Minería, petróleo y el síndrome del tiempo perdido: por qué Mendoza parece la "vecina pobre" de la región
Mendoza tiene una economía mucho más robusta que sus vecinos, pero genera menos riqueza. El Gobierno asegura que se perdió tiempo, aunque fueron parte de ese problema en el pasado.

San Jorge es un emblema de las idas y vueltas. Dirigentes radicales se opusieron cuando eran oposición y hoy se embanderan en ese proyecto.
José Luis Gioja levantó el lingote como si fuera la copa del mundo de fútbol. Era la primera barra de “metal doré” que salía de la mina Veladero, en Iglesia, y que representaba el inicio de la minería a gran escala en San Juan. Esa mina, construida por la canadiense Barrick, que hoy está asociada con la china Shandong Gold, cumplió 20 años de explotación. Solo con Veladero, San Juan es la provincia que más exporta en la región, casi duplicando a Mendoza en montos. En el primer semestre de este año Mendoza exportó por un total de 737 millones de dólares. San Juan lo hizo por 1121 millones de dólares y casi todo era por la minería.
Cinco años después en Neuquén comenzaba otra experiencia de explotación de recursos naturales que sería determinante. Fue en octubre de 2010 cuando se hizo el primer pozo no convencional y una década y media después (expropiación de YPF mediante) Vaca Muerta es el epicentro de las inversiones argentinas y la gran esperanza en el futuro inmediato: en base a ese recurso Neuquén pasó a ser tener un PBG “desproporcionado” respecto a la media nacional por los petrodólares de Vaca Muerta. Neuquén exportó en el primer semestre del año exportó por 2.184.
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La coincidencia geográfica incomoda porque se trata de dos provincias vecinas que explotan recursos que Mendoza tiene disponibles. Son, además, dos de las actividades sobre las que el Gobierno busca sentar las bases de la ampliación de la riqueza de la Provincia. Pero hay algunos problemas. Demoras, restricciones políticas y falta de infraestructura hacen que ese camino deseado por Alfredo Cornejo sea más árido.
En el Gobierno de Mendoza se quejan, con una autocrítica escondida. “Perdimos mucho tiempo”, dicen los cornejistas. Se refieren al recorrido “antiminero” de la política y a la falta de pericia para manejar el tema, que demoró el desarrollo de esa industria. Y también por los errores propios cometidos en el manejo de la política hidrocarburífera desde que la Provincia administra esos recursos, donde se generaron más negocios inmobiliarios que desarrollo y, sobre todo, la carencia de infraestructura al servicio de la promoción de inversiones en Vaca Muerta.
En el plan de “recuperar” ese tiempo, el Gobierno creó el “Distrito Minero” en Malargüe para aprobar proyectos a granel en la Legislatura. Claro que los tiempos mineros no son los mismos. Por eso los avances son más humildes que las promesas iniciales. La mayoría de esos proyectos están en etapas muy preliminares de ampliación de la línea de base ambiental y planes de manejo. La “esperanza” es San Jorge, el proyecto de explotación que está en evaluación y quieren aprobar este año en la Legislatura. En cuanto al petróleo la ecuación es más compleja: Mendoza tiene más de 100 años de explotación petrolera, pero sus áreas están maduras y en decadencia. La falta de inversión pasada se siente y en la pelea por ser parte del boom de Vaca Muerta se encuentra con la competencia desproporcionada con Neuquén y las impericias propias, muchas de ellas sembradas en el pasado reciente.
Las comparaciones son odiosas y también pueden hacer caer en errores. San Juan y Neuquén desarrollan mejor esas industrias porque tienen los recursos, hay una política de Estado y avanzaron. Pero eso no implica que sus economías sean mejores desde la sostenibilidad y, sobre todo, la diversificación. Ambas dependen netamente de una sola actividad y aún no tienen matriz industrial sólida. Mendoza, por el contrario, tiene una base exportadora e industrial amplia que hoy está en crisis por la falta de producción: muchas de las empresas asisten a los emprendimientos de los "vecinos" ricos del norte y el sur.
"Mendoza posee una mayor concentración de empresas privadas e industrias con respecto a San Juan y San Luis, mientras que San Juan se posiciona por encima de las restantes provincias de Cuyo en relación al aporte realizado al total nacional de exportaciones acumulado hasta la actualidad", de esa manera resume los matices que tiene la economía cuyana un informe realizado por la Universidad Católica Argentina sobre la matriz productiva.
Algunos recuerdos políticos
La “cosecha” de las provincias vecinas se sembró mucho antes. Veladero, por ejemplo, comenzó a producir oro en 2005, su construcción se había iniciado dos años antes. Pero el descubrimiento del yacimiento ocurrió a principios de los ´90. Esa provincia ya tenía a la minería como política de Estado y por eso atravesaron varios gobiernos de distintos partidos, dos gobernadores fueron destituidos, atravesó el caos nacional del 2001 y varias ideas y vueltas antes de sacar el primer lingote. Lo que no cambió fue el impulso de esa actividad como eje del futuro de San Juan. Incluso esa mina de oro se ejecutó con tiempos más rápidos de los que llevan los gigantes del cobre, que están a punto de comenzar a concretarse tras décadas de exploración y trabajo. Vicuña, por ejemplo, tuvo sus inicios también en la década de los 90, en la primera ola de impulso a la minería. Pachón, mucho antes. Tras décadas y cientos de millones de dólares de trabajo previo, San Juan aún no produce cobre.
Hubo algunos años bisagra para las políticas de gestión de lo recursos naturales no renovables en Mendoza. La queja del Gobierno mendocino por “el tiempo perdido” tiene embebidas algunos detalles políticos. El proyecto San Jorge, para extraer cobre de un yacimiento en Uspallata, es el nuevo emblema de la gestión para que Mendoza haga minería metalífera. Hay apuro para que sea aprobado en la Legislatura este año o al menos antes del cambio en la composición que resulte de las elecciones.
La particularidad es que en es el mismo proyecto que en 2011 fue rechazado por la “Casa de las Leyes” y tuvo en el radicalismo cornejista a los principales abanderados antimineros. En agosto de ese año la legislatura le bajó el pulgar y desde la UCR le achacaban a Francisco Pérez ser “prominero”. El vocero de esos calificativos fue Luis Petri, actual candidato a diputado nacional por la lista oficialista. “Sería honesto para los ciudadanos, saber que si votan a Francisco “Paco” Pérez, están votando al proyecto minero San Jorge”, decía Petri en el recinto, tras proponer una consulta popular para avalar o no el proyecto que hoy impulsa Cornejo. En 2007 fue sancionada, bajo un gobierno radical, la ley 7722 que hoy el propio Gobierno menciona como obstáculo a las grandes inversiones. Entre los coautores de la ley hay varios radicales y hasta un exministro de Energía de la provincia. Se trata de Enrique Vaquié, que lideró el área en la primera gestión de Cornejo como gobernador. Dos años antes había sido ampliada la reserva Laguna del Diamante, con el objetivo de frenar los cateos mineros que había en la zona.
También en 2007 hubo una bisagra en la política petrolera. Allí comenzó a aplicarse en Mendoza, con la primera licitación, la llamada “ley corta” (26.197) que puso en vigencia lo que la Constitución nacional indica: que las provincias son dueñas de sus recursos y, por lo tanto, se hacen cargo de concesionar las áreas petroleras. Julio Cobos fue quien armó el camino y Celso Jaque quien adjudicó las áreas petroleras.
Los errores de esa época se pagaron años después: se gestó un enorme negocio inmobiliario que no redundó en inversiones reales o aumento de la exploración; tampoco hubo incentivos para nuevos emprendimientos. Entre otras cosas se vulneraron topes (se entregaron más áreas de las permitidas a pocas empresas), se avalaron compañías sin sustento para invertir y no se abrió el camino para explorar lo que sería el futuro. Por eso, por ejemplo, muchas de las áreas concesionadas terminaron revertidas al Estado o “rescatadas” por YPF en la época de la gestión Eskenazy. La propia YPF es la que ahora se sinceró y dejó por completo la explotación convencional en Mendoza.
En esa época en el horizonte estaba la explotación no convencional. Lo que no se construyó fue una plataforma para estar preparados: no hay logística, energía, ni recursos disponibles para aprovechar la veta. Pata Mora, el pueblo más cercano, no tiene energía eléctrica y no se hizo ni un metro de camino seguro. Cuentan, por ejemplo, que a principios del boom de la explotación no convencional hubo misiones de exploración preliminar de oportunidades en Mendoza. Algunas no llegaron a destino por la falta de infraestructura. Por eso, por ejemplo, hoy las inversiones potenciales tienen entre sus costos extra la distancia entre Rincón de los Sauces, en Neuquén, y los yacimientos mendocinos. El plan de desarrollo de Pata Mora sigue con un enlodado avance. La intención era que ese pueblo se transforme en el polo logístico de la minería, del petróleo y particularmente del proyecto Potasio Río Colorado, que también entró en un cono de sombra por los incumplimientos de la empresa.
El primer paso, explican, para reimpulsar esas dos industrias es desandar el camino "errático" de años previos. Ocurre en la política petrolera y también en el andamiaje de promoción de la industria minera. El Gobierno priorizó fuertemente la promoción de esas actividades y subordinó las reparticiones encargadas del control ambiental a la órbita de quienes la promueven. Allí hay quienes ven una debilidad en el enfoque que pueda generar un lamento futuro: la poca experiencia en control ambiental minero y el bajo perfil de los actuales responsables contrasta con la necesidad de construir confianza.
El "Distrito Minero" sigue siendo incipiente y por ahora poco relevante desde los números productivos. Las actividades de la mayoría de los proyectos demandan más trabajo de escritorio que en el campo. Que San Jorge comience su construcción es la gran esperanza de Cornejo antes de dejar el cargo en 2027, tras el traspié con Potasio Río Colorado. YPF deber realizar su segunda serie de fracturas exploratorias en Malargüe, que podrían iniciarse a fin de este año o inicios del 2026 y en dos años otra empresa avanzará en un área vecina con una inversión de más de 40 millones de dólares. En ese lapso, PRC debería entrar en producción real, aunque antes la Provincia tiene que terminar el tendido eléctrico, las rutas y parte del proyecto Pata Mora.