Javier Milei, el hombre que siembra vientos y cosechas tempestades
Milei cree estar predestinado a transformar Argentina, mientras otros aprovechan el nuevo capitalismo de amigos y responden a críticas con agravios.

Javier Milei, junto a los gobernadores Jaldo y Jalil. Distinto tiempo de paz y promesas.
Siembra vientos, cosecharás tempestades, un viejo y sabio dicho popular, es el que representa con mayor precisión la actualidad del gobierno de Javier Milei, que el año pasado convocaba a un Pacto de Mayo tras la aprobación de la trascendental y decisiva Ley Bases, luego de cuatro meses de discusiones y fracasos, pero recién pudo ser firmado el 9 de Julio de 2024 en Tucumán.
En esa ocasión, la mayoría de los gobernadores armaron un cordón para recibir al presidente, solo acompañado protocolarmente por su hermana Karina Milei y ya peleado con su vice, Victoria Villarruel, quien este jueves fue blanco de una nueva andanada de acusaciones y agravios por no impedir una sesión en la que solo podía actuar como veedora final. Sólo media docena se animaron a ausentarse, los peronistas Gildo Insfrán, Axel Kicillof, Ricardo Quintela, Sergio Zilloto, Gustavo Melella y el independiente promovido por Horacio Rodríguez Larreta, Claudio Vidal.
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También fue la primera gran muestra de destrato hacia Mauricio Macri, invitado especialmente para la ocasión, pero al que lo expusieron al frío glacial de aquella noche e, inclusive, le impidieron firmar el acta constitutiva del Pacto, que a todas luces fue un nuevo bluff para imponer la presencia magnánima del presidente mandado por las Fuerzas del Cielo. En este 9 de Julio, la neblina, que también cubre el futuro de su propio gobierno, desactivó lo que ya nacía fracasado, fue la excusa elegida por la Casa Rosada para no ir hasta Tucumán. Ya sabían que no iba a ir casi nadie.
Tras un segundo año consecutivo sin presupuesto que determine la distribución de los fondos coparticipables y la retención por parte del Tesoro Nacional de los impuestos a los combustibles, indispensables para la construcción de caminos, puentes y rutas, y también para su manutención, era cuestión de tiempo para que todo estallara por el aire, como finalmente sucedió.
En estos dieciocho meses, además, hubo promesas y acuerdos truncos o directamente detonados por la decisión unipersonal de la Presidencia de la Nación, que cambia de operadores como de ropa interior según sea la ocasión. Sin embargo, los gobernadores preferían no pelearse, famélicos de plata. Muchos de ellos heredaron sus provincias en una sequía económica y detonadas todas sus herramientas institucionales. La mayoría, cabe mencionarlo, les ganaron a peronistas kirchneristas en Santa Fé, Entre Ríos, Santa Cruz, San Luis, San Juan y Chaco.
Otros se mostraron dispuestos a transformarse en oficialistas, como antes había sucedido en las épocas del kirchnerismo. La Concertación Plural (de los que opinaban igual) tuvo en Mendoza uno de sus lugares más potentes, lo mismo que ahora sucede con La Libertad Avanza.
Sin embargo, todos por igual fueron tratados como mandriles, degenerados fiscales y cuanto agravio o insulto le venía a la mente al presidente Milei, a pesar que los jefes provinciales habían sido electos de la misma manera que él, directamente por la gente, fuera de una lista sábana.
El mileísmo es un menemismo, con diferente carisma, pero con los métodos kirchneristas. Quienes conducen la política son los primos Martín, Eduardo “Lule”, Shariff y Adrián Menem, la guardia pretoriana de Karina Milei. Por eso no puede sorprender que tengan los mismos problemas y las mismas inconsistencias cada vez que hacen o explican insólitos desaguisados como ocurrían bajo la presidencia de Carlos Saúl Menem, Néstor o Cristina Kirchner.
Las valijas y el dinero son ya un denominador común. Amira Yoma era la directora general de audiencias del gobierno del “riojano más famoso”. Ella fue la que tuvo que explicar el Yomagate y, cuando declaró ante Hora Clave, de Mariano Grondona y Marcelo Longobardi, dijo que en sus valijas sólo traía ropa. Cualquier casualidad con lo sucedido en febrero, meses antes que explotara el escándalo de $Libra, es algo que ahora se empieza a conectar. El piloto declaró que traía cosas personales en las diez valijas que nadie fiscalizó y la única pasajera, María Laura Belén Arrieta, con solo mostrar su celular, pasó sin ser controlada, como cualquiera cuando ingresa a su hogar.
Tampoco está muy claro el rol que le toca al nuevo especialista en mercados desregulados y conocido por expertos que deambulan en la Casa Rosada Leonardo Scatturice, siempre atento a los requerimientos de Milei y su hermana Karina cada vez que viajan a Estados Unidos, más precisamente a Florida, desde donde vino el avión fantasma.
En la misma terminal y con la misma empresa, otra casualidad del destino, había llegado Guido Antonini Wilson con cinco bolsos de los cuales sólo se revisó uno, portante de casi un millón de dólares en su interior. Ese dinero, secuestrado, nunca nadie lo reclamó a pesar que había ingresado con el armador de la “embajada paralela” en Venezuela en la época de Néstor Kirchner, Claudio Uberti, ambos vistos en la Casa Rosada en aquella oportunidad.
“La corrupción o los modos no serían problema si la inflación ya fuera cercana al 0%. Pero como no lo es, y aún no se nota la baja que se dice oficialmente, todo empieza a verse de otra manera, más grave y casi como una crisis” reflexiona un viejo libertario qué, además, razona. “Al gobierno lo eligieron para que baje la inflación, fundamentalmente. Pero si eso no se puede lograr, y la gente sigue haciendo un esfuerzo descomunal, empieza a notarse todo lo otro”, sentenció.