Qué pasa si no voto y el "error" de los electores
Las elecciones 2025 suceden con una nueva crisis de representatividad como telón de fondo. La extraña convivencia de una elección sin candidatos.

Emir Félix, presidente del PJ mendocino y candidato a diputado nacional, dijo una frase polémica pero que detona un análisis profundo e infinito. “Dicen que la gente no se equivoca, pero sí se equivocó al votar a Milei”, aseguró en una entrevista realizada en MDZ Radio. De voz de un peronista podría sonar a despecho por el fracaso de su partido en la búsqueda de continuidad en el poder; pero lo hizo también reconociendo que el Gobierno de Alberto Fernández había sido malo. Claro, obviando que durante casi dos años hubo un co gobierno con el candidato no elegido por los argentinos y que era alternativa al “error” Milei; es decir Sergio Massa.
No es el primer dirigente mendocino que acusa de error a los votantes. Más recordado es el exabrupto de Víctor Fayad, que acusaba a los mendocinos por no haberlo elegido a él como gobernador.
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La idea merece una reflexión más profunda. Cada vez que votan, ciudadanos emiten un mensaje político que trasciende a los candidatos que van en las boletas. En una democracia representativa y partidocrática, cada elección no pone como opción “lo que le gusta a la gente”, sino un menú que es producto de filtros diversos antes de llegar a una boleta. El mensaje, no es necesariamente el amor por el candidato.
El error de lectura lo tiene la oposición al creer que los ciudadanos se “equivocaron” con Milei y también el Presidente al considerar que el voto de confianza logrado en una segunda vuelta es un aval unánime a los pensamientos y acciones del beneficiado. Más que un error de los votantes, es una grosera torpeza política de los dirigentes que accionan sobra la vida pública. Milei fue electo en segunda vuelta y para entender el fenómeno es importante leer toda la biblografía moderna sobre populismos, outsiders, crisis de representatividad y nuevas formas de construir monstruos políticos desde las redes y la tecnología. El mensaje de la ciudadanía fue más potente que la imagen de Milei. Tan dura era la realidad y la crisis, que eligió a Milei.
Crisis de representatividad
Cuando se habla de la posibilidad de que vuelva a haber un 2001 en Argentina también hay una lectura sesgada. No hay que ver allí solo los hechos de violencia, la renuncia de un presidente y las operaciones políticas.
Hay dos características clave de esa crisis que se mantienen y pueden repetirse. Primero, la enorme crisis de representatividad, que tuvo su epicentro en las elecciones intermedias de 2001, cuando ganaron el voto en blanco y anulado. La “gente” no tenía ni opciones para equivocarse, parafraseando a Félix. La otra característica es la vigencia institucional. En 2001 todos los mecanismos legales funcionaron; todas las instituciones siguieron vigentes. En 2025 es la misma institucionalidad la que le dio un golpe de realidad a un gobierno poco afecto a reconocer la representatividad del Congreso y, menos aún, el federalismo.
El entusiasmo que podría haber generado Milei, que era estupor en la clase política, comienza a diluirse. La Libertad Avanza es una marca más perecedera de lo que creían y las motivaciones que tuvo la ciudadanía para acompañar en el balotaje 2023 pueden haber mutado. Una de las claves para medir esa sensación será la participación: activa a favor o en contra del oficialismo. El "no voto" suele ser subestimado al no tener representatividad en el conteo. Más allá de la participación, siempre hay festejos. Más allá de la bronca, siempre hay candidatos electos. Más allá de las intenciones, siempre hay lecturas; la mayoría erradas.
La bajísima participación electoral en las elecciones provinciales que hubo hasta el momento, sumado la apatía participativa en cualquier hecho político, pueden ser un preludio. Nuevamente, habrá candidatos electos y avalados por el proceso electoral; pero con dificultades para legitimarse en la calle. Más aún; sin PASO, las elecciones 2025 son producto de procesos políticos a la vieja usanza, de laboratorio, rosca y negociaciones. En Mendoza se vivió ese proceso como en pocos sitios y el formato de alianza del oficialismo lo trasluce: fue producto de un acuerdo personalísimo entre Alfredo Cornejo y Karina Milei (con los Menem). No es una elección de competencia de candidatos, sino de “energías”. Tanto, que detrás de escena los propios aliados no disimulan las diferencias profundas que tienen. Cornejo no quiere a Petri; Petri no quiere a Cornejo; los cornejistas hacen señales de “nariz tapada” para avalar a los librtarios y los libertarios están perdidos. No sería tan grave si no fuera que se trata de los dos oficialismos que mientras hacen una apuesta electoral tan disruptiva tienen el destino de Mendoza en sus manos. Es tan inexplicable el formato de alianza como incierto el futuro que les depara.
El plebiscito que buscan ejecutar en octubre tendrá una interpretación jugosa, si se sigue el relato oficial: los candidatos nacionales se votan por separado a los locales. En una elección con candidatos escondidos, las gestiones de Cornejo y de Milei serán plebiscitadas en unas diferentes, con dos boletas únicas distintas. Antes de contar los votos, deberán convencer a los ciudadanos para que vayan a las urnas en una provincia que suele tener niveles de participación mayor que el promedio nacional.
El Gobierno provincial no ha ahorrado nada antes de la campaña. Con una estructura clásica de “inversión mayor en años impares”, la catarata de anuncios de obras se superpone. Esa ola también ayuda a obviar convenientemente detalles de cada anuncio. Desde el trazo grueso marcado por el financiamiento provincial por sustitución y el pago triple de algunas obras (como las viales) hasta el reciclaje de promesas como la del perilago de Potrerillos. Esa obra es un ejemplo de prueba y error sin consecuencias políticas: la represa la licitó Arturo Lafalla como proyecto multipropósito: regular el río Mendoza, generar energía, garantizar abastecimiento y, al mismo tiempo, generar un polo turístico.
Iglesias, Cobos, Jaque, Pérez, Suarez y Cornejo por dos tuvieron problemas para gestar un plan. Hubo consultorías y anuncios que no se concretaron. La concesión por 5 décadas que se otorgó para explotar la margen sur del lago, la más atractiva, lleva tres años y ahora comienza a ejecutarse con subconcesiones. Toda la margen del perilago está en manos del Estado (se expropiaron los terrenos), pero de a poco comenzará a restringirse el acceso público para ejecutar los planes de gestión turística de parte de los concesionarios. Es redundante decir que hay coincidencia en los protagonistas, en quienes son los “dueños” del perilago con otros negocios y concesiones estatales. Fuera del microcontexto, hay una realidad que se aleja de lo que Milei pregona: el contexto nacional no atrae ni genera condiciones óptimas de inversión y desarrollo. O al menos aún no se ven los frutos prometidos.