La familia Zapp cuenta cómo fue educar a sus hijos durante un viaje de 22 años

Días atrás, en Cardales, provincia de Buenos Aires, tuvo lugar un encuentro muy particular. Se trató de la “Juntada Atrapa tu Sueño” que busca reunir familias viajeras. Sí, familias cuyo hogar es un motorhome.
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Aunque mucho más descontracturadas, las rutinas domésticas también están presentes en este estilo de vida. La vida viajando no es una vida de vacaciones, es un modo de vivir que también tiene sus reglas y supone asumir responsabilidades como la educación de los hijos.
Por eso, uno de los ejes más importantes de la “juntada” fue el educativo, con distintos talleres y propuestas alternativas para quienes eligen este estilo de vida y crían niños al mismo tiempo.
Los organizadores de este evento son los Zapp, una familia viajera que recorrió el mundo durante algo más de dos décadas. Hernán y Candelaria partieron en el año 2000 desde Argentina rumbo a Alaska en un auto antiguo de 1928 que los acompañó durante toda la travesía.
La idea original era viajar por 6 meses, pero los planes se fueron modificando sobre la marcha. También se agrandó la familia, tuvieron cuatro hijos que nacieron todos en lugares distintos: Pampa, el mayor, en los Estados Unidos; Tehue en Argentina; Paloma en Canadá y Wallaby, el más chico, en Australia. Fueron 22 años y más de 100 países, hasta que este año decidieron volver e instalarse, al menos por ahora, en Argentina.
Los cuatro hijos hicieron el Programa de Educación a Distancia Argentino (SAED), que es una plataforma virtual para quienes viven fuera del país.
Sin embargo, en el año 2018, Pampa quiso probar cómo era “la vida normal de un chico de 16 años” y pidió ir al colegio. Para eso tuvo que separarse de su familia que, en ese momento, estaba viviendo en Brasil. El propio Pampa cuenta en un video cómo vivió la experiencia de adaptarse a la rutina escolar, y la grata sorpresa que se llevó al descubrir que su nivel educativo estaba parejo con el de sus compañeros. También destaca el valor de la amistad y la ayuda que recibió de la comunidad educativa, tanto de los chicos como de los docentes.
Para Candelaria también fue toda una experiencia: “El primer día de clase viví todo lo que las madres viven cuando dejan a su hijo en el jardín de infantes con 4 años de edad… hasta lloré".
Esta historia tan particular abre un interrogante que hoy, en nuestro país, no está resuelto. ¿Es la escuela formal la única manera adecuada de educar? Historias como la de los Zapp y experiencias en otros lugares del mundo nos hacen pensar que hoy, frente a los avances de la tecnología y a la diversidad de estilos de vida, deberían explorarse otro tipo de opciones.