Historia de vida

"La Hija del Alzheimer": cuando el arte se transforma en salvavidas

Corina Esturla es una artista plástica argentina que encontró en el arte una herramienta para sanar su relación con la enfermedad de su madre y aprender cómo acompañarla en su proceso.

Felicitas Oyhenart
Felicitas Oyhenart domingo, 26 de septiembre de 2021 · 07:29 hs
"La Hija del Alzheimer": cuando el arte se transforma en salvavidas
La artista plástica Corina Esturla y su madre, Susana.

“Cuando me enteré que mi mamá tenía Alzheimer sentí muchísimo enojo, mucha bronca porque me parecía injusto. Toda persona que conocía a mi mamá sabía que era un ángel en la tierra”, cuenta Corina Esturla (44), una artista plástica argentina que encontró en el arte la manera de sanar su relación con la enfermedad de su madre.

Susana, la mamá de Corina, estaba por cumplir los 70 años cuando los médicos le diagnosticaron Alzheimer. Un tipo de demencia que causa problemas con la memoria, el pensamiento y el comportamiento.

Alzheimer Corina Esturla arte
Susana fue diagnosticada con Alzheimer poco tiempo antes de cumplir los 70 años.

Corina, sus hermanos y su madre ya venían de atravesar tiempos muy difíciles durante muchos años con la larga enfermedad de su padre, quien falleció. “Cuando habíamos logrado después de un tiempo encontrar un poco de calma y después de tanta tristeza enterarnos del Alzheimer fue muy doloroso”, confiesa.

Juntos vieron cómo enfrentarían este nuevo desafío que les daba la vida y, principalmente, cómo acompañarían a su madre durante todo el proceso. “Había que aprender a dejarse sorprender, teníamos una idea de lo que podía ser pero también iba sucediendo sobre la marcha”, cuenta Corina.

El arte como salvavidas

Corina por diversas situaciones de la vida tuvo que mudarse al departamento de su madre por unos meses, fue en la convivencia que notó cómo había avanzado el Alzheimer. “Al mudarme con ella vi que la enfermedad había avanzado un montón. Cuando uno está de visita se da cuenta que avanza, pero no sos tan consciente de lo que sucede”, comparte Corina y agrega: “Más allá de la persona que vivía con ella, necesitaba que un familiar estuviese cerca todos los días”. Por ello, tomó la decisión de quedarse a vivir junto a su madre los últimos años de su vida.

La convivencia con la enfermedad llevó a Corina a una profunda depresión, “es muy cruel ver a tu madre morir en vida. Al principio yo lo sentía de esa manera”, confiesa. Todos los días ella se cuestionaba cómo su madre, una mujer tan independiente, tan increíble y con una memoria privilegiada, hoy no podía acordarse de las cosas. “Todo eso me llevó a una angustia y una crisis existencial grandísima”.

Tocó fondo y entendió que todo esto estaba sucediendo para algo y que debía manifestar todas aquellas emociones que sentía. Fue así como el arte apareció como un salvavidas, “fue mi herramienta para poder salir de esa crisis que estaba viviendo por ver a mi madre así, no sé qué hubiese pasado si no tenía al arte como recurso”, sostiene Corina.

La artista recuerda que un día se dijo así misma: “¡basta!”, y comenzó a anotar todas las emociones que tenía por el Alzheimer. En esos días ella se encontraba trabajando en sus obras con una técnica con lana que le daba mucha calma, y creyó que podría aplicarla a una obra que representara su recorrido por la enfermedad de su madre. “Decidí mostrar a través de 7 emociones que me representaran cómo se sienten los hijos de una persona con Alzheimer”, cuenta Corina.

Fue así que le dio vida a su obra: “La Hija del Alzheimer”. El enojo, la tristeza, el miedo, la ansiedad, la culpa, la ternura y la aceptación, fueron esas siete emociones que elegidas por la artista para ser plasmadas en sus cuadros. 

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Corina junto a sus cuadros de la obra "La Hija del Alzheimer"

“Cuando anoté las emociones en un papel eran muy dolorosas, cuando las trasladé al bastidor tomaron otro significado, con los cuadros tomó otro significado la enfermedad y también mi madre. Yo acepté a mi madre con esta enfermedad y agradecí por esas dos madres que tuve. La primera, una madre amorosa, con una memoria privilegiada y siempre al servicio de todo el mundo. La segunda, ya no con esa memoria, pero una madre inocente, una madre niña, una madre que disfrutaba de bailar, cantar y comer y era super amorosa”, agrega.

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El enojo, el miedo, la culpa y la tristeza representados por Corina en su obra.
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La ansiedad y la culpa representadas en "La Hija del Alzheimer".
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La aceptación y la ternura como final del proceso de sanacion.

Mientras Corina creaba su obra su madre estaba al lado, acompañándola como siempre, eso fue algo muy satisfactorio para ambas. “Hice los cuadros mientras vivía con mi mamá y ella me celebraba cada uno de ellos, los aplaudía y me felicitaba. Para ella todo lo que hacía era lindo, sin saber qué había detrás”, recuerda.

Corina sabe lo difícil que es atravesar el Alzheimer, tanto para la persona diagnosticada como para los afectos. Y a través de su obra busca poder transmitir su experiencia a aquellos que se encuentran acompañando a la persona que tiene la enfermedad

“Primero hay que conectar con uno mismo y expresar a través de diversas herramientas lo que uno siente, para luego aprender a ser empáticos con la persona con Alzheimer. Debemos salir del victimismo y ponernos en los zapatos de la persona que lo padece”, recomienda Corina y agrega: “La manera de vincularnos con la persona con esta enfermedad es entender que hay muchas cosas que aún quedan en ella, pero a su vez muchas cosas nuevas que aparecen. Por eso hay que escucharlos, observarlos y comprender que hay una nueva persona frente a vos”. 

En el proceso creativo Corina sanó y al sanar pudo acompañar a su madre desde otro lugar y entender que “el Alzheimer es presente, nos enseña a vivir el aquí y ahora”.

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