las que más paros docentes tiene. En 2019, por ejemplo, fueron 88.

Un sistema gremial que utiliza a los alumnos como rehenes es un sistema extorsivo. Si además esos gremialistas son docentes, es decir, responsables de la educación de las futuras generaciones ¿qué mensaje como sociedad le estamos dando a los chicos? ¿Para qué van a la escuela? ¿Para aprender o para ser prenda de negociación de los gremios?

Este caso es todavía peor porque la excusa principal del paro no es un reclamo por un salario justo sino el respaldo a un personaje que ha sido condenado de forma legítima e institucional.

Una verdadera vergüenza. Una indecencia.