Neuropsicología

Fin del confinamiento: ¿Está bien esto que siento?

Siempre que llovió paró y el tan esperado regreso a la “casi normalidad” ha desencadenado dudas acerca de emociones y actitudes. ¿Querés enterarte? Seguí leyendo, te contamos.

Cecilia Ortiz viernes, 12 de junio de 2020 · 08:42 hs
Fin del confinamiento: ¿Está bien esto que siento?

“Descubro que busco excusas para no salir, y cuando salgo, me da como ansiedad, me palpita rápido el corazón, estoy pendiente de quién pasa al lado mío, no sé, creo que sólo adentro de mi casa estoy segura”, me cuenta Mabel muy angustiada. 

Ella, como muchas otras personas, han decidido consultar porque encuentra difícil manejar lo que siente. 

“Es raro, porque me la pasé esperando el momento de ver a mis nietos, y, cuando los veo, tengo miedo de que se acerquen, por el contagio. Es feo sentir esto, son mis nietos y los adoro”, relata Josefa, intentando controlar las lágrimas que inundan su mirada.

Ansiedad, angustia, ¿está bien sentir esto?, ¿Corresponden estas vivencias cuando lo que anhelábamos era retomar nuestra libertad? ¿Qué estragos causó el aislamiento en nosotros? 

Beth Healy es una médica inglesa elegida por la European Space Agency para investigar las consecuencias del aislamiento en el estado físico y mental. Su misión fue internarse 105 días en Concordia, Antártida. Conocida también como “Marte blanco”, la zona es lugar de entrenamiento de futuras misiones espaciales. Lo que pudo constatar es que el aislamiento altera significativamente la salud mental de las personas, repercute negativamente en la salud física y modifica conductas. “El aislamiento prolongado es similar a una tortura”, cuenta, “las consecuencias impactan en el organismo y se prolongan bastante tiempo después de recuperada la vida normal”. 

Healy comprobó que, una vez superada la etapa de aislamiento, el sistema inmunológico se debilita y el sueño se altera en casi el 58% de las personas. Este panorama abre las puertas para el surgimiento o evolución de otras patologías. 

A nivel psicológico, las consecuencias del aislamiento incluyen: tristeza, depresión, angustia, ansiedad, miedo, alteraciones cognitivas (atención y memoria), dificultad para tomar decisiones, confusión, aumento de creencias negativas. 

Contextualizándonos en la pandemia, la vivencia de amenaza contra la vida puede desencadenar hoy síntomas correspondientes a un estrés postraumático: evitar lugares, situaciones, actividades, personas concebidas como peligrosas, angustia, pensamientos negativos o catastróficos, desesperanza, irritabilidad, dificultad en las relaciones interpersonales, alerta constante, alteraciones del sueño.

Danilo Bzdok, de la Universidad Mc Gill y Robin Dunbar, de la Universidad de Oxford, han llamado la atención sobre las consecuencias negativas del aislamiento por esta pandemia en los adultos mayores. La reducción de estímulos sociales, del contacto físico y la supresión de rutinas ha afectado significativamente el sistema inmunológico de nuestros ancianos; además, “asistimos a un aumento de casos de Enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia”, concluyen. 

Las estrategias de afrontamiento de cada individuo juegan un papel fundamental. Una proporción de la población ha podido, y puede, recuperar sus rutinas sin mayores cambios. Otros, están intentando sortear obstáculos.

Entonces, no debemos preocuparnos por si está bien o mal lo que sentimos. Son respuestas adaptativas de nuestro organismo ante una situación que implicó peligro y ante la falta de contacto social.

Las personas que integran el grupo considerado de riesgo de padecer alteraciones psicológicas causadas por el aislamiento son:

- Pacientes con afecciones preexistentes de salud mental (ansiedad, depresión, trastorno obsesivo compulsivo, etc.)

- Personas mayores que han transitado en soledad la cuarentena

- Personas con discapacidad física o mental

- Personas con duelos recientes

- Personas hospitalizadas

- Personas que sufren violencia doméstica

- Personas con historia de abuso de sustancias tóxicas

Lo aconsejable es vivir cada día con los desafíos con que se presenta, evitando hacer pronósticos y pensar en situaciones hipotéticas. En esta época de transición, lo ideal es tenernos paciencia, permitirnos sentir lo que sentimos sin enjuiciarnos, no sobreexigirnos y pedir ayuda si los síntomas son excesivos e interrumpen nuestra cotidianeidad.

Lic. Cecilia C. Ortiz / Neuropsicóloga / licceciortizm@gmail.com

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