Escuelita de padres

Claves para un acompañamiento saludable en tiempos de clases

Comienzan las clases y la vida escolar vuelve a fusionarse con la familiar. Una vez más lo central es cómo se paran los adultos respecto al acompañamiento a los hijos en relación al proceso de aprendizaje, mochilas, carpetas, cuadernos, boletines, grupos de WhatsApp, ese invento tan complejo.

Alejandro Schujman viernes, 25 de febrero de 2022 · 09:35 hs
Claves para un acompañamiento saludable en tiempos de clases

¿Hasta dónde es tema de los padres, hasta dónde es tema de los hijos? En la vorágine diaria, los adultos a menudo “auditan” -con la mejor de las intenciones y desde el amor que los convoca- el rendimiento escolar de sus hijos a través de las herramientas informáticas que muchas veces los colegios  proporcionan a los mismos.

El problema -o uno de ellos- en estos tiempos, es que el estudio termina siendo una materia de los adultos más que de los hijos. Son los padres los que gestionan muchas veces una actividad que debe ser patrimonio de los pequeños. La tarea de los adultos es acompañar. “Cerca para cuidar y lejos para no asfixiar”, es el desafío. Si no, la voracidad de los padres podría provocar la inapetencia de los hijos. 

Si ponemos demasiadas expectativas, a veces sucede lo contrario a lo que esperamos. Si los padres deseamos en demasía nos apropiamos del  interés de nuestros hijos.

Intervengo, sin dudar, con los padres en los grupos de reflexión cuando utilizan expresiones del estilo de: “Mi hijo no me come” o “Nos trajo una baja calificación”. La tendencia a autorreferenciar las conductas de los hijos dificulta, una vez más, la posibilidad de separarlos de nosotros como seres diferenciados que son.

Digo siempre, y esto como buena noticia, "los tiempos cambiaron, la esencia sigue siendo la misma".  Nuestros hijos tienen que tener, y este es el kit básico de herramientas. 

Herramientas para la autonomía de los hijos

  • Capacidad de autonomía. Cuanto más pequeños son, mayor valor y peso tiene la palabra de  los padres alentando o desalentando su accionar. Debemos ayudar a que, cuando sea posible, ganen en responsabilidad y capacidad de gestión. El desafío está en acompañar sin avasallar. Son ellos los que tienen que estudiar, no podemos ser muletas, podemos y debemos ser torres de control del aeropuerto, despegan y allí estamos si lo necesitan.
    Gestionemos para ellos profesores de apoyo, tutores que los ayuden a organizarse, nosotros mismos si el vínculo y nuestro saber lo permiten, ayudarlos con alguna tarea. No podemos ni debemos hacer por ellos, ponernos en su silla y que, como a menudo pasa, los padres estudian mientras los hijos de manera pasiva decepcionan lo que les damos.
    El viejo proverbio oriental lo dice claro: "No les demos el pescado, enseñémosle el arte de pescar”
  • Capacidad de  organizarse. Construir junto a ellos herramientas que les provean de un esqueleto del que carecen para administrar su tiempo. Suelen los jóvenes subestimar y no ponderar la cantidad de horas que les demandará preparar las tareas para el estudio. “En un toque lo hago”, dicen. Y en un toque sólo se hace lo que un instante permite, nada... o casi nada. Un simple cuadro de doble entrada con días y horas y materias a distribuir en  las dos variables, (controlados por nosotros) servirá de inicio. Obviamente, el resto depende de ellos.
  • Que las medidas que implementamos sean consecuencias de sus actos y no penitencias ni sanciones. Si no estudian porque pasan horas y horas frente a los monitores, son ellos los que se privaran porque le dieron demasiado tiempo de uso durante el año. Nosotros como adultos solo administramos lo que ellos no pueden, (de igual manera que cuando niños les sacábamos las bolsas de golosinas para que no se empachen). esto es, las materias por rendir. No como castigo, insisto, sino como consecuencia.
    Si estamos convencidos de esto podremos sostener los límites, sin culpa y sin una tensión y confrontación extrema con nuestros hijos. Recuerdo, la relación padres hijos es asimétrica, no somos amigos, no somos pares, somos padres, ni más, ni menos.
  • Moderar y regular la presión. Muchas veces la exigencia materna o paterna se convierte en un boomerang complicado de manejar para los niños. Tenemos que estar, dándoles aire, sin que hiperventilen, el equilibrio, la clave.
    Tenemos la tarea de ser los capitanes hasta tanto ellos puedan tomar el timón de sus vidas. El capitán no hace todo, distribuye tareas, funciones y delega, el difícil arte de delegar.
    Dejemos que encuentren sus límites en el marco de lo “no riesgoso”: Es preferible que tengan chichones de pequeños, y no fracturas expuestas de grandes. Regalemos tiempo de disfrute, tiempo de jugar, tiempo de compartir, acompañemos desde la calma, eduquemos la pasión.

No es tarea sencilla, no lo es, pero es necesario, es urgente y nos precisan.

 

*Alejandro Schujman es psicólogo especialista en familias, director de la red Asistencial de Psicología y columnista en MDZ radio. 

 


 

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