Derecho a la educación

Polémica por el cierre de un espacio donde adultos mayores y personas con discapacidad aprenden a leer

Se trata de un aula satélite del único centro alfabetización para jóvenes y adultos que funciona en el distrito de Colonia Segovia. La DGE asegura que en el lugar casi no hay estudiantes. Sin embargo, los propios alumnos han salido a defender la continuidad de lo que consideran "su escuela".

Zulema Usach
Zulema Usach jueves, 8 de diciembre de 2022 · 10:06 hs
Polémica por el cierre de un espacio donde adultos mayores y personas con discapacidad aprenden a leer
En el aula satélite del Cebja de Colonia de Segovia personas de todas las edades aprenden a leer y escribir. Foto: Gentileza

Elvira Gallardo siente que desde ese día algo en su alma cambió. Se había prometido lograr el objetivo que tanto había quedado truncado a lo largo de su vida. Cuando tenía ocho años, sus padres murieron, salió a trabajar y de allí en más, los años y las décadas se le escaparon "como el agua entre los dedos": crió a sus hijos, tuvo nietos y bisnietos.

El trabajo -siempre, fuera y dentro de casa- fue la prioridad inclusive en los días en que el cuerpo le decía que ya no podía más. El descanso para ella, nunca fue una opción, deja entrever al compartir tramos de su vida. Fue en segundo grado, cuando era una niña de siete años, cuando pisó una escuela por última vez. Este año, a los 62, volvió a estar frente a una maestra, tomó sus cuadernos y practicó nuevamente la forma de las letras, aprendió a sumar y logró al fin, leer.

Elvira dice que no va a parar hasta tener un diploma que diga: "Elvira Florencia Gallardo terminó la escuela primaria". Así se imagina en un tiempo: más fuerte y con nuevas oportunidades para crecer e incorporar nuevos conocimientos. No porque le falten, pues la propia vida se encargó de enseñarle ya mucho. Lo que Elvira quiere, es sentarse con sus nietos y leerles un cuento, ayudarlos en las tareas y sacar de manera sencilla las cuentas cuando por ejemplo, va de compras. "A mis hijos no los podía ayudar con las tareas cuando eran chicos, pero tengo una nueva oportunidad con mis nietos", mira hacia adelante la mujer.

No es la única que hoy se ha puesto de pie para defender lo que ya siente como una parte de su día a día. Necesita que el gobierno escolar no cambie el lugar en el cual funciona el aula satélite donde -asegura- desde hace meses ha podido escribir una parte de su historia. Donde siente el amor, la calidez, la comprensión y el compromiso del equipo educativo que la ha ayudado a forjar un porvenir. "Este año me encontré con esta escuela y con un grupo hermoso de personas. Todos son excelentes, me han ayudado muchísimo, no solo para aprender a leer y escribir o sacar cuentas, sino que esta posibilidad me da fuerzas para seguir luchando", asegura la mujer, quien junto a otros estudiantes del Centro de Educación Básica para Jóvenes y Adultos (Cebja) N° 3088 , "Jóvenes de Malvinas", ha decidido compartir su inquietud para que el servicio educativo siga funcionando en el mismo lugar.

Una zona signada por el analfabetismo

El centro educativo al que asiste Elvira junto a unas 60 personas de entre 14 y 90 años -según destacan los propios alumnos- forma parte de los 360 espacios formativos destinados a jóvenes y adultos que hay en Mendoza. Dependen en todos los casos, de la Dirección de Educación Permanente de Jóvenes de Adultos de la Dirección General de Escuelas (DGE) y tienen por objetivo brindar formación educativa en los niveles primario y secundario destinado a personas que no han podido iniciar o continuar sus estudios básicos, más allá de su edad. En general, se trata de escuelas donde la mayoría de los alumnos han visto afectado su derecho a estudiar por haber tenido que trabajar desde muy pequeños. Las historias, en cada uno de los casos son particulares pero guardan el denominador común de la pobreza, el abandono y la exclusión.

Justamente, el Cebja que hoy es motivo de polémica tanto por el inminente cierre del aula satélite como por la baja en las horas a los docentes de la primaria (determinada en agosto por la DGE), es el único de su tipo en la zona de Colonia de Segovia (Guaymallén). En ese distrito, las familias se dedican en su mayoría al trabajo en la cosecha (en esta época la del ajo) y en función del incremento de la pobreza y la indigencia, no han tenido más opción que vivir de la recolección, separación y venta de materiales que van a buscar al basural a cielo abierto más grande de Guaymallén.

La llave que abrió nuevas oportunidades

Allí, de hecho, sobre un costado de la Ruta Provincial N°40, en el barrio Nebot, hace 20 años abrió sus puertas la escuela a la que todos conocen como "la escuelita de chapa", donde decenas de personas encontraron en el compromiso de las formadoras, una posibilidad de salir adelante y aprender los saberes básicos para mejorar calidad de vida. Algunos de hecho, lograron terminar allí la escuela secundaria y lograron capacitarse luego para dedicarse a otros oficios. De esta escuela, depende el aula satélite ubicada a dos kilómetros del barrio, en un Centro de Jubilados cuyos terrenos cercanos a la plaza de Colonia de Segovia, fueron cedidos en comodato hace más de 20 años por la Municipalidad.

El aula satélite funciona en las inmediaciones de la plaza de Colonia de Segovia.

El sueño de aprender a leer, escribir y sacar cuentas

Tanto uno como otro sitio educativo -la escuela y el núcleo- forman en su conjunto el Cebja al que hoy sus propios alumnos han salido a defender. En total, ambos lugares tienen una concurrencia de personas que varía según la época del año y las posibilidades, sobre todo, teniendo en cuenta que una buena parte de la matrícula está formada por adultos mayores, que luego de la pandemia de covid quedaron con numerosas secuelas (desde enfermedades hasta profundos miedos). Otro tanto, explican, deben trabajar en la cosecha y por eso muchas veces las propias maestras se acercan a las fincas para llevarles las tareas, retirar cuadernos, de manera que pese a su compleja realidad, todos puedan lograr una continuidad en sus aprendizajes.

"Yo vengo a la escuela todos los días, menos cuando llueve. Vengo a esta escuela desde 2019  porque quiero superarme y un día, poder decir que llegué a cumplir mis sueños; que aprendí a leer y escribir", dice Rosa Molina. Tiene 80 años. Y jamás perdió de vista su meta.

Ahora, que supo que las versiones sobre el cierre de este espacio cercano a la plaza son reales, ha decidido no quedarse callada. Ocurre que si bien la escuela seguirá funcionando en el núcleo (es decir, en el barrio Nebot). entre uno y otro sitio hay dos kilómetros de distancia. Los adultos mayores no disponen de un vehículo y sus condiciones de salud nos les permite ir a pie. A esa situación se suma que a determinados horarios, muchos consideran que es peligroso transitar por la zona por los repetidos hechos de inseguridad. "Necesitamos que la escuela siga funcionando acá y que las personas que puedan ir al núcleo, lo hagan como hasta ahora", destacaron. "Venir a la escuela me mantiene activa y me ayuda a seguir adelante; si me sacan esta posibilidad, ya no voy a poder seguir estudiando", expresa preocupada Rosa y menciona que a esa misma aula satélite asiste un joven con discapacidad.

La respuesta de la DGE

Desde la Dirección General de Escuelas (DGE) dieron a conocer los fundamentos por los cuales, el aula que funciona en un Centro de Jubilados debe ser trasladada. Detallaron que el aula anexa, (la N° 3088/1) está ubicada a dos kilómetros del núcleo donde los alumnos tienen la posibilidad de continuar los estudios. Aclararon que "no se quedarían sin servicio educativo" y agregaron que en realidad, la matrícula total no es de veinte personas, sino que solo "cuatro o cinco estudiantes asisten con regularidad". 

Este panorama, según el gobierno escolar, ha sido comprobado a partir del seguimiento realizado el área de supervisión correspondiente a la zona y argumentaron que "la persona con discapacidad no tiene una discapacidad motriz y sí tiene como resolver el tema de su movilidad". Sobre esto, las familias han sostenido que en función de su realidad y sus posibilidades, el hecho de tener que caminar dos kilómetros por esa zona rural e insegura (donde además para llegar es necesario cruzar las vías del ferrocarril) estaría truncando su acceso a la educación. Además aclararon que en realidad, en los momentos en que las autoridades han ido a inspeccionar la asistencia del alumnado, ha coincidido con épocas de trabajo más fuerte o enfermedades, por lo que han requerido de un seguimiento específico por parte del equipo docente.

Sin embargo, desde la DGE la postura es otra. Plantearon las autoridades que desde 2020 "se viene solicitando un acrecentamiento de la matrícula pero esto no ha sucedido. Con el agravante de que todos estos años no ha habido un convenio con el lugar donde están funcionando porque es una asociación de personas jubiladas y no existe posibilidad alguna de convenio", destacaron a través del área a cargo de la comunicación y añadieron que  "la intención era trasladar este núcleo, pero como en el núcleo tampoco hay matrícula, fue imposible su traslado. Los estudiantes pueden concurrir al núcleo que tienen a dos kilómetros". 

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