Horas dramáticas: las dudas sobre Milei y la pelea por el control en Mendoza
El temor a un "arrastre" y la soledad inquieta en el poder de Mendoza. Los temas ausentes de la campaña y las postales que preocupan.

Un sudor frío que corrió por la frente de los “aliados de Milei” en Mendoza, encabezados por el gobernador Alfredo Cornejo, cuando vieron que todo lo que discursivamente habían construido sobre la “estabilidad” de Argentina pendía de un hilo por la fragilidad de la macroeconomía. Algunos memoriosos recordaron algunas otras situaciones críticas de los gobiernos de Cambia Mendoza en los que gran parte de su destino dependía del lado en el que caiga la moneda: la caída de una grúa en la Vendimia que podría haber terminado con tragedia, la decisión de “abrir” todo en medio de la pandemia y situaciones relacionadas con la violencia urbana que no permearon para generar crisis. “A la suerte hay que ayudarla”, decía esta semana un cornejista.
El temor mayor era que si hubiera un derrumbe, los arrastre, miedo que no ha cesado. Más aún por la soledad en la que el radicalismo mendocino comenzó quedar por su alianza incondicional e inconsulta con el Presidente.
Te Podría Interesar
Cuentan los allegados a la rosca del partido de Alem que el propio Cornejo había mandado algunos mensajes de reconstrucción con los gobernadores de Provincias Unidas, particularmente con Maximiliano Pullaro (gobernador radical de Santa Fe), a quien muchos ven como un futuro líder de espacios del centro. La respuesta fue negativa: la nueva generación de dirigentes busca hacer sentirle el rigor a Cornejo y otros políticos de peso por haberse dejado tentar por el magnetismo de la popularidad de Milei. Pullaro, que en Santa Fe logró la reforma de la Constitución, junto con otros gobernadores del bloque “interpartidario” cono Ignacio Torres y Martín Llaryora, quieren construir una alternativa de poder a largo plazo. Todos están en un primer mandato en sus provincias y miden la distancia con el Presidente como quien se acerca al sol; ni tan cerca como para quemarse, ni tan lejos para morir de frío. Cornejo quedó en la órbita de los insolados, según miran los partidarios de Provincias Unidas.
Lejos de tener algún control sobre lo que podía pasar, a Cornejo, como buen agnóstico, no le quedaba tampoco la opción de rezar; sino confiar en la suerte que podía correr Milei.
El “milagro” llegó, pero no obraron las fuerzas del cielo sino algo mucho más mundano y tangible: la geopolítica, los intereses de Estados Unidos en América Latina y un apoyo político inusual del hombre de piel naranja que se transformó en la promesa de dólares. Dólares que en tiempos políticos alcanzan para sumarle horas al acelerado cronómetro que corre hacia el 26 de octubre, día de elecciones y plebiscito de humor social. No hubo tiempo para procesar, incluso, metodologías vidriosas en el manejo de las cuentas públicas y de las variables económicas, como la quita de retenciones y sus direccionados beneficiarios.
En el tiempo ganado hay quienes esperan señales de cambios internos. O al menos alguna posición impostada para simularlo. Una de ellas es la permeabilidad del Gobierno con las provincias. Milei no solo no ha recorrido los distritos de Argentina, sino que ejecutó un ninguneo fiscal, económico y político con pocos precedentes. Lo sufren los ministros de Economía, que deben contener a los sectores productivos en crisis, y los de Hacienda. También los de educación, que debieron reacomodar presupuestos para suplir la ausencia nacional. El propio Gobierno de Estados Unidos, aún bajo la conducción de Donald Trump, ha advertido en sus informes anuales sobre algunas fragilidades institucionales de Argentina, como los ataques a la libertad de expresión.
El apoyo “federal” es una de las claves para construir un “mejor futuro” político alrededor del presidente. Cornejo lo ha advertido antes: el Gobierno debe construir consensos para fortalecerse y ejecutar reformas que, según la visión del mandatario mendocino, son indispensables. Esa sugerencia no tuvo ningún eco hasta ahora, peo podría cambiar por los llamados de larga distancia con el prefijo +1.
El pueril enfoque de la campaña del oficialismo (vos, la provincia y la nación para el mismo lado) muestra a unas figuras humanas pedaleando en una bicicleta. En la realidad no está claro si Mendoza y la Nación pedalean para el mismo lado. Más claro está que los intérpretes (Cornejo, Petri y sus subordinados) claramente no lo hacen, pero van a fingir hasta octubre. “Lo que importa es quién tiene el control; quién lleva el manubrio”, explican. Justamente la duda es esa. Provincializar, sin negar a Milei es el eje de una campaña con candidatos invisibles. En Mendoza se renueva la mitad de la Legislatura y aunque hay una enorme cantidad de dirigentes ultra conocidos, todos están escondidos bajo el ala del Gobernador, como ocurre desde hace 10 años. La idea de plebiscitar la gestión está exacerbada al punto que no se pone en tela de juicio las deudas de la década conrnejista.
Coincidencia, mala suerte o Mercurio retrógrado mediante, en los últimos 10 años Mendoza ha perdido riqueza. El Estado se ha fortalecido, pero podrían plantearse dudas sobre cómo le fue al resto de la comunidad; es decir a las personas, las empresas y las organizaciones. Lejos está esa idea de pelear por el 5% de la riqueza del país y de innovar como marca registrada. Se nota en algunas industrias clave como la de los hidrocarburos, donde la geología hizo lo suyo, pero la falta de inversión y construcción de futuro más aún. En 2025 se notará una caída en la producción, la recaudación por regalías y hasta la migración de empresas locales (Aconcagua cambió de dueños, de nombre y de sede para mudarse a Río Negro). El turismo está en una crisis profunda y la generación de empleo de calidad también.
Los legisladores no van a cambiar el rumbo provincial, pues en Mendoza difícilmente ocurra lo que a nivel nacional (donde desde el Congreso se presiona para gestionar). Pero las elecciones solían ser un punto de inflexión para debates y análisis del estado de situación de la Provincia. Las del 2025 serán, además, las elecciones en las que comenzará a construirse el nuevo poder tras la era de Cornejo. Aunque el mandatario mendocino se considera inoxidable, no le quedan más formas de tensionar la institucionalidad. Sí, claro, lo hará de manera indirecta a través de la ya mencionada capilaridad que tiene, cuyo alcance supera los límites temporales de su mandato.
Postales
Un camión vuelca. No es novedad porque en Mendoza los camiones vuelcan seguido; en los accesos, en la Ruta 7, en el llano y en precipicios. El camión lleva carne; un cargamento de medias reses que, en parte, terminan en el asfalto. El conductor quedó en el anonimato, al punto que nadie se interesó por su salud. El foco estaba en la carne; en una mercadería perecedera desde el punto de vista bromatológico y también social: la expectativa estaba puesta en la posibilidad de tenerla gratis.
Al principio no hubo problemas, hasta que la impericia en el manejo de la situación dio más posibilidades. Pasaron varias horas y una muchedumbre se acumuló. Presionaban con la idea de que distribuyan, regalen la carne tirada sobre el asfalto caliente. Llegó la policía con palos y escudos y hubo forcejeos. También un error de enfoque: no había mendocinos con hambre en el Acceso, sino oportunistas, agitadores y vivos. El hambre en Mendoza se sufre en la intimidad, con más vergüenza y dolor.
La situación inquietó porque bordeó la salida de control de la calle, algo que al Gobierno le preocupa desde el minuto uno de gestión, en aquel lejano diciembre de 2015. En el Ejecutivo subestiman el poder de convocatoria de algunos grupos de poder, como los gremios estatales, pero siguen de cerca a otros “agitadores” y otras situaciones.
También inquieta la repercusión, por onda expansiva comunicacional, de fenómenos dramáticos como el avance del narcotráfico y sus aberrantes delitos concurrentes. El asesinato de las tres jóvenes en Buenos Aires parece lejano, aún con algunos antecedentes similares, aunque en escala menor ocurridos en la provincia.
Más cercana es la construcción de comunidades de negocios, marginalidad y delito que hay alrededor de la expansión de la droga en barrios de Mendoza y que suelen brotar a superficie con homicidios y violencia enmascarados como ajustes de cuentas. Mendoza no tiene un abordaje integral del problema y ha optado por la visión de la “desobligación”. La Justicia provincial no tiene ni quiere tener injerencia en el narcomenudeo. La Justicia federal acusa falta de recursos y las fuerzas federales no tienen poder real en la provincia. Por eso las estadísticas criminales están infladas con causas por tenencia de drogas que quedan en la nada, antes que por narcotráfico.