Efecto reforma laboral

Cómo es emigrar a Nueva Zelanda, donde en un mes se consigue empleo

Nueva Zelanda tiene el desempleo más bajo desde 2008. Un emigrante argentino cuenta cómo funciona su régimen laboral flexible. "Perdí tres veces el trabajo y siempre, en menos de un mes, conseguí otro mejor", dijo. Explica que hay negocios que muchas veces no pueden abrir por falta de personal

Horacio Alonso
Horacio Alonso viernes, 5 de noviembre de 2021 · 08:00 hs

Roberto es argentino, hace cinco años que vive en Nueva Zelanda y todavía se sorprende: “Es muy loco lo que sucede acá en materia laboral. En uno de cada tres negocios vas a ver un aviso pidiendo personal y en las empresas pasa lo mismo. Yo me quedé tres veces sin trabajo y, en menos de un mes, conseguí otro y mejor”.

En los últimos días, los medios locales publicaron un dato contundente. El desempleo en ese país cayó a 3,5%, el nivel más bajo desde el 2008. La explicación para llegar a este resultado la tiene este emigrante argentino, especializado en informática: “Muchos creen que las leyes laborales se necesitan para proteger a los trabajadores. Mi experiencia, en este país. me demuestra que no es así. Todo lo contario. Cuanto más flexible es el mercado, mejores condiciones de empleo se crean”.

Con la llegada de la pandemia, Nueva Zelanda cerró sus fronteras, lo que golpeó al turismo, una de sus fuentes de ingresos más importantes, que representa alrededor del 10% del PBI. Toda la economía se sintió afectada, pero el Gobierno dispuso utilizar fondos provenientes e varios años de superávit para evitar que las empresas despidieran personal. 

Pasado el peor momento de la cuarentena, la economía comenzó a recuperarse fuerte y, en la actualidad, en muchos sectores falta mano de obra. “En los supermercados, los cafés, los restaurantes, siempre hay carteles pegados solicitando empleados. Hay algunos restaurantes que no pueden abrir algún día de la semana porque no tienen personal. Es insólito” comentó a MDZ.

Roberto explica que no es sólo un sistema laboral flexible. Las otras dos patas del crecimiento de este país, uno de los que tiene mejor nivel de vida. Por un lado, la apertura económica. “Acá no hay restricciones para comprar nada del exterior. Si ves una oferta de un celular en Estados Unidos, lo comprás y en una semana lo tenés. Con todo pasa lo mismo”.

El otro tema es el impositivo y la cuestión fiscal: “Acá hay mucha conciencia en la gente de que cada dólar que gasta el Estado, sale de los impuestos y se exige mucho para que se gaste bien cada dólar porque sale de la gente”, explicó Roberto.

Hay dos categorías básicas en la cuestión laboral. Los inmigrantes necesitan tener un trabajo en relación de dependencia. En tanto, los residentes pueden trabajar, además, mediante la modalidad de contratos temporales.

En el primero de los casos, no cuentan con los mismo derechos que los residentes como, por ejemplo, el seguro de desempleo.
En ningún caso hay indemnización por despido, pero para Roberto esa no es una desventaja: “Con una tasa de desempleo de menos de 4% y una gran demanda laboral, si tengo que elegir como empleado entre conseguir trabajo rápido siempre contra recibir una indemnización y estar sin trabajo por un tiempo largo,  prefiero la primera opción. Me acuerdo el caso de mi padre, que trabajaba en una fábrica que se cerró, y no pudo conseguir un trabajo similar. Un mercado laboral dinámico es mejor”.

Cuando una empresa necesita hacer una reducción de personal por caída de actividad, se realiza un proceso interno denominado “redundancia” para decidir qué empleado es el que se debe despedir. Esa persona pasa a cobrar un seguro de desempleo hasta conseguir un nuevo trabajo. Está claro que, por la demanda laboral que existe, lo puede hacer en algunas semanas y que esa cobertura social es más baja de lo que se puede ganar en un empleo, lo que alienta a volver a ingresar al mercado de trabajo lo más rápido posible.

El PBI per cápita de Nueva Zelanda es de unos US$42.000, mientras que en la Argentina ronda los 8.000, tomando el cambio oficial. Sin embargo, este país no fue siempre tan próspero. Hasta los 90, tenía serios problemas económicos, por un modelo intervencionista que se dejó de lado, radicalmente, por una economía de mercado.

Roberto vive en la capital del país, en Wellington, una ciudad de unos 210.000 habitantes. Manda a sus dos hijos a una escuela pública. “Acá son muy buenas. Uno elige dónde vivir, según la escuela a la que uno quiere enviar a los hijos. Hay un registro que muestra el nivel de cada escuela y se elige por eso”. También la salud es pública.

La posibilidad de acceder a una vivienda es grande, ya que los créditos son a tasa baja y a plazos largos. “Tengo una compañera de trabajo, de 24 años, que se compró una casa a pagar a 30 años. El sistema funciona”, aseguró a MDZ. Con esta estructura, un salario mínimo alcanza para poder vivir bien, ya que sólo debe destinarse a vivienda, alimentación y transporte.

“El contraste es muy grande. Hace varios años que vivo acá y no me dejo de sorprender. Siento que la Argentina está empantanada discutiendo que, en gran parte del mundo ya están resueltas”, se lamentó.

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