Dura realidad

El desafío de ser docente en Mendoza: trabajar 12 horas y no llegar a fin de mes

Gonzalo Gómez (28) y Laura Tagarelli (36) dan clases en varias escuelas y transitan el día a día con la misma vocación que los llevó a elegir la ardua tarea de educar. Sus historias son un ejemplo de las tantas que se escuchan al hablar con docentes mendocinos, cuyos ingresos no llegan a fin de mes.

Zulema Usach
Zulema Usach miércoles, 27 de julio de 2022 · 20:01 hs
El desafío de ser docente en Mendoza: trabajar 12 horas y no llegar a fin de mes
La movilización de este martes tuvo un alto nivel de adhesión Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

De lunes a viernes, el despertador de Gonzalo Gómez (28) suena a las 4.15. Es el momento en que se prepara y sale a la calle a tomar los colectivos que lo trasladarán desde su casa, en Rodeo del Medio (Guaymallén), hasta el centro de Lavalle, donde dicta clases toda la mañana. Luego, el recorrido con su mochila a cuestas y muchas situaciones por resolver, continúa hasta Las Heras, donde está frente al aula en dos escuelas más de ese departamento. Es recién después de las 18, cuando el docente toma los micros de regreso a su hogar, aunque su jornada laboral no terminó: aún debe corregir exámenes, programar clases, recaudar materiales, cargar datos en el sistema GEM y si algo de tiempo le resta al día, tratar de mediar para ayudar a resolver alguna situación personal de algún alumno/a que así lo requiera.

Su tarea, al igual que la de miles de docentes en Mendoza que en las últimas dos jornadas llevaron adelante un paro y una movilización que se hicieron sentir en Mendoza, no parece terminar pese a que haya llegado el anochecer. Gonzalo es docente suplente, da clases de Matemática y Física en tres escuelas distintas, con varios cursos de entre 30 y 40 alumnos de nivel medio en cada uno. Además de dictar sus clases, como docente es testigo de las profundas problemáticas que hoy atraviesan a la adolescencia. Pero también carga con la presión de resolver aquellas situaciones extra que sobrepasan lo estrictamente relacionado a los contenidos y que en el día a día afectan la posibilidad de conexión de los/las estudiantes dentro del aula.

"Venimos con un año muy complejo en todos los aspectos; los chicos presentan muchas dificultades a la hora de concentrarse, están con muchas preocupaciones que traen de sus casas y nosotros, como docentes debemos también dar respuestas a eso", expresa Gonzalo al compartir tan solo una parte de la complejidad que hoy afrontan los educadores mendocinos.

Necesidades extremas

A cambio de su esfuerzo, el docente que lleva cuatro años transmitiendo sus conocimientos, con paciencia y esmero, percibe 48 mil pesos mensuales; una suma que no le alcanza para vivir. De hecho, Gonzalo cuenta que como no puede pagar el alquiler "ni de un monoambiente", decidió pedir por el momento, ayuda a sus abuelos para ir a vivir con ellos y colaborar con los gastos generales del hogar. Como pasa muchas horas fuera de casa, por ejemplo, siempre come algo rápido y lo que pueda en los entretiempos en que va de escuela en escuela.

Detrás de cada charla con los docentes de distintos niveles y con diferente formación, las historias dan cuenta de necesidades que a lo largo del tiempo se volvieron crónicas, de esfuerzos en exceso que quedaron acallados. El caso de Laura Tagarelli (36) es uno de los miles que una vez más, buscaron hacerse visibles en el marco de un reclamo considerado histórico en Mendoza. Al igual que gran parte de los docentes de Mendoza, Laura tiene a cargo a su pequeño de seis años. Trabaja en ocho escuelas, dos de Las Heras, una ubicada en Guaymallén, otra en Godoy Cruz y el resto en Capital.

Da clases de Historia y Ciencias Sociales en contextos de encierro y también en establecimientos ubicados en zonas donde las necesidades de los/las estudiantes y sus familias son extremas. Es ella la que, habiendo estudiado una carrera para luego hacer una especialización en Derechos Humanos, no dudó en arremangarse y limpiar las aulas del Penal de Boulogne Sur Mer para poder dar clases porque no había celadores asignados para esa tarea. Laura, sin pensarlo dos veces sacó dinero de su bolsillo para pagar las fotocopias y materiales que los jóvenes en contexto de encierro no tenían para tomar apuntes.

Afrontar el día entre miles de exigencias

Es esta docente, como tantas miles de mendocinas, quien se levanta muy temprano en la madrugada y regresa de noche a su hogar, ya casi sin energías de resto. "Muchas veces quedan tareas pendientes por resolver, pero además debo responder a las demandas de mi hijo", destaca consciente de que su rol materno requiere también de una presencia que, por más que así ella lo desee, no siempre es posible. "Mi mamá, gracias a Dios, es la que está con él", destaca Laura. Vive junto a su hijo en una piecita al fondo de la casa de su madre; si alquilara, aclara, ni siquiera llegaría a cubrir los montos mínimos de mantención para su pequeño. El año pasado, con la idea de contar con más tiempo para compartir con los suyos y poder recuperarse del cáncer de tiroides por el cual estuvo en tratamiento, Laura había decidido cumplir con menos horas como docente.

Miles de docentes hicieron escuchar su voz en un reclamo histórico. 

"Pero fue imposible sostenerlo; salí a buscar más horas porque con la inflación actual es imposible sobrevivir. La plata no alcanza para comer  pesar de todos los esfuerzos", destaca la docente, que además está haciendo una diplomatura en Derecho Penal. Quiere formarse; anhela continuar siendo fiel a esa vocación que ya hace más de una década eligió para su vida: educar a personas, transmitir sus saberes, enseñar desde el amor.

Sin embargo, el sistema no le juega a su favor: en su caso, el cáncer pudo ser superado tras realizar los tratamientos oncológicos necesarios. Pero los controles deben ser realizados cada tres meses y desde hace un tiempo, su oncólogo de cabecera dejó de recibir la Obra Social de Empleados Públicos. La consulta particular, por mencionar solo un ejemplo, le cuesta 5 mil pesos. "Es muy difícil responder a todo y pensar en cuidar algo tan básico como es la salud. Una de las pautas fundamentales que más me han recomendado los médicos, por ejemplo, es no tener mucho estrés y hacer actividad física. Pero el día a día me exige otra cosa. El dinero no alcanza y hay que resolver las demandas", comparte Laura.

Su sueldo, como el de miles de docentes en la provincia, no llega a cubrir la canasta básica. Por eso justamente Laura quiso sumar su voz al multitudinario pedido que ganó las calles: "La huelga es un derecho del trabajador. Si hemos llegado hasta acá  es porque ya no damos más", expresa la docente. Mañana, ella deberá dar clases en seis escuelas distintas, con aulas de entre 30 y 40 estudiantes en cada una. 

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