Una historia de superación

Recibió un inesperado diagnóstico para sus bebés y su vida cambió por completo

Romina Sicardi llevó a sus hijos mellizos de 10 meses a un control médico. Allí la pediatra le dio un diagnóstico que no esperaba, gracias a un gran equipo interdisciplinario pudieron salir adelante y recuperarse.

Felicitas Oyhenart
Felicitas Oyhenart martes, 3 de mayo de 2022 · 07:01 hs
Recibió un inesperado diagnóstico para sus bebés y su vida cambió por completo
Romina Sicardi y sus hijos Yair y Adrián Foto: Rodrigo D´Angelo

Romina Sicardi tiene 34 años, es enfermera y mamá de Jair y Adrián, dos pequeños de casi 2 años de edad. Hace poco más de un año, en un control médico sus hijos recibieron un sorpresivo diagnóstico que los llevó a que su vida cambie por completo.

Cuando la pediatra le contó el diagnóstico a Romina, ella lloró, fueron muchos los sentimientos que la invadieron. “Uno siente que es una mala madre y que no ha hecho bien las cosas”, confiesa a MDZ. Esta mamá junto a sus dos pequeñitos visitaron al pediatra del centro de salud cercano a su hogar para un control, en esa consulta la médica que los atendió le dijo que ambos niños tenían bajo peso por mala alimentación. 

“Me dijo que tenía que llevarlos a Conin”, recuerda Romina y añade: “Yo venía de muy malas experiencias con otros pediatras, me habían humillado como mamá; ahora cambiaba de pediatra y me decía esto, lo primero que pensé fue: soy una mala madre”.

Pese a la incertidumbre, la mujer fue decidida con sus dos hijos al Centro de Recuperación de Conin ubicado en el departamento de Las Heras, en Mendoza. En cuanto llegó al establecimiento y atravesó la puerta por primera vez sintió miedo. “Tenía miedo, no sabía cómo me iban a tratar a mi, tampoco a los chicos, estaba enojada conmigo por no haber hecho las cosas bien y con la pediatra por haberme mandado a este lugar”, recuerda la madre.

Pero con el correr de los días esos miedos comenzaban a desaparecer. Al vincularse con los profesionales y ver que sus hijos mejoraban en cada consulta, Romina sentía cada vez más confianza y comprendía que llevar a los dos bebés allí era la mejor de las opciones.

Al ingresar a Conin los dos pequeños comenzaron el tratamiento para recuperarlos de la desnutrición.

Dos pequeñas vidas y un duro proceso

“Desde que nacieron tuvieron algunas complicaciones -cuenta la mamá de Jair y Adrián- pasaron por neo y a uno de ellos lo tuve en incubadora muy grave” y agrega que “ya veníamos transitando un proceso muy difícil y doloroso".

Pero estos meses en Conin iban a ser claves para la vida y el futuro de los dos pequeños. Ingresaron al Centro de Recuperación con tan solo 10 meses y el tratamiento duró aproximadamente un año.

“Ante algunos factores de riesgo como nacimiento prematuro y múltiple, el seguimiento estricto de su crecimiento y desarrollo permite detectar desviaciones y derivar oportunamente. Para brindar a la familia un seguimiento especializado y lograr la recuperación nutricional y la mayor expresión de su potencial”, cuenta a MDZ la doctora Gabriela Sabio, pediatra y directora médica de Fundación Conin, quien dirige al equipo que trató a Yair y Adrián.

Para profundizar en la importancia del diagnóstico temprano en los casos de desnutrición y en la importancia del tratamiento específico, Sabio explica: “La importancia radica en la derivación oportuna y precoz, que permite a través del abordaje multidisciplinario la recuperación completa del peso, talla y desarrollo”.

Romina lleva la crianza de sus hijos sola y recibe la ayuda de su madre (abuela de los dos niños). Asegura que no es fácil maternar sola, siempre cuenta con acompañamiento y apoyo de sus amigas y de su mamá.

conin desnutrición
Romina amamantando a uno de sus hijos en Conin

Cuando llegó a Conin encontró allí también no solo ayuda profesional para el tratamiento de sus dos pequeños sino también personas que la escucharon y supieron orientar.

Durante los doce meses de tratamiento en Conin, sus hijos recibieron todos los cuidados necesarios y ella aprendió sobre la alimentación de los dos niños. “Aprendí a alimentarlos de manera más saludable, a tener horarios, a saber qué alimentos sí y qué alimentos no son adecuados para ellos”, asegura Romina.

Conin busca no solo acompañar a las familias en el proceso de recuperación de los bebés y niños que llegan hasta allí, sino también brindar herramientas para las familias, especialmente a las madres, para que puedan aplicarlas en sus hogares y en su entorno familiar. Muchas de ellas se han agrupado y han creado emprendimientos, en algunos casos, este ha sido su primer trabajo fuera del hogar.

En el caso de Romina, mientras los dos hermanitos eran atendidos en el centro de recuperación, su mamá tomaba clases en los talleres de costura y de cocina en el mismo predio de Conin. Todo lo aprendido en esas horas le sirvió para aplicarlo en la organización familiar, en su día a día, y también para compartirlo con otras mujeres de su comunidad.

Romina siempre estará muy agradecida por el gran trabajo que realizó el equipo de Conin, tal es así que envió una carta a los profesionales para expresarles su agradecimiento. “Les agradecí a todos, desde la cocina hasta cada uno de los profesionales. Es un trabajo bastante difícil. Muchas veces las madres nos enojamos con los médicos y nutricionistas porque son muy exigentes, pero es algo que debemos agradecer".

El testimonio de Romina sirve para impulsar a otras madres y padres con niños con problema de nutrición a que se acerquen a Conin.“No tengan miedo, vengan que los van a ayudar y acompañar”, asegura y añade: “Después van a extrañar venir, van a extrañar a cada persona que acompaña y escucha”.

Conin posee espacios para de juego para niños de primera infancia. Foto: Rodrigo D´Angelo

Alimentar el futuro

Algo que siempre destacan los profesionales de Conin es que los primeros 1.000 días de vida del ser humano son fundamentales para la formación del cerebro. En todos esos meses el niño debe alimentarse bien, ser estimulado y recibir demostraciones afectivas. Si no se trata a un niño desnutrido durante esos primeros dos años, las secuelas y daños son irreversibles. 

Es por ello, que la Fundación trabaja desde hace años con el método Conin, no solo en Mendoza, sino también en otras provincias, y fue ese tratamiento y el compromiso de todos los profesionales lo que salvó a los dos pequeños de Romina y a miles de niños más que pueden soñar un futuro más próspero.

Deseo que sean buenos niños, buenos jóvenes y buenos adultos. Que respeten y se hagan respetar. Pero principalmente que estudien y sean buenos profesionales.

Adrián y Jair son dos niños muy activos, sociables y disfrutan mucho de jugar y compartir entre ellos y con los demás. Si bien aún son muy pequeños, no han cumplido los dos años, su mamá ya sueña con el futuro de ambos. “Deseo que sean buenos niños, buenos jóvenes y buenos adultos. Que respeten y se hagan respetar. Pero principalmente que estudien y sean buenos profesionales”, concluye.

Entrevista completa en el siguiente video

 

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