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La UIA defendió la reforma laboral y pide nuevas reglas para que la economía repunte

El presidente de la UIA alertó por la caída de la actividad, defendió la reforma laboral y pidió reducir la litigiosidad para recuperar empleo y competitividad.

Matías Rapallini, presidente de la UIA.

Matías Rapallini, presidente de la UIA.

El presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rapallini, volvió a plantear el diagnóstico que la entidad sostiene hace años, que la economía no genera empleo formal, la litigiosidad se convirtió en un factor que desalienta la producción y la industria transita un año atravesado por la caída de la actividad y una competitividad en retroceso.

En diálogo con Radio Rivadavia, el dirigente insistió en que el país necesita un marco laboral moderno y un programa que permita volver a invertir.

Rapallini explicó que la UIA y el Grupo de los Seis trabajaron durante los últimos meses en propuestas orientadas a reducir la conflictividad judicial y facilitar la creación de empleo. “Hace quince años que no se genera trabajo registrado”, recordó, como síntesis de un problema que el sector empresario considera estructural. En ese sentido, valoró que la reforma laboral retome algunos de los planteos elaborados por las entidades productivas.

La UIA evita una confrontación directa con la CGT

Aunque evitó confrontar con la CGT por sus críticas a las declaraciones del ministro Federico Sturzenegger, sí apuntó a uno de los núcleos más resistidos del proyecto oficial: el rediseño de los incentivos que hoy favorecen un esquema centrado en juicios laborales y multas que, según dijo, se volvieron inmanejables. Detalló casos de litigios que alcanzaron cifras millonarias —entre 300 y 1.000 millones de pesos— y remarcó que el objetivo debe ser avanzar hacia un “criterio de empleabilidad”.

Al analizar ejemplos concretos, señaló que la reforma incorpora regulaciones que reconocen prácticas ya existentes, como el fraccionamiento acordado de vacaciones entre empleadores y trabajadores, que hasta ahora no estaba contemplado por la legislación. También defendió la creación de un fondo de cese financiado con un aporte obligatorio del 3% de las contribuciones patronales.

Respecto de la actividad industrial, Rapallini expresó “una preocupación muy fuerte”. Describió un primer semestre de recuperación irregular que se estancó en julio con la suba de tasas, un cambio de ciclo que golpeó con más dureza a los sectores que aún no habían logrado recomponerse. Mencionó cierres de empresas, presentación de procedimientos preventivos de crisis y una necesidad urgente de que el Gobierno impulse medidas para reactivar el entramado productivo.

La perspectiva desde el Consejo de Mayo

Como integrante del Consejo de Mayo, Rapallini coincidió con la hoja de ruta oficial sobre la necesidad de “normalizar la economía” y transitar desde un modelo inflacionario promovido por el gasto estatal hacia otro basado en inversión y crédito. Sin embargo, advirtió que esa transición es “muy compleja” y que el nuevo motor económico “todavía no se ve” con claridad.

El dirigente industrial también puso el foco en la competitividad, a la que definió como “un gran tema central”. Se mostró a favor de avanzar en la integración económica, pero alertó sobre la combinación de presión fiscal récord, rigidez laboral y tasas de financiamiento altas. Indicó que el “costo argentino” eleva entre 50% y 60% el valor de muchos productos y que una reforma tributaria integral será “muy complicada”, aunque inevitable.

Rapallini cuestionó las propuestas de abrir la economía sin modificar impuestos o condiciones de producción y sostuvo que la prioridad debe ser generar escenarios previsibles para que la industria pueda competir con bienes de calidad y precios comparables a los internacionales. “La industria es parte de la solución”, afirmó.

Con la mirada puesta en 2026, pronosticó que el año próximo podría mostrar una baja sostenida de la inflación, siempre que la reactivación logre consolidarse. Recordó que en los años ’90 el proceso de estabilización estuvo acompañado de tasas de crecimiento del 7% al 10%, lo que suavizó el impacto social. Sobre el tipo de cambio, relativizó la discusión en torno a un dólar “a 1.500 pesos” y remarcó que la clave está en corregir costos internos, recuperar productividad y sostener el programa de reformas.