El peor escenario: la lenta agonía de la Laguna del Diamante
La joya de San Carlos afronta una realidad alarmante. En plena crisis hídrica y en medio de un contexto global de suba general de la temperatura del planeta, el espejo de agua que se encuentra a los pies del volcán Maipo tiene cada vez menos agua. Así luce hoy esta maravilla mendocina.
El río Diamante atraviesa una situación nunca antes vista. Su caudal está por debajo del 30% de su promedio histórico, según los datos al 30 de enero del Departamento General de Irrigación (DGI). Ni el Tunuyán, ni el Mendoza, ni el Atuel presentaron resultados tan alarmantes. Una realidad que queda en evidencia cuando se visita su naciente, a los pies del Maipo. La laguna del Diamante, el espejo de agua que da nombre no solamente al río sino también al área natural protegida que la contiene, se encuentra cada vez más retraída y este año bajó tanto que ni siquiera alcanzó a alimentar al afluente.
La Laguna del Diamante es el espejo de agua ubicado a 3.250 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), a los pies del volcán Maipo. Se trata de un parque de 192 mil hectáreas y es la joya más preciada del departamento de San Carlos, que alguna vez fue incluso finalista del concurso "7 maravillas naturales argentinas".
Administrada por la Dirección de Recursos Naturales Renovables, la reserva contiene paisajes caracterizados por una amplia paleta de colores, formaciones volcánicas y una abundante biodiversidad que incluye guanacos, cóndores -que en oportunidades vuelan a pocos metros de los visitantes del parque-, gaviotas andinas y zorros, por solo nombras algunas especies.
Pero a pesar de la belleza que aun perdura y que sin lugar a dudas merece ser vista por todos los mendocinos, la Laguna del Diamante es también uno de los escenarios mendocinos que más tristemente grafican la asfixiante crisis hídrica que pesa sobre la provincia.
Las playas a sus orillas se extendieron cerca de 300 metros en algunos puntos, la laguna Barrosa -una laguna caracterizada por su color marrón, contigua a la del Diamante y que en años atrás llegaba a mezclarse con esta-, hoy prácticamente no existe y entre el río Diamante y la laguna ya no hay conexión superficial.
Hay dos formas de medir la gravedad de la sequía que atraviesa a la cuenca del Diamante. Por un lado el caudal de su río principal, que al 30 de enero de 2020 registró un caudal de 14 metros cúbicos por segundo, cuando su promedio histórico diario medido desde 1990 es de 47 metros cúbicos por segundo. Es poco respecto a esta referencia, pero es todavía menos si se lo compara con el caudal medio mensual histórico -que en enero debería ser mayor que en julio-, de 65 metros cúbicos por segundo.
La otra vía es el estudio de los glaciares de la cuenca. Entre los años 2000 y 2018, las masas de hielo de esta zona perdieron 26 hectómetros cúbicos de volumen por año.
Es una cifra inmensa que se traduce 37 centímetros menos de capa de hielo por cada uno de los 18 años estudiados. Son casi 7 metros de espesor perdido, glaciares 7 metros más delgados.
Mirá el video y recorré la área natural protegida de la Laguna del Diamante y conocé junto al coordinador de Turismo de San Carlos esta piedra preciosa mendocina, sus colores, su fauna y el avance de la sequía sobre ella.