Relaciones humanas

Cómo dejar de ser un sabelotodo: 3 tips prácticos para que no te odien por presumir

Seguramente conoces algún ejemplo de personas, que, sin importar el momento, encuentran la forma de hablar con una pretendida erudición y hasta con un tono de superioridad.

Daniel Colombo
Daniel Colombo domingo, 2 de octubre de 2022 · 12:48 hs
Cómo dejar de ser un sabelotodo: 3 tips prácticos para que no te odien por presumir

Los sabelotodo son aquellas personas que, en apariencia, tienen muchos conocimientos y les gusta presumir de ellos. Incluso, aunque no lo sepan, como tienen una gran enciclopedia de datos en su cabeza, opinan absolutamente de cualquier tema y no se cansan de explicar las cosas a los demás.

Hay una realidad: los sabelotodo no son precisamente los personajes más agradables, si bien posiblemente todos tenemos un poco de ese comportamiento de vez en cuando. En estas situaciones, quizás puedas elegir ser humilde en lugar de actuar con arrogancia.

  • Qué es la humildad y por qué te hace más humano

La humildad es una actitud de vida; es la voluntad de reconocer que no sabes de todo, que puedes equivocarte y que no eres mejor que nadie. A la vez significa tener la mente abierta para intercambiar ideas respetuosamente con los demás y valorar las opiniones de la gente, incluso cuando van en contra de lo que crees. También, admitir tus errores y tener la capacidad de aprender de ellos.

Para empezar a ser menos sabelotodo y más humilde, es necesario dejar de lado el ego, que es el espacio de la personalidad que quiere imponerse y sobresalir. Como antítesis, las personas que verdaderamente son grandes, con amplios conocimientos y expertos en su materia no tienen necesidad de mostrarse como sabelotodo. Suelen ser sencillos, fáciles de entender al explicar algo, y pacientes frente a lo que dicen los demás.

Por más que sepan mucho, son gente modesta en su forma de interactuar, respetuosa y comprensiva. Modestia y humildad van de la mano. Hay personas que piensan que, por actuar humildemente van a quedar como débiles ante sí y ante los demás; y es todo lo contrario, porque este aspecto de sensibilidad y vulnerabilidad te engrandece y humaniza.

  • 10 expresiones típicas de personas sabelotodo

Seamos claros: dar una orientación o ayuda, de buena manera, y con ánimo de apoyar, es más que conveniente. Aunque hacerlo en todo momento, incluso cuando no te lo piden ni quieren escucharte, resulta contraproducente, especialmente cuando lo que se quiere es relucir su supuesto saber.

Por si no lo habías pensado, hay algunas frases que utilizan sistemáticamente este tipo de personas, y pueden funcionar como un “detector de sabelotodos” alrededor tuyo. 

Veamos algunas expresiones que usan con frecuencia:

  • “Deberías…”: Te dará un consejo sin que se lo pidas.
  • “Eso no es así, porque…”: Rebate tu idea desconsiderando tu opinión.
  • “Lo que tendrías que hacer…”: Marca el curso de acción que esa persona seguiría, sin siquiera preguntarte si quieres que te de su visión.
  • “Yo en tu lugar…”: Se arroga saber siempre qué es lo más adecuado.
  • “Sería bueno que…”: Indirectamente, te señala que lo que has dicho es “malo”, por eso usa la palabra “bueno”.
  • “Si me permites…”: Te interrumpe para meter su bocadillo cuando siente que ya no aguanta más de las ganas de sobresalir.
  • “Sin querer entrometerme en tus asuntos…”: … Ya se ha entrometido.
  • “Como dijo tal persona-libro-medio de comunicación, etc. …”: Utiliza la validación social apelando a lo que alguien con una supuesta mayor ‘jerarquía’ pueda haber afirmado.
  • “No sé si lo viste, porque hoy justamente yo leí que… y eso me lleva a decirte que…”: Quiere quedar como alguien más ilustrado y capaz que tú.
  • “Déjame explicarte porque, como sabes, sé de estas cosas”: Validación indirecta usándote como trampolín para su “sabelotodismo”.

Piensa que así te pide permiso, aunque no: lo usa sólo para interrumpir y avanzar con su ilustración del tema.

Una de las mejores maneras es saber escuchar y no hablar tanto.

Tips para dejar de actuar como sabelotodo

Para guiarte en el proceso de dejar de ser una de esas personas que creen que se las saben todas y lo exponen con arrogancia ante las demás, aquí tienes estos tres pasos si es que te interesa mejorar en este aspecto:

  • Aprender a escuchar

Una de las mejores maneras es hablar menos y escuchar. Esto significa que frenarás el impulso de interrumpir a la gente, esperarás a que terminen de expresarse, y considerarás sus puntos de vista, que son tan válidos como los tuyos. Una clave de la escucha asertiva es evitar hacer suposiciones o adivinar lo que los demás van a decir, y anticiparte con respuestas a todo. A esto le llamamos “lectura de mente”. Lo que sucede es que los sabelotodo no escuchan para entender, sino para demostrar su sapiencia. Entonces, ten en cuenta que cuanto más escuches, más gente prestará atención a lo que tienes que decir.

En su lugar, muestra interés genuino, haz preguntas para indagar si tienes dudas, y permite a los demás expresarse en toda su dimensión. Para ayudarte, pregúntate antes de hablar: “¿Es realmente útil y necesario lo que quiero decir?”.

  • Deja de intentar ser el mejor

Las personalidades de estilo sabelotodo piensan que son mejores que los demás, aunque en el fondo sienten una enorme inseguridad. Por eso quieren llamar la atención. Cuando lo hacen en forma habitual lo que sucede es que piensan que tienen la obligación de destacarse con sus comentarios y aportes, lo que no sólo irrita a las demás personas, sino que los convierte en el centro de bromas y hasta la tendencia a evitarlos.

En lugar de querer ser el mejor frente a los demás, refléjate en tu propio espejo. Esa búsqueda de aprobación empieza en tu interior, y no necesitas exponerlo en el rostro de los demás. Por eso, frente a la tendencia de ser sabelotodo por inercia porque siempre has actuado así, pregúntate: “¿Cómo me siento internamente si freno el impulso de “dar cátedra” permanente ante los demás? ¿Qué parte de mi se pone en juego?”.

  • Evita compararte con los demás

Los humanos somos criaturas sociales y es natural querer compararnos con los demás. Puede ser útil cuando deseas crecer y avanzar observando cómo otras personas logran sus metas y objetivos que tú también pretendes. Aunque otra cosa muy distinta es vivir midiéndote como si fuese una carrera para ver quién es más inteligente, puede llevarte a sentir frustración y decepción. Compararte con los demás es una gran manera de malgastar tu energía y robarte la felicidad, porque cuando te centras en otras personas, te pierdes de ti. Te pierdes tus experiencias porque estás tan pendiente de cómo te verán los demás, que no te das el
permiso de estar en el aquí y ahora de tu vida.

En este caso, cuestiónate si es absolutamente necesario que te compares y que te surja esas ganas irrefrenables de intervenir de alguna manera para hacerte notar frente a los demás. Preguntas guía: “¿Tengo seguridad y confianza en mí?” y “¿Qué intento
demostrar cuando intervengo queriendo quedar más arriba que los demás?” Como afirma la sabiduría popular, “La opinión de un sabelotodo es probablemente el ruido más molesto que existe”. ¿Qué piensas?.

* Daniel Colombo es facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en alta gerencia, profesionales y equipos.

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