La nueva ola de contagios de covid-19 desafía al pensamiento mágico

La nueva ola de contagios de covid-19 desafía al pensamiento mágico

¿Se acabó la pandemia o estamos atravesando una ola más? ¿Qué significa el silencio en torno al fuerte aumento de casos?

Mookie Tenembaum

Aunque las fechas puedan resultar arbitrarias, la doctora Carla Vizzotti, ministra de Salud de la Nación, anunció el pasado lunes durante una reunión del consejo federal de funcionarios de las carteras sanitarias que ese día estaba empezando en la Argentina “una cuarta ola de Covid-19”, tendencia que se repite en varios países de la región y que encuentra a los efectores y a la población “en una situación totalmente distinta” a la registrada allá por marzo de 2020.

El llamado de atención al respecto de la desmejora del panorama epidemiológico nos recuerda algo que no queremos asumir: no es tiempo de cantar victoria, mal que le pese a una sociedad muestra señales de fatiga e incluso hastío, como lo indica la preocupación creciente de la OMS por el deterioro de la salud mental cómo consecuencia de los confinamientos estrictos de 2020.

Año y medio atrás, los partes diarios de contagiados y de muertos sacudían a diario la frecuencia vespertina de noticias. Pocas veces en la historia reciente la aritmética fue tan relevante para una porción tan grande de la población. Aferrados a los números, teníamos la sensación de estar pisando sobre seguro, puesto que las medidas aplicadas parecían tener algún grado de cientificidad para combatir una enfermedad con más interrogantes que certezas. Aquella fue, quizás, la última vez que el mundo observó la realidad con un grado de claridad pocas veces visto. 

Pero para la humanidad, que aquí y en la China vuelve a estar confinada masivamente, esa etapa quedó sepultada y por eso hoy se cuentan de a miles los cansados de la racionalidad extrema que imponía el virus, los conteos y las prudentes medidas de prevención.

La pandemia no terminó. De hecho, los contagios crecieron alrededor del 27% en una semana en toda la región de las Américas, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), a causa de las relajaciones y nuevas mutaciones del virus. Pese a ello, ningún funcionario piensa seriamente en proponer una cuarentena. Sería como firmar la sentencia y marchar camino a la hoguera.

Los contagios reportados están creciendo súbitamente. Y sin embargo, ante la llegada de una nueva ola de covid-19, la reacción en las calles, las plazas y los medios de transporte público es quitarse el barbijo y dejar de contar. Así parece: a pocos ya les importa contar los casos y las muertes. De allí que la recomendación de la OPS, de hace apenas horas, suene tan simple: hay que aumentar la vigilancia, mantener las  medidas de salud pública y seguir promoviendo la vacunación. El mensaje viene con aviso: no se deben descuidar las camas de hospitales  frente a la posible afluencia de pacientes.

Aquello que no se mide no puede conocerse y aquello que no se conoce es, lisa y llanamente, el terreno de lo ignorado. La ignorancia nos hace concluir, erróneamente, que la pandemia terminó y que los riesgos, por tanto, son cosa de estadísticos o matemáticos. 

Porque dejamos de contar, dejó de existir el virus. He aquí el triunfo del pensamiento mágico.

 

* Mookie Tenembaum es filósofo y analista internacional

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