En memoria de Agostina Trigo y tantas otras: cuando las vacaciones no son tan felices
El comienzo de las vacaciones coincidió con una nueva pérdida para los mendocinos: el femicidio de una joven que salió a buscar trabajo. Hay muchos programas divertidos para estos días, sin embargo, hay personas que solo van a vivir este tiempo como un largo y penoso proceso de duelo.
El dolor es raro y duele, aún para quienes son conscientes de que "cualquier cosa" puede pasar. Hay situaciones que cuesta atravesar. En esos momentos límite, las personas no saben cómo actuar. Es difícil saber qué hacer o qué decir cuando se uno se enfrenta a la amorosa oportunidad de apoyar a los amigos o familiares en duelo.
En consecuencia, quien tiene la suerte de ser solidario, termina en algún momento haciendo o diciendo algo totalmente desubicado para la ocasión. ¿Es esto mala intención? No. Al contrario, nadie nos enseñó qué hacer o qué decir en estos casos. No hubo una materia en el colegio como, por ejemplo, “Sepa qué hacer en este momento” que nos hiciera pensar y reflexionar sobre el tema.
Algunas opciones para realizar durante estas semanas en las que se conjuga descanso y duelo son:
- Decir algo
Inclinarse por no mencionar la pérdida para evitar revivir emociones o recuerdos tristes no es correcto. Por el contrario, la persona doliente necesita hablar de sus emociones y de sus recuerdos, es parte de lo que lleva en su corazón y es lo que necesita sacar para recordar y transitar mejor esta etapa.
- Apoyar los planes de vacaciones
Durante estos días una gran variedad de planes circula por las redes. Apoye la iniciativa de esa persona: si quiere salir a comer, salga, lo mismo si quiere ir al cine. Estos momentos son difíciles de predecir o programar. Realizar planes con mucho tiempo de antelación no siempre es la mejor opción. Recuerde que la persona vive un tobogán de emociones y si hoy se encuentra en ánimo para salir puede ser que mañana ya no sea la mejor opción.
- Escuchar
En general, las personas que han sufrido una pérdida sienten que incomodan a los otros hablando sobre el mismo tema y tienden a sufrir en silencio, aislados. Realice el ejercicio de escucha activa, esté presente cuando la persona quiera hablar. Transitar esas palabras y esos recuerdos simplemente hará que su dolor pueda ceder y sus heridas comiencen a cicatrizar. Escuche sin juzgar. Mostrarle que en lugar de estar tristes "deberían" estar agradecidos, no ayuda. El duelo no significa carencia de gratitud. Al contrario, significa que el ser está doliente y extrañando lo que ahora no tienes.
Una mujer perdió a su hija y sufre. No significa que quiera menos a sus otros hijos. Lo mismo con alguien que perdió a un amigo, a su pareja, a su compañero de trabajo. Estar doliente significa que esta persona valora y reconoce todo lo que tiene, aunque le cuesta trabajo observarlo porque sus emociones se lo impiden.
- Hacer, no preguntar
¿Cuántas veces se dice “avísame si necesitas algo” o “llámame si quieres conversar”? Lo más probable es que la persona que atraviesa un duelo no haga caso de esas invitaciones. Rechazar la oferta es la forma más educada y cariñosa de no convertirse en una carga para nadie. Una buena regla sería pensar en lo que uno querría o necesitaría si estuviese en esa situación y hacerlo.
En definitiva, es en este momento en el que la adrenalina y el susto desaparecen cuando y más apoyo se necesita. Estar con un ser querido y no reconocer esta carencia y el impacto que ha tenido en su vida es lo opuesto a brindar apoyo. La pérdida no desaparece. El amor no se va. El dolor se vuelve manejable pero nunca se va.
Lo más amoroso que se puede realizar es sentarse al lado de la persona en duelo, apretar una mano, dar un abrazo adicional o reconocerlo.
* Jorge Abud es coach especialista en familia