Indigencia

"Hay hambre": la dura advertencia sobre la infancia que genera preocupación

Desde los comedores que trabajan en los barrios más vulnerables aseguran que la escasez de alimentos y la mala nutrición aumentó en los últimos meses. Dicen que los niños y niñas llegan sin haber comido nada en el día. Las consecuencias negativas en la salud que impactan en lo cognitivo.

Zulema Usach
Zulema Usach martes, 15 de febrero de 2022 · 21:29 hs
"Hay hambre": la dura advertencia sobre la infancia que genera preocupación
Cientos de niños y niñas viven con hambre en Argentina Foto: Gentileza

La entrevista había comenzado con una risa y terminó en un llanto quebrado, un tono reflexivo que da cuenta de la realidad que se vive allí, donde la indigencia se profundizó. Paola González (47) es algo así la “segunda mamá” de más de 200 niños y niñas que se acercan a su merendero y comedor ubicado en el barrio San Martín. Ella, con los recursos que tuvo y un gran corazón, comenzó en 2020 a preparar grandes ollas de comida que luego distribuía entre las familias de la zona. En pleno encierro por la pandemia, cuando las oportunidades para los que menos tienen empezaron a ser aún menos. Primero fueron 35 chicos los que se acercaron a su cocina; luego se sumaron cada vez más. “Los chicos tienen hambre. Vienen sin haber comido nada en todo el día. Tenemos casos de desnutrición”, alerta en su mensaje la mujer que es testigo de cientos de historias que dan cuenta de que las carencias entre las familias más pobres se intensificaron en el último tiempo.

"Un cerebro que no es adecuadamente alimentado en los primeros años de la infancia, es un cerebro que no va a crecer; que no va a aprender", repite una y mil veces el doctor Abel Albino, fundador de la entidad más importante en el país en la lucha contra la desnutrición; Conin. Sus palabras coinciden con las de Mauricio Recabarren, director ejecutivo del Hospital pediátrico Alexander Fleming: "Cuando los niños y niñas se nutren mal, luego van a mostrar dificultades en su aprendizaje porque sus neuronas están afectadas", advierte el pediatra. 

Las mujeres del comedor Gotitas de Esperanza hacen lo posible para paliar el hambre de los niños

Crecer sin los nutrientes esenciales

La realidad da cuenta de que aún hay deudas básicas para con la infancia en Argentina. Al igual que miles de niños y niñas que hoy presentan deficiencias en su nutrición, los pequeños que asisten al merendero “Yo sí te creo”, alcanzan a probar platos más completos gracias al conocimiento y la “mano” que Paola tiene en la cocina. Cuenta la mujer que para que las porciones rindan y sean equilibradas, aprovecha todo lo que tiene. Si tiene unas patitas de pollo, entonces las aprovecha para hacer un arroz amarillo con verduras; si cuenta con huevos, azúcar y harina, entonces prepara junto a otras mamás varios bizcochuelos para servir con la leche que prepara para los chicos. Y así, día a día, resuelve la demanda, que repite, “es cada vez mayor”. Hoy por la tarde, Paola preparó una gran olla de arroz con leche. Y la repartió en su comedor entre decenas de pequeños.

Mientras cuenta cómo lleva a cabo su tarea, Paola corta la conversación. Se queda atónita. Está mirando a un niño de cuatro años que frente a ella, revuelve entre la basura buscando latas para luego vender. “Tiene cuatro años, está descalzo y se nota que tiene hambre”, describe. Su voz se escucha del otro lado del teléfono al borde del llanto. “Los chicos casi no prueban la leche, ni hablar del queso, del yogurt, la carne, el pescado, los huevos y las frutas o verduras. La plata no alcanza y la comida está cada vez más cara”, asegura la mujer que da de comer a los que van llegando desde los barrios cercanos, como el Oivares y el Flores, pero también desde otros sectores de Las Heras, como los barrios de La Rosa y Aeroparque, desde donde las mamás con sus hijos llegan caminando. Solo para comer.

En un país con la mitad de su población pobre y donde al menos cinco millones de personas es indigente, es decir, que no alcanza a cubrir sus necesidades básicas elementales, (como alimento, vivienda y vestimenta entre otras), la deuda con la infancia se hace visible en cada testimonio de aquellos que trabajan para colaborar en la urgencia.

Malnutrición y carencias de los planes alimentarios

Un informe del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPC), da cuenta de la malnutrición que padecen los niños, niñas y adolescentes de los barrios más empobrecidos del país. A través de un relevamiento que se realizó entre diciembre de 2020 y febrero de 2021, se incluyó a 50 mil chicos de 2 a 18 años que asistían por entonces a 1066 comedores y merenderos de veinte provincias del país. Entre los datos surgió que el 42,1 de los niños, niñas y adolescentes presentaron problemas alimentarios, tanto por la mala calidad de las comidas (con exceso de grasas e hidratos de carbono en su mayoría) como por déficit de todos los nutrientes; es decir, con bajo peso. Justamente en etapas clave del crecimiento (entre los seis y los diez años) en las que la alimentación presenta una influencia directa tanto en el desarrollo de capacidades cognitivas como en la salud general del niño, la encuesta reveló problemas de malnutrición en el 49% de los niños incluidos en el estudio. En tanto que de un total de 16.910 niños y niñas de 2 a 6 años, 32,4% estaban mal nutridos.

“Es necesaria la ampliación de los programas alimentarios existentes; la mejora de la calidad nutricional con incorporación de alimentos frescos carnes, huevos, frutas, verduras y lácteos; la equiparación de los montos de los programas de empleo de la economía popular al valor de la CBA; y la jerarquización de acciones  preventivas de detección precoz de malnutrición y monitoreo del crecimiento  para la protección y cuidado”, había advertido entonces la coordinadora nacional del Área de Salud Colectiva de Instituto, Laura Lonatti.

Comer "lo que se puede" y "cuando se puede"

Analy Martínez, es una de las mamás que más ha trabajado para poder levantar los cimientos del comedor comunitario Gotitas de Esperanza, ubicado en El Algarrobal “de abajo”, en Las Heras. Cuenta que la pandemia vino a acentuar aún más la complejidad de las problemáticas que las familias más necesitadas ya venían atravesando. “Nosotros detectamos mucha desnutrición; los chicos llegan con mucho hambre, casi sin haber probado bocado en todo el día”, lamenta Analy y destaca que en el marco de la pobreza extrema “se nota que los niños están muy mal, tristes, con piojos y con muchas enfermedades”.

En el merendero.

La deuda con la infancia entonces, queda nuevamente expuesta. Aquello que establecen las leyes y convenciones vigentes para garantizar sus derechos básicos queda solo en letra muerta. Los niños y niñas, coinciden aquellos que eligen activar iniciativas positivas como la de Aanly y otras mujeres de esa zona de Las Heras, sufren. Y no se quejan. Su deterioro parece silenciado. Sus posibilidades de crecer plenos y felices, se acotan.

“Los chicos comen mal; se alimentan de fideos blancos; se come lo que se puede y cuando no se puede se pide. Se nota mucho la necesidad”, cuenta Enzo, un voluntario del oratorio Salesiano San Felipe Neri, ubicado en el barrio 25 de mayo, en Maipú. Desde su óptica, la desnutrición aparece ligada a numerosas causales. “No solo es la cantidad de los que comemos, sino qué comemos y cómo lo comemos”, detalla el referente barrial.

 

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