Presenta:

El 70/30 que puede cambiar la cara de la Argentina (y que no es fernet)

Los nuevos proyectos suman capacidad inédita de minerales críticos al mercado. Los Azules avanza en su factibilidad a la espera de la construcción en 2026.

Imagen de cátodos de cobre generada con IA
Imagen generada con IA

El sector minero latinoamericano anticipa una inyección de capital superior a los US$230 mil millones entre 2024 y 2033. Esta cifra de inversión marca la pauta para la estrategia reconfiguración energética. Sin embargo, en la región, la asignación de este capital presenta dos caminos. Por un lado están los proyectos de expansión (brownfield) y los de desarrollo inicial (greenfield).

Aquí es donde Argentina se diferencia. Mientras países maduros destinan la mayor parte de sus recursos a modernizar activos existentes, Argentina enfoca cerca del 70% de su inversión proyectada en iniciativas greenfield.

Estos nuevos proyectos, nacidos desde cero, son los que suman de manera más importante y directa al proceso de la transición energética global al crear capacidad de suministro inédita. Las iniciativas greenfield son minas completamente nuevas, que exigen el desarrollo desde cero en áreas vírgenes o no exploradas, representando un riesgo operativo mayor, pero ofreciendo el potencial de nuevos distritos mineros capaces de redefinir el stock global de minerales críticos.

Dado el ritmo de desarrollo y el freno histórico que la minería de cobre enfrentó, Mendoza -por ejemplo- aparece en ese escenario como un punto atractivo para el mundo minero. Es un territorio subexplorado que muestra buenos indicadores para posibles proyectos de cobre a futuro. Además, alberga la posibilidad de tener el primer proyecto en producción de concentrado de cobre, marcando un hito para la provincia. San Juan, por otro lado, concentra los descubrimientos de yacimientos más importantes de las últimas décadas.

El potencial argentino: 70% de greenfield

Argentina representa el caso más singular en el panorama regional, enfocando su estrategia en el alto potencial. Mientras países maduros y líderes de producción como Chile (80% contra 20%) y Perú (60% contra 40%) destinan la mayor parte de su CAPEX a proyectos brownfield, Argentina en cambio, tendría cerca del 70% de su inversión proyectada en iniciativas greenfield, según investigaciones de mercado de PwC.

Esta proporción 70/30 (que nada tiene que ver con la popular receta del Fernet) describe un entorno más complejo por la necesidad de desarrollo, pero con una recompensa potencial gigante. Los proyectos greenfield son nuevas minas desde cero, demandando capacidades mayores en infraestructura, gestión territorial y relacionamiento comunitario.

La inversión de este tipo se concentra en nuevos distritos como Vicuña, con proyectos emblemáticos como Filo del Sol y Josemaría (alianza Lundin y BHP), además de Mara y El Pachón (liderados por Glencore). Estas iniciativas proyectan que Argentina producirá 1.2 millones de toneladas de cobre anuales en diez años, alcanzando un quinto de la producción actual de Chile. El desafío se centra en gestionar el riesgo regulatorio y operativo de esta apuestas.

Avances concretos

El desarrollo minero argentino, basado principalmente en esta apuesta greenfield, anota hitos concretos en la carrera hacia la producción. El más reciente es el proyecto de cobre Los Azules en San Juan, el cual completó la etapa de factibilidad, un paso técnico y económico indispensable que precede a la etapa de construcción. Es el primer proyecto de los más avanzados en el país que llega a ese nivel de desarrollo, a un paso de la construcción, que según la misma factibilidad se iniciará en 2026 para tener su primer cátodo de cobre en 2030.

Un segundo proyecto que podría avanzar pronto a esta etapa crucial es PSJ Cobre Mendocino en Uspallata, el cual espera la aprobación de su Declaración de Impacto Ambiental (DIA). Tras conseguir este aval, el proyecto avanzará también al proceso de factibilidad, el cual considera la ingeniería de detalles y con ellos los números finos con cifras actualizadas. Sólo ese proceso considera una inversión de US$15 millones.

Si bien Los Azules fue el primero en conseguir su factibilidad, PSJ podría convertirse en el primer proyecto de cobre en producción debido a sus dimensiones; es más rápido de desarrollar.

Concentrado vs. Cátodos

Las dimensiones son diferentes y, por ende, su producción. Los Azules proyecta 148.000 toneladas promedio anual contra 40.000 de PSJ. Es clave en esto el producto final de ambos, porque eso marca una diferencia.

Los Azules producirá cátodos de cobre (cobre refinado), mientras que PSJ solo puede producir concentrado de cobre. lo que significa que debe enviarse a una fundición en el exterior para convertirse en cobre metálico. Lo curioso es que PSJ posee el mineral adecuado para producir cátodos, pero la normativa vigente en Mendoza restringe y choca con ese proceso productivo.