literatura infantil

Cristina, la maipucina que estimula la lectura en los niños

Cristina Yáñez es una maipucina cuya pasión por la literatura infantil la incentivó a guiar a los más pequeños en un universo repleto de magia, entretenimiento y conocimiento del mundo, a través de un club de lectura en la biblioteca municipal y una nueva librería.

Nicolás Munilla
Nicolás Munilla sábado, 29 de febrero de 2020 · 07:08 hs
Cristina, la maipucina que estimula la lectura en los niños
Foto: ALF PONCE / MDZ

Despertar el amor por la lectura en niños y adolescentes no es tarea fácil y requiere asumir enormes desafíos para su apuesta, en un contexto de hiperestimulación tecnológica desde edades tempranas y de transformaciones de los valores donde el libro parece no encontrar su sitio de recepción.

Por ello es muy importante la tarea de los ‘mediadores de la lectura’, personas que vinculan a los niños con la literatura para incentivarlos en el aprendizaje cotidiano y ayudarlos en el desarrollo de un espíritu crítico a través del hábito lector, todo propiciado por métodos adaptados a las necesidades e inquietudes de los propios receptores.

Cristina Yáñez es una maipucina cuya pasión por la literatura infantil la incentiva a guiar a los más pequeños en un universo repleto de magia, entretenimiento y conocimiento del mundo, a través de un club de lectura destinado exclusivamente a niños de 7 a 11 años que funciona desde el año pasado en la Biblioteca Infantil de la Biblioteca Municipal Julio Fernández Peláez, de Maipú; a la vez que lanzó su propia librería de literatura infanto-juvenil con el objetivo final de encontrar el libro adecuado para cada niño.

Entusiasta de la lectura desde muy joven, Cristina conserva un afecto muy especial por los libros y la biblioteca municipal de Maipú, enamoramiento que le transmitió a sus hijos y hoy la encuentra en el lugar de mediadora. “Empecé en literatura infantil por mis hijos, a leer, comprar y consumir mucho. Después fui acudiendo a las ferias de libro y a distintos cursos en Mendoza y Buenos Aires porque realmente quería conocer y empaparme de ese mundo”, explica en una charla con MDZ.

Así fue como descubrió que existe una extensa bibliografía sobre promoción de la literatura infanto-juvenil, entre la que destaca 'Todo lo que necesitás saber sobre literatura para la infancia', un manual de María Luján Picabea que orienta en conceptos básicos a cualquier persona que desee aprender sobre la temática. “Con lo primero que me siento muy identificada es el concepto de los ‘mediadores de lectura’: detrás de cada libro, hay una persona que te llevó a él”.

“Me considero una mediadora de lectura que trata de acercar el libro al otro, ser la llave que abra a la literatura. Es lo que más me gusta de todo esto: la experiencia de buscar y encontrar un libro para cada niño, tanto al que le gusta leer como al que no”, sintetiza.

Gracias a un vasto conocimiento sobre literatura infanto-juvenil, Yáñez fue involucrándose en las actividades de la Julio Fernández Peláez en calidad de voluntaria desde 2015, teniendo como uno de sus principales logros la incorporación de la biblioteca municipal a la Maratón Nacional de Lectura que organiza anualmente la Fundación Leer y que atrae a una nutrida cantidad de niños maipucinos gracias al trabajo conjunto con las escuelas locales.

Aunque su ámbito de trabajo formal se desarrolla cotidianamente en una empresa constructora, Yáñez dedica buena parte de su tiempo al fomento de la lectura entre los niños en su sitio propicio, su ámbito de creatividad: la Biblioteca Infantil Municipal, un espacio que nació como un rincón infantil dentro de la Fernández Peláez y que el año pasado se transformó en una institución independiente con edificio propio.

Allí montó un club de lectura para niños de 7 a 11 años que se realizó todos los sábados en cuatro turnos de dos horas, entre los meses de marzo y noviembre del 2019 y que este año volverá a repetirse. Si bien nació como un proyecto modesto, para Yáñez superó todas las expectativas: “Teníamos en promedio unos 15 chicos con picos de hasta 30 lectores. Dada la cantidad de interesados, tuvimos que abrir más turnos para que pudieran participar los niños que no podían asistir en los horarios anteriores o todavía no aprendían a leer con fluidez y necesitaban atención especial”, manifiesta.

Durante la jornada, los niños leían un libro infantil sugerido por Cristina, cuya temática iba desde cuentos clásicos hasta filosofía adaptada para chicos, y luego exponían sus ideas, inquietudes y opiniones con el grupo. Posteriormente se tomaba una merienda en el parque de la biblioteca y la jornada cerraba con alguna actividad artística relacionada con la obra, como origami, susurradores y otros trabajos manuales. Incluso los pequeños lectores podían interactuar con títeres y montar pequeñas obras teatrales, gracias a la ayuda de la titiritera de la biblioteca.

“Los chicos tienen una sólida crítica literaria sin tener la formación profesional de un adulto: saben qué cosas leer y qué recomendar para ellos y sus familias. Pueden establecer una relación muy fuerte con la literatura y las bibliotecas. Nadie nace con el gusto por leer y es un hábito que los niños adquieren principalmente por incentivo de las familias o los educadores, más allá de tener o no material propio en sus casas”, aclara.

Si bien tiene un extenso repertorio de autores, Yáñez resalta como sus principales escritores referentes del género a Liliana Bodoc, Antonio Santa Ana y María Teresa Andruetto, y entre los mendocinos rescata a Marisa Pérez Alonso y María Luz Malamud, entre tantos otros. “En Argentina y en Mendoza particularmente, hay escritores e ilustradores que son muy profesionales, de gran talento y excelente nivel. De hecho en la provincia hace unos años que se le está dando mucha importancia a la literatura infantil, gestándose un fuerte nexo entre los autores y los pequeños lectores en las ferias y en las escuelas”, manifiesta.

Gentileza Cristina Yáñez

Un paso más: la librería

Como mediadora de la lectura y conocedora de la literatura infantil, Cristina extiende su labor más allá de las bibliotecas y los clubes de lectura, siendo permanentemente consultada por padres y docentes sobre qué libros comprarles o facilitarles a los chicos, ya sea para entretenimiento personal o como herramienta de aprendizaje en el ámbito de la educación formal.

Esta responsabilidad en recomendar títulos y la escasez en Maipú de sitios que vendan exclusivamente libros infantiles, la impulsó a desarrollar un proyecto al que considera todo un desafío por su complejidad: ‘Mil Grullas’, una librería de literatura infanto-juvenil que funciona en su casa desde hace seis meses y con bastante éxito.

Lejos de ser un negocio de perfil comercial y cerca de los propósitos de un mediador, ‘Mil Grullas’ actúa como un intermediario entre las familias (particularmente los niños) y el material impreso que necesitan. “Muchos me llamaban para saber sobre algún libro en particular y terminaban pidiéndome que se los consiguiera, lo que fue produciendo en mí un capital de conocimiento sobre el mercado editorial de la literatura infantil. Además el vincularme con escritores me proporciona libros para venderlos entre vecinos y gente maipucina. Todo se fue dando en forma natural”, indica. 

La mayor parte de los ejemplares que la librería posee en stock son comprados por Yáñez en distribuidoras y editoriales locales o durante sus viajes a Buenos Aires, donde consigue títulos únicos que son editados en excelente calidad pero no suelen llegar a la provincia. También se maneja por pedido, lo que implica un amplio rastrillaje que requiere bastante información y no poca paciencia. “Es difícil ser librero y aprender el negocio: comprendés que no todo es en consignación y que la distribución es un tema enorme. Incluso si no ubico el libro -excepto manuales, que no vendo-, lo adquiero en la librería y lo entrego al mismo precio”, detalla.

“Estar con el club de lectura, trabajando en la biblioteca y mi librería o guiando a docentes en sus planes de lectura para sus cursos, como una suerte de consultora, me obliga a aprender y capacitarme, y en definitiva es lo que más me gusta: el buscar, encontrar y darle un libro al niño, y saber que lo disfrutará muchísimo”, concluye.

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