Acceso a la salud

La decisión de Fabiola que abrió un debate de alto impacto social

El embarazo de la primera dama fue el detonante de discusiones en torno a la maternidad de mujeres mayores de 40. Una tendencia que cada vez es más frecuente debido a decisiones de índole personal relacionadas con la inserción laboral y desarrollo profesional. El rol de las clínicas de fertilidad.

Andrea Ginestar
Andrea Ginestar lunes, 2 de mayo de 2022 · 14:00 hs
La decisión de Fabiola que abrió un debate de alto impacto social
La pareja presidencial realizó un tratamiento de fertilización para concebir a Francisco

La reciente maternidad de Fabiola Yañez despertó una serie de cuestionamientos acerca de los roles y comportamientos esperados para las mujeres que superan los 35 años. Un "deber ser" que sigue vigente y enquistado en una sociedad que exige pautas de comportamiento que son parte de un sistema que muy lentamente se pone en discusión.

Las exigencias hacia las mujeres son infinitas, comenzando por los patrones estéticos esperados hasta la vida que "debería tener" una mujer que se acerca a los 40 años. Todo eso conjuga de forma perfecta cuando se trata de la maternidad. El deseo de ser madres va cambiando con el transcurso del tiempo, muchas mujeres deciden postergar la maternidad eligiendo el desarrollo personal y profesional antes de dar ese paso.

Desde el punto de vista biológico, la mejor edad reproductiva de una mujer es cerca de los 20 años y la fertilidad disminuye gradualmente a partir de los 30 años, sobre todo después de los 35 años. Según los especialistas, cada mes que lo intente, una mujer sana y fértil de 30 años de edad tiene una probabilidad del 20% de quedar embarazada.

Hoy en día existe una amplia variedad de tratamientos de reproducción asistida que pueden adaptarse a la conveniencia de cada mujer que desea ser madre con o sin el acompañamiento de un hombre. En el mundo son cada vez más las mujeres que deciden someterse a evaluaciones clínicas que les digan a ciencia cierta las posibilidades que tienen de convertirse en madres en el corto o mediano plazo, las consultas sobre el congelamiento de óvulos aumentan y las experiencias no son siempre las óptimas. 

Uno de los embarazos más mediatizados del último año fue el de Fabiola Yañez junto al presidente Alberto Fernández. Dicha noticia generó numerosas especulaciones por parte de los usuarios de redes sociales hasta que finalmente se dio a conocer que la pareja presidencial había accedido a un tratamiento de fertilización in vitro que se efectivizó en una clínica ubicada en la localidad bonaerense de San Isidro. 

Las mujeres que están llegando a los 40 años tienen menos posibilidades de ser madres por métodos naturales, las clínicas de fertilización asistida apuntan a este público. Sin embargo, pasados los 45 años es difícil encontrar clínicas que quieran hacer tratamientos de fertilización por los riesgos que existen de que el embarazo llegue a término o que el bebé pueda nacer con malformaciones. 

Una tendencia que aumenta con el correr de los años

El número de mujeres que recurren a tratamientos de fertilización para cumplir con el deseo de ser madres es cada vez mayor ya que está atravesado por una serie de condicionantes que atrasan esos procesos. Por un lado, se encuentra la inserción en el mundo laboral y el desarrollo profesional; por otro lado, la pérdida de capacidad reproductiva ya sea por la pérdida de óvulos o enfermedades que puedan haberle quitado esa posibilidad.

Según datos del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), a nivel global cerca de 2 mil mujeres que accedieron a los tratamientos entre 2018 y 2019, fueron madres solteras, una cifra que viene en crecimiento año a año.

"Estoy en pareja desde hace dos años pero decidí congelar mis óvulos ya que aún no quiero ser madre. Me gustaría tener más posibilidades en caso de no poder encarar este proceso de forma natural dentro de unos años", explicó Valeria (37 años). Este testimonio es similar al de muchas mujeres que están cercanas a los 40 años y evalúan alternativas que les permitan tener mayores posibilidades de ser madres en el mediano plazo.

La inserción laboral es uno de los condicionantes más fuertes que tienen las mujeres que deciden "retrasar" la decisión de maternar. "Comencé a trabajar en una empresa cuando me recibí, tenía 24 años...hoy tengo 39 y pasé por tres trabajos distintos estos últimos años. Hace unos meses comencé a averiguar sobre la posibilidad de congelar mis óvulos ya que no tengo pensado ser madre en el corto plazo", dijo María y agregó: "Aún no lo veo como un deseo pero voy a congelar ya que quiero tener esa posibilidad en caso de cambiar de opinión".

Aspectos negativos del proceso

En el caso de las mujeres que eligen comenzar un proceso de fertilización, cada paso requiere de un acompañamiento que no siempre es el adecuado. El deseo personal es una oportunidad de negocio para algunas clínicas que ofrecen un servicio que no acompaña integralmente a las mujeres y en ocasiones, las experiencias quedan a mitad de camino. 

A eso se suma, la cobertura que brindan las obras sociales o empresas de medicina prepaga para ese tipo de procedimientos. En algunos casos los trámites que deben hacer las afiliadas son demorados por la burocracia de un sistema que no tiene en cuenta la importancia del tiempo y los aspectos emocionales que atraviesan a las mujeres que solicitan una cobertura que les permita cumplir con el deseo de ser madres.

A pesar de existir una legislación que establece el acceso de forma gratuita a las técnicas y procedimientos realizados con asistencia médica para lograr el embarazo, no hay una disposición que regule sus prácticas. En ese sentido, las afiliadas de algunas obras sociales deben esperar meses hasta lograr ingresar a los "cupos para habilitar el inicio de los tratamientos" con toda la carga emocional y la expectativa que eso supone para la persona que demanda la efectivización de ese derecho.

La Ley 26.862 establece que toda persona mayor de edad, cualquiera sea su orientación sexual o estado civil, tenga obra social, prepaga o se atienda en el sistema público de salud, puede acceder de forma gratuita a las técnicas y procedimientos realizados con asistencia médica para lograr un embarazo. La legislación posibilita el acceso a un máximo de 4 tratamientos de baja complejidad por año y hasta 3 tratamientos de alta complejidad, con intervalos mínimos de 3 meses entre cada uno de ellos. 

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