Opinión

Argentina tiene perspectivas favorables frente a un mundo muy incierto

Para muchos, quizás la mayoría, Argentina esta en la fase terminal de un proceso de decadencia. Recurrentes crisis económicas con impacto social, pésima gestión de la cosa pública y políticos encerrados en sus propios intereses, opuestos estos a las necesidades más básicas y concretas.

Agustín Jaureguiberry domingo, 2 de enero de 2022 · 21:12 hs
Argentina tiene perspectivas favorables frente a un mundo muy incierto
Foto: cronista.com

Pero no todo es lo que parece. Aquí y en resto del mundo. Los países desarrollados, que vimos como espejo, presentan numerosas amenazas más preocupantes que en Argentina. Gobiernos que encierran personas sin justificar, persecuciones a no vacunados, políticos que proponen soluciones fracasadas, grietas sociales en serio como la tremenda división en los Estados Unidos o la cuestión de la inmigración en Europa.

Vaya como ejemplo puntual el plebiscito votado en Berlín en donde tras fallar una ley de alquileres similar a la Argentina, se aprobó la expropiación de nada menos que 300.000 viviendas para que sean parte de la oferta disponible. O, del otro lado del Atlántico, la secretaria de Prensa del gobierno norteamericano culpando a los empresarios por la suba de la carne. Las locuras económicas están en todos lados.

Todo eso sumado a desmembramiento y fragmentación de los sistemas políticos, un hecho que caracteriza también fuerte a América Latina, en donde el caso chileno se consolida. Chile, ejemplo de estabilidad, crecimiento económico, y moderación política, consagra a un Presidente definido como de izquierda.

Piensen en eso para Argentina. No hay ejemplos de políticos que se declaren con esa ideología y ganen la presidencia. Desde ya, porque no lo eran. Está la cuestión del discurso y atraer votantes, hacerse el progre, ¿pero Uds. imaginan un Del Caño siendo electo? ¿Dónde voy con esto?

En Chile se está reformando la Constitución, fruto de las presiones sociales y destrucción intencional del 2019. Un dato, llamativo para muchos, es que dos tercios de los convencionales piensan que la inversión extranjera debe ser regulada o prohibida. Si, eso mismo. Son estos factores los que se miran a futuro

Con ese panorama, la compañía Lundin Mining anunció que migraba desde Chile hacia el país unos USS 500 millones de inversiones. Es una inyección inicial dentro de un proyecto de nada menos que USS 4200 millones. Entre 2020 y 2021, los anuncios del sector para minería y litio totalizaron USS 8757 millones para lugares como San Juan, Catamarca, Salta y Jujuy.

La Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) proyecta que pueden atraerse inversiones por USS 20.000 millones en los próximos 10 años. ¿Puede ser dato aislado? Si, pero no. No se hunde semejante volumen de capital así nomas. Hay cuestiones estructurales determinantes que van más allá del contexto que percibimos.

Con muchos de los líos a nivel global y regional, Argentina es una isla, pero por la positiva. Su sistema político es muy estable, no presenta conflictos intensos y su economía tiene dos factores de producción esenciales: recursos naturales y capital humano. La coyuntura es mala, pero el futuro puede ser mejor.

En esta realidad el mayor problema pasa por la clase gobernante. Todos administran mal el país. El asunto de fondo son las confusiones conceptuales de muchos y la extrema corrección política reinante. En ese sentido, la estabilidad del sistema es negativa. No pueden pensar esquemas alternativos, porque, además, estos conspiran contra su interés

Aun así, las oportunidades abundan. Precios de activos por el piso, empresas de punta que compiten globalmente, el sistema agropecuario más innovador del mundo, la industria del software haciendo punto, una extensión territorial a explotar para el turismo masivo. Visto como negocio, Argentina tiene todo para ganar mucho.

La clave pasa entonces por dar vuelta el modelo mental de los gobernantes. O sigo con la chiquita o pienso como accionista: Agrandar la torta y ser un share-holder más de una empresa que se revaloriza. Me dirán: Ok, clarísimo. ¿Pero en este escenario económico, como hacemos para tener confianza cuando las señales que se envían van en sentido contrario?

Es cierto, los argentinos van a tardar en vender sus activos dolarizados con estos gobernantes. Exportamos agro, servicios de software, carnes, autos a Brasil y no alcanza. Pero son pocos los que ven la que puede ser la segunda exportación: el turismo internacional. Esta industria moviliza miles de millones de dólares en todo el mundo y en economías como España y Portugal, es su sostén fundamental como aportante de divisas.

Durante 2019, a la Argentina arribaron unos 7 millones de turistas que aportaron entre U$5.000 a 6000 millones. Pero la balanza de viajes fue negativa en tanto el turismo emisivo, aun tras las devaluaciones de 2018 y 2019, fue superior. Pero hoy, el escenario cambio. El país es muy barato con el dólar a $200 y, aun sin muchas restricciones, viajar al exterior se ha vuelto mucho mas caro.

Si liberamos la política aero-comercial y levantamos el cepo, tendremos una oportunidad histórica. Una apertura y promoción intensa del país a estos precios en dólares nos puede proveer mayores ingresos y actividad económica dinamizante. Que el gobierno y sus medidas vayan en sentido contrario, no quiere decir que aquello no pueda ser pensado y ejecutado.  

Duplicar la cantidad de turistas (15 millones en total) generaría U$6.000 millones adicionales, agregados a otros U$3.000 millones de ahorros de divisas por reducción del turismo emisivo. En un mundo conflictivo, con la inflación devuelta, con locuras políticas y económicas, la posición de Argentina es de ventaja. Esto puede hacerse ya. Y, lo más importante es que genera trabajo genuino en todo el país y, asunto clave, garantiza el pago de la deuda.

Este es solo un ejemplo de porque Argentina hoy tiene perspectivas completamente favorables frente a un mundo muy incierto. No es necesaria la gran reforma, el gran consenso. El problema de este eje de pensamiento es que antepone los reparos de los actores de veto por sobre lo que verdaderamente se necesita para hacer los cambios. Entonces el programa inicial ya nace limitado por lo que, se dice, no es viable de ejecutar.

El desafío es cambiar el paradigma por uno que tenga en claro por donde pasa la solución concreta a los problemas del país. No hay que pensarlo como algo difícil políticamente. Pasa por ser más práctico y ver las oportunidades de crecimiento.

El modelo del re-distribucionismo no va más. En 20 años agregó 15 puntos de gasto del PBI, y descontados los planes y subsidios a los servicios, la pobreza seria de 60% y la indigencia el 27%. Hay que dejar de mirar alrededor para conservar cada vez menos o levantar la cabeza y observar más allá. El futuro no esta lejos y si hay que apostar, Argentina paga. 

 

*Agustín Jaureguiberry es politólogo, magister en Estudios Internacionales y máster en Políticas Públicas.

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