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Desafíos de la escritura en la era digital

La escritura fue el primer medio de comunicación, Desde entonces, cada nuevo medio constituyó un salto en la evolución cultural de la humanidad. En cada uno de estos hitos se volvió sobre la función de la escritura.

Damián Fernández Pedemonte
Damián Fernández Pedemonte domingo, 16 de octubre de 2022 · 09:06 hs
Desafíos de la escritura en la era digital

La soberanía de los medios electrónicos impuso la idea de que la cultura de la imagen estaba arrinconando a la escritura. Pero, al entrar a la era digital vemos que hay texto escrito por todos lados. Además, todos escribimos: en nuestros cuadernos de apuntes, en las redes sociales, en esos documentos de la computadora que esperan ser dados a conocer públicamente. Me atrevería a decir que faltan más lectores que escritores: miles de textos se imprimen y publican en Internet sin nadie que los acoja íntegramente.

La era digital volvió a conmover nuestras convicciones sobre la escritura y sobre el libro al revolucionar todo a la vez: las prácticas, los dispositivos, las técnicas de producción y reproducción de textos. En el mismo soporte - notebook, tablet, smartphone- aparecen hoy textos antes distribuidos por soportes muy distintos entre sí, como los impresos o audiovisuales. Los discursos ya no se diferencian por su materialidad propia: un texto escrito y una foto son igualmente digitales. La pantalla facilita la lectura discontinua y mezclada de fragmentos de distintos códigos, rubricados como para seleccionarlos y conectarlos con otros fragmentos.  Así, el escritor de la era digital recibe una escritura que contiene en ciernes toda la historia de la escritura.

Primero, el paso del texto lineal al hipertexto: la indefinida posibilidad de citar, retomar, asociar el propio texto con la inabarcable textualidad que lo rodea. Efectivamente, hoy la escritura se practica en un contexto de sobre abundancia. Internet, lejos de acorralar
a la escritura, la expandió. Las redes sociales han popularizado la escritura, han hecho públicos géneros de esta que antes eran privados como la entrada de diario o de agenda, la carta o la postal. Segundo, el paso de la escritura que se servía de unos pocos medios y de uno por vez -el libro, el diario, la revista- a la escritura transmedia. La escritura circula por todos los medios, al lado de una imagen fija o en movimiento.  Ella misma es imagen, como deja en evidencia el diseño gráfico.

Para el analista Big Data Lev Manovich el documento fue el "átomo" moderno de la creación, transmisión y memoria cultural: un contenido almacenado físicamente que llega a los consumidores por medio de ejemplares físicos (libro, revista, diario, por ejemplo), es decir, un mensaje que el receptor recibía en un texto completo y cerrado. Hoy cualquier procesador de textos permite insertar imágenes de todo tipo y cuenta con una creciente cantidad de opciones de edición de fuentes, estilos tipográficos, formatos de documento, hipervínculos dentro y fuera del archivo, etc. En las publicaciones de las plataformas mediáticas, como blogs, redes sociales, páginas web, wikis, vídeos o visualizaciones, el texto escrito convive con todos los códigos de la historia de la mediatización. A la vez, el software que da soporte a estas publicaciones amplía las opciones de navegación, edición y compartición del documento.

A pesar de la omnipresencia de la imagen, la escritura sigue siendo estructurante de los paquetes textuales. El código de programación, sin ir más lejos, está escrito. "Debajo de la piel de las pantallas hay kilómetros de lenguaje", el cual sale a la luz cuando se rompe la interfaz que lo recubre. Por ejemplo, al intentar abrir una imagen con un lector de textos veremos una ristra de símbolos escritos. Este nuevo contexto de aparición de la escritura -un océano de textos procedentes de los más diversos códigos unificados en el código digital- transforma la escritura misma. Hoy el escritor se puede parecer a un DJ que reemplaza al músico en el escenario generando samplings a partir de composiciones musicales existentes. En su provocativo libro Escritura no-creativa, Kenneth Goldsmith sugiere: "confrontados con una cantidad sin precedentes de textos disponibles, el problema es que ya no es necesario escribir más; en cambio, tenemos que aprender a manejar la vasta cantidad ya existente".

Este impulso a retomar, encadenar y modificar textos ya estaba en ciernes desde el origen mismo de la escritura. "Gracias a las letras formamos parte del cerebro más grande y más inteligente que ha existido nunca" afirma la escritora e historiadora de libros Irene Vallejo. Hoy existe una escritura aumentada que es la convergencia de la escritura con la edición artesanal como nueva instancia autoral, según lo plantea el escritor y editor Eric Schierloh en su libro La escritura aumentada. Efectivamente, en la autoedición -por ejemplo, en Amazon-, en las editoriales independientes y en general en cualquier edición digital, el escritor interviene en decisiones y propuestas que van más allá del texto y alcanzan al paratexto, los aspectos gráficos, la portada, las piezas de promoción y los periféricos audiovisuales, como podcasts o booktrailers, que enriquecen el texto madre.

El escritor es hoy un escritor hipertextual y transmedia. Las circunstancias de producción de la era digital actualizan toda la historia de la escritura. Es un escritor que interviene en las condiciones materiales del soporte y en la circulación de sus textos. Un escritor diseñador, editor y gestor de su escritura expandida. De modo que quien quiere ser un escritor de calidad, necesita nuevas competencias además de la específica de la escritura, ya de por sí difícil de adquirir. Y esto vale para un cuentista tanto como para un influencer.

* Damián Fernández Pedemonte, Director de la Escuela de Posgrados de la Universidad Austral

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