#Wok

Efecto cuarentena: con el virus los que vamos mutando somos nosotros

Como se está viendo, el aislamiento saca el ángel y el demonio de todos. Se podría decir que nada será igual, pero para qué ir tan lejos: ya nada es igual. Mientras aprovechamos el vaso medio lleno del resguardo preventivo, dejemos para la pospandemia los debates centrales.

Rubén Valle
Rubén Valle sábado, 11 de abril de 2020 · 07:00 hs
Efecto cuarentena: con el virus los que vamos mutando somos nosotros

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No podemos darnos la mano ni abrazarnos. La distancia, ante todo. No salimos a la calle si no es no imprescindible, ni visitamos a nuestros familiares aunque los extrañemos más que al fútbol del domingo. De eso se trata respetar el abc del protocolo anticoronavirus. Sin embargo, el dato contrastable de que el maldito virus ha dado vuelta literalmente todo está revelando otros perfiles, sin duda impensados de no mediar una pandemia con la que es imposible negociar. Supura como nunca antes lo bueno y lo malo de cada uno. La pulseada del ángel y el demonio de cada cual.

De ahí que las aguas estén divididas. Para algunos el imprescindible aislamiento social está sacando lo mejor de la humanidad (salvo, claro, esas excepciones que son noticia mundial por estúpidas o suicidas) y para otros no hace más que consolidar lo que se sabía de antemano: el que es buena leche lo amplifica ante la adversidad y el que es un jodido lo confirma y hasta se pavonea pese a lo sensible del contexto. 

La médica y escritora Mónica Müller, autora del libro Pandemia: virus y miedo, decía el otro día en MDZ Radio lo que muchos pensamos sotto voce: "Me encantaría creer que esta situación de pandemia nos va a cambiar, pero no va a modificar nuestra esencia". Para la especialista, la clave de todo es que somos primates. "El gran error es creer que somos racionales, pero en el fondo de nuestro cerebro somos primates. Y en las situaciones de pánico el mono toma el mando y nos hace actuar de forma irracional. Si fueramos racionales no destruiríamos el planeta en el que vivimos". 

Sin profundizar como lo hacen los filósofos y pensadores más relevantes del momento en Sopa de Wuhan, el libro compilado por el argentino Pablo Amadeo, la percepción cotidiana es que en la obligada cuarentena también surgen y se multiplican los gestos solidarios, el apoyo emocional y también el económico, la creatividad al servicio de facilitar la vida al otro. Incluyamos aquí las aplicaciones y plataformas para compartir contenidos, enseñar y aprender, y hasta para realizar o evitar engorrosos trámites personales. 

Para sobrellevar el encierro, hoy se comparten más que nunca -y gratuitamente- libros, películas, videos, documentales, videojuegos, obras de teatro y las más variadas expresiones artísticas, gracias a esos maravillosos puentes que a veces pueden ser las redes sociales. También creaciones inéditas que, en virtud del momento epidemiológico, ameritan ser compartidas aunque todavía no tengan el moño final. En algunos casos se trata de trabajos embrionarios (un cuento, el fragmento de una novela, una canción sin arreglos) que al autor le permiten ir sondeando cómo funcionan y, seguramente, en base a las devoluciones y la reacción general podrán contar con un excelente testeo para ratificar o rectificar el rumbo de sus obras. 

Estos tiempos de pandemia no dan margen para la indiferencia o el sacarle el culo a la jeringa, como diríamos en el barrio. Y en esto hasta la clase política está acusando recibo, aunque un tanto incómoda. La presión social ha sido -y es- tanta que, salvo casos puntuales, un gran número de funcionarios de gobierno, concejales, legisladores y jueces tuvieron que pactar un recorte de sus sueldos (como si fuera un acto patriótico y no ganaran muchísimo más de lo que merecen o aportan) para contribuir a sustentar la lucha contra el coronavirus

Lo más importante de haberles tocado la sensibilidad de sus bolsillos es que se abrió un inevitable debate para la pospandemia: ¿la inmensa y carísima estructura política de nuestro país podrá seguir como antes? ¿Lo aceptaremos sin peros los ciudadanos, léase los votantes? ¿No llegó la hora acaso de encontrar una lógica salarial donde un docente no gane tantísimo menos que un edil o un ignoto asesor de un legislador? 

Dejo flotando las palabras de la doctora Müller y al que le quepa el sayo que se lo coloque, previo lavarse bien las manos: "Somos un animal raro, malo. No creo que cambiemos. Algunos hábitos cotidianos sí cambiarán, pero lo esencial no. Eso sí, va a servir para que muchos reflexionen". 

#ElResaltador

El mundo le clava el visto

"La negación es un consabido mecanismo psíquico que sirve para no enterarse de aquello que no se quiere saber. Es una especie de bloqueo que se activa para que ciertas cosas no afecten, un muro que se interpone frente a aquello que existe pero nos complica, una barrera defensiva. Se la emplea asimismo para zafar frente a otros de ciertas situaciones comprometedoras, como un escudo que se levanta para tapar y para taparse. Trump es un campeón en la disciplina. Pero además es el presidente de los Estados Unidos, lo cual potencia la negación al nivel de política de Estado... Dice que no y se encoge de hombros. Dice que no y pone trompita. Dice que no y lo tuitea, para que el mundo le clave el visto".

{ Martín Kohan, escritor, en su columna en Perfil }

#LaDataFlora

  • Cálculos realizados en base a los ingresos de los 24 clubes de la máxima categoría, el fútbol argentino produce $30 mil millones al año.
  • Según el balance de la Superliga 2019/2020, el negocio de la TV le representó al fútbol un ingreso de $5.770 millones brutos.
  • Debido al parate obligado por la emergencia sanitaria del coronavirus se estima una pérdida de $10 mil millones sólo considerando las cifras de la Primera División.

Fuente: Clarín

#SegúnPasanLosAños

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