Opinión

El veganismo es justicia alimentaria

De la gran cantidad de argumentos en contra del veganismo que se han fortalecido a lo largo de los años, hay uno en particular que resuena e indudablemente es de los más importantes a desarticular: la apelación a la desigualdad social.

Jacqueline Guzmán domingo, 20 de febrero de 2022 · 08:15 hs
El veganismo es justicia alimentaria
Foto: CNN - edition.cnn.com

A menudo, y con el afán de defender la cultura alimenticia carnista dominante, o tal vez para deslegitimar la defensa de los derechos animales, se utiliza la idea de que existen sectores de la población con un alto privilegio socioeconómico que demandan al resto de la sociedad un cambio en sus formas de alimentarse, priorizando el sufrimiento animal por sobre el humano, al no tener en cuenta a quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad social.

En principio, podemos afirmar que los productos veganos industrializados que se encuentran en el mercado actualmente no son accesibles en su mayoría. Sin embargo, no necesitamos de dichos productos, sino de los alimentos constitutivos de una alimentación a base de plantas, como legumbres, frutas y verduras, los cuales son más económicos.

En segundo lugar, es responsabilidad de las organizaciones antiespecistas y activistas por los derechos animales considerar los múltiples factores que entran en juego al momento de alimentarnos, siendo el acceso, el costo y la elección de los alimentos aspectos fundamentales. ¿Cómo podemos demandar cambios individuales en nuestra forma de comer si no todas las personas tienen garantizado el acceso básico a alimentos de calidad? De esta manera, el veganismo se transforma en una cuestión de justicia social en la medida en que debe abogar por la justicia alimentaria, para que todas las personas puedan ejercer su derecho a alimentarse y a elegir cómo hacerlo. Se transforma en una lucha política y social que busca cambios individuales, globales y estructurales para garantizar la sostenibilidad del planeta, para defender a los animales que sufren terribles niveles de sufrimiento y para asegurar que todas las personas tengan acceso a un plato de comida. 

Vivimos en un mundo en el que el 60% de la tierra agrícola mundial se utiliza para pastoreo de animales como respuesta a la demanda de carne y lácteos, pero desperdicia un tercio de toda la comida producida, y en donde más del 10% de la población humana pasa hambre. Por lo tanto, cuando hablamos de la producción de carne y somos conscientes del desperdicio de recursos que esta producción industrial genera, indefectiblemente estamos considerando a los sectores en situación de vulnerabilidad social, ya que no sólo no acceden a los alimentos producidos, sino que ven pasar el gran desperdicio que genera. Es el mismo sistema de producción de alimentos el que se encarga de profundizar las desigualdades sociales. El cambio hacia sistemas de producción de alimentos a base de plantas aumentaría el suministro mundial de calorías disponibles, contribuyendo a una mejor distribución de alimentos de calidad cuya producción sea más justa para quienes trabajan la tierra, para quienes consumen los alimentos, para los animales y para el medioambiente. 

El veganismo es una cuestión de justicia social porque, entre muchas otras prácticas nocivas, cuestiona una de las bases de nuestro sistema económico. Sin justicia alimentaria no existe la justicia social, y sin un sistema alimentario cuya base no sea la opresión de otras especies sino la búsqueda de un aprovechamiento de recursos naturales libre de explotación, de destrucción y del desplazamiento de pueblos originarios, no podremos acercarnos a un mundo menos desigual. Por lo tanto, si nos preocupa la injusticia social, es importante que comencemos a cuestionar el funcionamiento de los sistemas de producción de alimentos de origen animal, y acercarnos al veganismo es un buen punto de partida.

En el difícil contexto que nos presentó la pandemia, hemos visto una reivindicación del rol del trabajo comunitario y de ayuda social, sostenido dentro de los barrios vulnerabilizados con condiciones de las más adversas. Generar redes de contención en los espacios de vulnerabilidad social, en los cuales se comparta información sobre nuestros alimentos, nuestra salud y nutrición, y sobre el medioambiente, es de suma importancia, y un veganismo solidario es posible y necesario.

Asimismo, es crucial comprender que para abogar por los derechos de los animales debemos revisar las relaciones de poder existentes a nivel sociocultural, analizar por qué los animales no humanos son objetos de discriminación y no olvidar que el sistema de producción y distribución alimentaria juega un rol crucial en la constitución de la opresión de especie. Para desarmarla, por lo tanto, es necesario profundizar en las dinámicas entre clase, género, raza y especie. Ya no es suficiente trabajar hacia la injusticia social sin una comprensión integral de los problemas de raíz, sin la identificación de las interconexiones entre las especies oprimidas y sin rechazar la supremacía sobre los grupos marginados. 

Con las campañas de justicia alimentaria de Million Dollar Vegan intentamos garantizar alimentos saludables, libres de explotación animal y de agrotóxicos, amables con el medioambiente y más económicos dentro de los barrios populares de Buenos Aires, junto a organizaciones que también trabajan para visibilizar las desigualdades de género e identidad, como agrupaciones de ayuda a personas trans en situación de calle. Al mismo tiempo, a través de talleres de huerta y de cocina, intercambiamos información sobre la importancia de cuestionar nuestros hábitos de consumo y de producir nuestros propios alimentos, sobre los motivos por los cuales consideramos que el veganismo es más favorable, y herramientas para poder replicar esta alimentación, haciendo hincapié, principalmente, en cómo puede ser más económica, accesible y saludable que una alimentación de origen animal.

Consideramos de suma urgencia reconocer nuestro papel como comunidad en las catástrofes ambientales, socioeconómicas y sanitarias a las que nos enfrentamos, revisando nuestra alimentación y nuestros hábitos de consumo, al mismo tiempo que exigimos a los poderes de turno una transformación en los sistemas alimentarios actuales que nos permita erradicar las opresiones y desigualdades a las que nos enfrentamos como especie humana y animal. El veganismo no es una dieta de los sectores privilegiados. Es la búsqueda de consideración de los animales ya no como alimento sino como pares que necesitan nuestra protección. Es la demanda de una transformación agroindustrial como medio para combatir la desigualdad social.

* Jacqueline Guzmán es gerente de campaña de Million Dollar Vegan en Argentina

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