Salvavidas del Tesoro de EE.UU.: los antecedentes en México, Brasil y Uruguay durante sus crisis
El Gobierno acelera las gestiones con Estados Unidos para darle oxígeno a su programa económico. Estos son los antecedentes en México, Brasil y Uruguay.

Javier Milei respira más aliviado luego del encuentro con Donald Trump, en Nueva York. Tras el apoyo explícito de su par estadounidense, el Gobierno acelera las gestiones para obtener respaldo del Tesoro de Estados Unidos.
El objetivo de la administración libertaria es aliviar las tensiones cambiarias que se intensificaron en los últimos días. Este tipo de auxilio no sería una novedad: Washington ya aplicó mecanismos similares en países de la región como México, Brasil y Uruguay, siempre en contextos de crisis financiera.
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En el caso argentino, la ayuda podría materializarse a través de un swap, es decir, un intercambio de monedas como el que actualmente existe con China.
El espejo de México, Brasil y Uruguay
Uno de los antecedentes más recordados es el de México, que recibió dos auxilios de Estados Unidos. El primero fue en 1982, cuando el Tesoro otorgó un préstamo puente de u$s1.850 millones para reforzar reservas y evitar el default. El segundo se dio en 1995 durante la crisis del “tequila”, cuando el gobierno de Bill Clinton aprobó un paquete de US$20.000 millones a través del Exchange Stabilization Fund (ESF), considerado uno de los rescates bilaterales más importantes de la historia estadounidense.
Brasil también recurrió a la asistencia de Washington en 1998 y 1999, en plena turbulencia económica. En ese momento, el real sufría una fuerte presión y se temía un default. Estados Unidos aportó US$5.000 millones dentro de un paquete de US$41.000 millones coordinado con el FMI, lo que permitió sostener a la principal economía sudamericana.
El caso de Uruguay en 2002 fue otro ejemplo de intervención directa. Tras el default argentino de 2001, el país vecino enfrentó una corrida bancaria por la salida de depósitos. Para estabilizar el sistema financiero, el Tesoro estadounidense aportó US$1.500 millones mediante el ESF, el mismo instrumento utilizado en México, en una operación que resultó clave para evitar un colapso mayor.