Historia de vida: lo tenía todo y lo perdió por la crisis del 2001
Pablo Aguiar tenía 30 años cuando vio cómo su trabajo con sueldo en dólares en Puerto Madero se esfumaba en muy poco tiempo.
Por Rodrigo D'Angelo y Maximiliano Ríos
Al revisar el calendario, la memoria trae recuerdos poco agradables. El 20 de diciembre del 2001 es una fecha muy triste para el país. El corralito provocó uno de los momentos más dramáticos de la historia argentina y las secuelas todavía persisten en las innumerables historias de miles de ciudadanos que vieron cómo se esfumaban sus ahorros y esfuerzos de muchos años de vida.
Entre ese caudal de tristeza, la historia de Pablo Aguiar es aún más trágica. En aquel entonces tenía 30 años y su vida era puro éxito: cobraba en dólares y trabajaba en Puerto Madero para “El Sitio”, una de las tantas empresas de internet que aprovechaba el boom de las “punto com”. El sueño americano en pleno Buenos Aires.
Sin embargo, no era ajeno a la realidad que atravesaba la ciudad de la furia, ya que recuerda cómo percibía todo lo que veía: “Se hablaba de sueldos en dólares, al nivel de Estados Unidos. El ambiente en Puerto Madero era de otro planeta. Era estar en Nueva York. Pero a la vez nos dábamos cuenta que algo estaba por explotar”.
Para contextualizar aún más lo que se estaba viviendo y, también, lo que estaba a punto de pasar, hay que hacer un breve resumen de aquellos fatídicos meses del 2001. En primer lugar, el ataque a las Torres Gemelas en la Gran Manzana ocurrido en septiembre había generado su impacto en Buenos Aires. “Había mucho miedo de un atentado”, recuerda Pablo. Casi en simultáneo, una punta afilada estaba cada vez más cerca de romper la burbuja financiera de las “punto com”. Todo formaba una bomba de tiempo a punto de estallar.
“En Argentina, que estaba a punto de explotar, estas empresas fueron las primeras que empezaron a irse porque sabían lo que se venía”, recordó.
Debido a que su empresa dejó de estar en el país, se quedó sin trabajo y lo siguiente era cobrar la indemnización correspondiente, aunque aquí hubo otro problema aún mayor: “Los trabajadores tendemos a hacerla más corta y llegué a un arreglo, pero por el corralito no pude sacar la plata y perdí mis ahorros”. Sí, en un breve período pasó de probar las mieles de un sueldo cotizado a no tener nada.
Divorciado y sin dinero, Mendoza era la única opción
Parecía que no había ninguna escapatoria ante semejante escenario. El panorama era desesperante. Hasta que el mapa le indicó una provincia al oeste de Argentina, una que “parecía un paraíso comparado con el estrés que se vivía en el microcentro de Buenos Aires”.
Mendoza surgió como una nueva posibilidad debido a su situación no solo económica, sino también familiar: “En el medio de todo esto, me separé de mi exmujer que se vino a vivir a Mendoza con mi hija”, explicó Pablo, que a pesar de rememorar esos días tristes, su sonrisa no se apaga.
De hecho, cree que las cosas no se pueden recuperar: “Lo que pasó, pasó. Sí me produjo un gran cambio en mi vida porque sucedió cuando tenía 30 años; también representó un cambio desde lo laboral; me cambié del lugar donde vivía e inicié una nueva vida en Mendoza. Me encanta vivir acá”.
El pasado y el presente no tienen mucha conexión
La pandemia ha debilitado la economía a nivel mundial, y en el caso de Argentina, las consecuencias son aún peores.
No obstante, Pablo no cree que la crisis financiera actual tenga similitudes con lo ocurrida a principios del siglo XXI: “Fundamentalmente, no hay dólares ahora. En ese momento estaban de verdad porque si yo me compraba un pasaje de mil dólares para ir a Estados Unidos, eran mil dólares. Mil pesos eran mil dólares. Todo eso explotó, pero ese no es el contexto que tenemos ahora, ni parecido. Ahora sí hay una gran crisis pero no es de la misma naturaleza”.
“Sin duda fue una previa y un después que definió a nuestra generación. La gente que tiene más o menos mi edad lo tiene en cuenta al momento de hacer un análisis sobre la política, hacia donde vamos y lo que nos puede pasar si optamos por determinados caminos, por más que no se note. Espero que nos haya dejado ciertas enseñanzas”, concluyó entre risas.

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