Cocaína adulterada

Madres contra el Paco son tajantes al hablar de legalización y drogas "buenas"

Silvia Alcántara lleva 38 años en la lucha contra la droga. Critica la ley de Salud Mental que impide ayudar a quien sufre adicciones y no expresa la voluntad de dejar de consumir. Reclama, además, la ausencia de los partidos políticos en la lucha contra las adicciones.

Giza Almirón
Giza Almirón miércoles, 9 de febrero de 2022 · 07:00 hs

Nunca se hizo nada contra el narcotráfico, ni por la asistencia y prevención relativas a las drogas. Hay una sombra negra que genera que todo eso siga funcionando”, dice Silvia Alcántara. Desde 1984, lucha contra las drogas de distintos modos. Comenzó dando yoga en la primera comunidad terapéutica de la Argentina, creada por el pastor Carlos Novelli.

Esta mujer, una de las fundadoras de Madres contra el Paco, afirma: “Se hace apología de consumo, se cambiaron las palabras, se habla de consumo problemático y de sustancia, en lugar de droga. Con las palabras estamos sacando la percepción de peligro”. 

El discurso de hoy en día es el de liberar la marihuana porque “no hace nada”, mientras que en realidad se usa, por ejemplo, “para que prenda el paco o la cocaína y, además, el THC va a la sangre, a la cabeza, absorbe la grasa intercelular de las neuronas, por eso tienen hambre y sueño”, explica Silvia. “No hay difusión al respecto. No se dice nada sobre la cantidad de chicos con brotes psicóticos y esquizofrenia de por vida que se despiertan con la marihuana”, expresa.

Silvia junto a algunas de las pioneras de Madres contra el Paco ya fallecidas 

A propósito del reciente episodio de droga adulterada, esta madre reflexiona acerca de la droga “buena”, que “también te mata y te hace salir a la calle con un revólver para conseguir más”. Habla, además, de la cuestionada ley de Salud Mental, que establece que ninguna persona puede ser internada en contra de su voluntad, lo cual contempla a mayores de 18, pero también se implementa en menores. Y es que la voluntad propiamente dicha se ve reducida en quienes se drogan. Así lo afirma Silvia, quien menciona la urgencia de que se apruebe una ley específica de adicciones, que ampare especialmente a menores: “Hoy hay que dejar que la persona que consume elija suicidarse”.

Esta mujer es miembro de la Comisión Nacional de Drogadependencia, recorre el país generando grupos de contención y concientización para madres cuyos hijos sufren adicciones, además de capacitar y dar charlas sobre el tema. Silvia se expresa sobre este drama en las adolescentes, a quienes la ley de Salud Mental tampoco ayuda: “En quienes están embarazadas y quieren drogarse no se vela por el derecho del niño por nacer. ¿Dónde está el derecho humano? ¿La mamá tiene derecho a drogarse o el bebé tiene derecho a nacer sano?”. Pone sobre la mesa también lo que sufre la gente mayor: “Muchas personas con más de 60 años están en la calle porque no hay un hogar para ancianos o un hospital de día cubierto por PAMI para ancianos que se drogan”. Silvia apela a una mirada humanitaria y caritativa, que garantice los derechos del niño, así como el derecho humano a la salud y a la vida.

Silvia dando una charla en la Universidad de Lomas de Zamora

“No hay una política que sea realmente de salud”, entre otras cosas, porque desde hace 11 años que no se pueden crear comunidades terapéuticas monovalentes, no hay lugares de desintoxicación en todos los hospitales, ni seguimiento. “En Tucumán, por ejemplo, no hay lugares para internación, entonces llevan a la persona a otra provincia, donde está encerrada 6 meses. Al volver, la familia sigue igual porque no hizo ningún tratamiento. Es el caso de un chico de 14 años que fue a Córdoba, regresó a Tucumán y se volvió a drogar”, cuenta Silvia. En contraposición, esta madre resalta el trabajo que comenzó el padre Pepe Di Paola en la Villa 21-24: “La Iglesia tiene 200 lugares en todo el país, que no cerraron en pandemia. Los dispositivos del Hogar de Cristo sostuvieron a esos pibes cuando ni Sedronar internaba”.

“La droga hace mal”, insiste Silvia. Hace mal a la persona adicta, ya que es una “discapacitada social, no puede subsistir sola, tiene brotes psicóticos, roba, tiene trastornos de conducta. Hay quienes se prostituyen por droga y quienes caen presos”. La falta de asistencia “concreta y buena”, según esta mujer, es una de las mayores problemáticas. Pero la droga también hace mal al entorno de quien consume: “La familia se destruye cuando hay un adicto. Los hermanos no pueden traer a nadie a la casa, la madre no tiene a dónde ir. Él está cada vez más disminuido, discapacitado, los vecinos se quejan, la policía le pega”.

Silvia junto a otras Madres contra el Paco y el padre Pepe Di Paola

Además de todo esto, tampoco se hace nada en materia de prevención. En este sentido, y como establece la ley de Salud Mental, las escuelas deben brindar dos horas semanales sobre prevención, explica Silvia. Dice también que “no hay un solo spot televisivo contra las adicciones. En el mundo hay un concurso millonario al mejor spot contra adicciones y Argentina, después de principios de los 90, no hizo ni uno interno”.

“Desde hace 30 años esto es como una bola de nieve que no para y nunca vi ningún partido político en territorio luchando contra las adicciones”, afirma Silvia y agrega: “Nos están engañando con palabras que ensombrecen la realidad”. La droga, la trata de personas y el tráfico de armas son los delitos que mueven más dinero en el mundo. Mientras haya demanda y hasta tanto no tengamos una mirada humanitaria y caritativa, así como un corazón compasivo que acompañe el dolor de quien sufre, estos delitos seguirán cobrándose vidas.

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