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La historia de las etiquetas de vino de la mano de Carolina Saguan

La diseñadora gráfica, especializada en etiquetas de vino pasó por MendozAprende y conversamos acerca de la historia de las etiquetas y el proceso creativo que hay tras ellas. Si sos fan de esta pasión mendocina no podés perderte esta nota.

Paola Arcana
Paola Arcana domingo, 26 de julio de 2020 · 20:17 hs
La historia de las etiquetas de vino de la mano de Carolina Saguan

Carolina Saguan es diseñadora gráfica con más de 10 años de experiencia, especializada en etiquetas de vino, que ha tenido a su cargo el diseño de etiquetas de prestigiosas bodegas. Apasionada por la cultura del vino, charlamos acerca de la historia de las etiquetas, del proceso creativo, el desarrollo de las bodegas en nuestra provincia y reflexionamos sobre lo que esta pandemia nos está dejando con el correr de los días. 

Repasá la entrevista completa que hicimos en MendozAprende en el vivo de Instagram de MDZ online y además recorré las imágenes de sus destacados diseños. 

Haciendo un poco de historia respecto de las etiquetas, Carolina nos contó que el origen de las etiquetas se remonta a la época en que los romanos y egipcios etiquetaban las ánforas vínicas, incorporándose en el siglo XVIII la utilización de otros elementos como el metal y ahí es cuando se comienza a comercializar el vino que aparece en las etiquetas de papel escritas a mano, que identificaban el contenido de las botellas. Los historiadores dicen que fue en los monasterios, precursores en la elaboración del vino, donde se encontraron las primeras etiquetas de papel; la primera pertenecía al monje Perignon, quien dio lugar a la denominación del famoso Champagne Don Perignon.

Luego es en el siglo XIX con la aparición de la imprenta que la etiqueta de vino deja de ser sólo la identificación del contenido de la botella para dar lugar a una expresión artística en sí misma, incluso las primeras etiquetas fueron realizadas por artistas destacados de la época como Picasso, Dalí.

Respecto a los inicios de su carrera Carolina si bien se recibe de diseñadora ingresa en el mundo de las bodegas como asistente de marketing, es luego de 7 años de estar trabajando en importantes bodegas que decide dar un paso al costado para dedicarse a su pasión por el diseño, que al iniciar su carrera inmediatamente confluye con su experiencia previa en el mundo de vino y desde el inicio se inclina hacia el diseño de etiquetas.  

- ¿Cómo es el proceso creativo para pensar una etiqueta; hay ciertos parámetros o tenes total libertad para crearla? 

-Si bien hay una gran influencia del arte,  a diferencia de ella no es algo que queda a libre interpretación del observador. A esta función estética y emotiva del arte, se agrega el proceso de comunicación en que tenés un emisor, que es la bodega; un receptor, que es el consumidor y un codificador de ese mensaje, que es el diseñador que integra las emociones, sentimientos y el contenido del vino. En este punto es muy importante la mayor cantidad de contacto posible con la bodega, a veces es el enólogo y otras con el departamento de marketing que está empapado de lo que quiere comunicar.  Luego  toda esa información pasa por mi cabeza como un prisma, se integra y se refleja en la etiqueta. 

- Tenés por un lado la marca, que de por si ya comunica algo que hace a la impronta de la bodega, luego el enólogo que creó ese vino y por otro lado el departamento de márketing que sabe de la mejor estrategia. ¡Tenes que tener buena capacidad para integrar!

Cuando daba clases en la Universidad decía que ese es el desafío codificar lo que quiere el enólogo, lo que la bodega expresa y lo que el consumidor desea, en una etiqueta de 10 cm. 

En mis inicios como diseñadora mi trabajo se destacó por lo rupturista, mis etiquetas salían del molde y rompí con esos esquemas de la mano de Matías Michellini, prestigioso enólogo, que también estaba sacando a la enología del molde. Con él diseñé mi primera etiqueta “Demente”, hace 11 años atrás y no era en aquella época una etiqueta correcta, también el nombre lo diseñamos juntos y fue disruptivo, implicaba un juego de palabras de la “locura” del vino como lo calificaba el enólogo y que no podía nombrarlo así porque ya estaba registrada, entonces quedó demente, como una locura pero más pensada. Esta etiqueta hoy, pese a que se rediseñan cada cinco años por lo general, permanece vigente, fue muy vanguardista. 

- Escucho mucho esto de un mercado muy efímero que prioriza lo que la gente quiere que pegar el golpe de efecto disruptivo y vanguardista, en lo que tiene que ver con el mundo artístico o creativo.  

- La libertad en este caso son las mayores alas que podemos tener, que te den confianza te abre un espectro de ideas, necesitás que no te las castren desde el principio. Pero también en esto importa la magnitud del proyecto, no es lo mismo diseñar algo pequeño que para una bodega más grande que su impronta e identidad están en juego en cada paso del diseño. Hay casos y casos porque tampoco es lo mismo una bodega familiar que una que pertenezca a un grupo que es una unidad de negocios más de ese grupo. La variedad de clientes es infinita.

- Por otro lado imagino que en relación a los varietales también varían diferentes notas que se quieran resaltar.  

- Comenzó una tendencia en la que todas las bodegas además de la línea de vinos que elabora,  sacaron un rosado tipo piel de cebolla y comenzaron códigos nuevos para esos vinos que no estaban en la línea de la bodega. El rosado se despegó de ser parte de esa línea. Siempre digo que los rosados son como el perfume de la bodega, siempre tienen su botella distinta, una etiqueta más elaborada, que es muy similar a un perfume. El desafío en ese caso es que no sea femenino para no limitar al público masculino. 

- Un seguidor dice que lo que vende son las etiquetas. Vos, ¿qué opinas, es así? ¿qué pasa si no hay un buen vino atrás o al revés si hay un vino excelente con una etiqueta no tan buena?

- Creo que estamos en un mundo totalmente visual, donde todo empieza por los ojos y es así que la primera aproximación que uno tiene es la etiqueta, a no ser que tengas recomendaciones previas. La etiqueta es además un elemento aspiracional, cuando te invitan a una cena, llevás un vino que ademas de saber que el vino esta bueno pensás en cómo se va a ver ese vino en la mesa. Actualmente el mercado está muy dirigido al público millenials que son grandes consumidores de vino, y constantemente me piden que las etiquetas sean instagrameables, es decir, que sean tan estéticas que les saques una foto y las subas a tu Instagram y tenga miles de likes. 

- Respecto de la botellas y su forma, te preguntan si juega de alguna manera la forma de la etiqueta con la botella y también te preguntan si vos la elegís 

- En Argentina no tenemos gran variedad, no es Francia donde las vidrieras hacen botellas especiales; entonces cuando se puede participo pero en el 90% de casos ya viene definido tanto la botella como el cierre. Pero en  Rose S´il Vous Plait – vino de Pulenta- si intervenimos en la botella que es importada, la nota de cata está escrita en la cápsula, es decir, fue un diseño más salido del molde, me gustaría intervenir más en la botella pero no tenemos tantos recursos, aunque fortalece la creatividad el tener pocos recursos. 

- ¿Cómo te inspirás? 

- Me siento una bendecida porque mucho pasa en el momento del brief y la charla y creo que esto se ha dado por el ejercicio de hacer etiquetas, llevo más de 150 etiquetas en 10 años, y en ese ejercicio ya hay cosas que empezás a interpretar sobre lo que le va a ir a ese producto. Pero el estrés frente a la hoja en blanco es el mismo de hace 11 años para mi, sumado a que en mi caso no soy un estudio sino unipersonal. La retroalimentación es propia, pero por suerte siempre llega la iluminación. 

La mayoría de las veces en que planifico me bloqueo, entonces prefiero dejarlo así ya que mi modo de trabajo quizás no sea el mejor pero que me siga dando los mismos buenos resultados que hasta ahora. Mis mayores inspiradores son mis hijos, porque tienen otra energía, otra capacidad de resolver problemas o inquietudes, también me gusta mucho ver, me encanta todo lo que sea visual estético, me gusta mucho la moda, viene por un montón de lugares. En cada etiqueta además algo tengo que estudiar, por ejemplo para Santa Julia tenia una etiqueta con mosaicos e investigué sobre ellos.

- ¿Cuáles son las notas que distinguen tus etiquetas? 

Hay algo que digo siempre que trato de mantener en el tiempo, no sé hacer una etiqueta estética solamente, yo necesito hacer etiquetas que cuenten historias respetando al enólogo o bodega que está detrás. El vino tiene todo un tiempo de elaboración, hay un sacrificio desde lo humano y eso amerita un respeto y compromiso que  se tiene que contar en la etiqueta.

-¿Crees que Mendoza está imponiendo un estilo marcado en las etiquetas? Y te pregunta Nadia Harón ¿cuál crees que es el motivo de que grupos internacionales recurran cada vez mas a diseñadores mendocinos? 

-Creo que estamos siendo vanguardistas, y hablo de todos los estudios de diseño argentino y especial los mendocinos, quizás porque tenemos el plus de haber vivido en el viñedo en algún momento y vivimos el vino desde adentro, respiramos vino , casi todos estuvimos en contacto con bodegas desde chicos, la tendencia hoy de bodeguear y el impacto del turismo. El costo de la mano de obra, que es más barata, también creo que es otra variable, buena mano de obra a bajo costo es negocio.

- ¿Cómo evalúas la evolución en Mendoza desde la época de bodegas de nuestros abuelos a la llegada de las inversiones extranjeras?

- Lo que paso fue que se profesionalizó el vino y eso lo llevó a otro nivel, a otros países, nos hicimos responsables de lo que se exportaba, porque Argentina hizo bastante cosas no éticas con el vino y las exportaciones. Tuve la oportunidad de ir a Napa Valey que creía que era el Disney del vino y me di cuenta que comparativamente Mendoza y Argentina no tiene nada que envidiarle; si tuviéramos más recursos podríamos ser la meca.  La única contra que le encuentro es que a veces se pierde el alma del vino, hay muchas bodegas que tienen pasión y alma y se nota y otras que venden grandes cantidades de vino pero que sus vinos no tienen alma. 

- ¿Dónde crees que está la meca del diseño?

No esta en ningun lado afuera, la podes tener en la biblioteca de tu casa o en el iphad, es todo lo que haces después, en un mundo globalizado tenemos cursos al alcance de la mano, no nos hace falta viajar para acceder a mayor información. La meca está en uno. 

- ¿Qué reflexiones te ha dejado esta experiencia de pandemia y la cuarentena?

- Soy muy positiva en esta cuarentena que hay que tomarlo para reinventarse y he descubierto que las distancias se han acortado mucho más que antes, con plataformas hoy podés hablar con personas de diferentes países. 

Salir del miedo es fundamental. Soy consciente que hay gente que la está pasando mal, hay muchos trabajos y profesiones frenadas, que quizás te lleva a dar un vuelco de 180 grados, tomar esto como un pequeño empujón que te tira para adelante, para mejor. 

En el úlitmo tiempo la vidame cambio muchisimo y tome una frase muy cierta para mi que es “tirarse al abismo te salva” y se trata de eso de animarse, ¿qué puede ser lo peor que nos puede pasar? ¿caer a la nada misma?, algo va a aparecer. Mis hijos me esenan eso, no tienen miedo, confían en que algo va a aparecer.  

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