Esteban Paulón: "El gran desafío es pensar la era post-Milei"
Esteban Paulón pasó por el ciclo "Si no tocan corazones, no ganan elecciones", en la redacción de MDZ. El post-Milei y los desafíos de la campaña.

Esteban Paulón pasó por el ciclo Si no tocan corazones, no ganan elecciones en la redacción de MDZ. El post-Milei y los desafíos de la campaña.
A Javier Milei lo irritan muchas cosas en política. El "progresismo" tal vez sea una de las que más lo desenfoca de su acción de Gobierno. En este contexto, el "progresismo" tendrá un nuevo candidato en la Ciudad de Buenos Aires: Esteban Paulón, que se presenta a como candidato a senador nacional. El actual diputado nacional fue uno de los blancos de ataque del presidente que lo acusó de pedófilo por ser gay. "Ese día lloré", se sinceró en el ciclo Si no tocan corazones, no ganan elecciones de MDZ.
Se trata de uno de los diputados con mayor actividad en la Cámara baja. Cada sesión, luce pancartas provocadoras contra el Gobierno nacional y viste remeras con mensajes a la Casa Rosada. "Corrupto o estúpido", decía una de estas, luego de que Diana Mondino, excanciller se refiriera al escándalo Libra. Luego, Paulón despejó su duda: "Corrupto". Con esa remera apareció luego de que se conocieran las coimas en Discapacidad.
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Más allá de este juego provocador, Paulón tiene en claro que "la transformación de la realidad se hace en la calle, con organización, pero también desde lo institucional". "Lo central no es el show del cartel o la chicana. El problema de las universidades no es que Milei "escuche al perro Conan", sino el recorte de presupuesto", agregó.
Entrevista completa a Esteban Paulón
— Después de una elección de tercios, en 2023, vemos cómo una vez más el debate tiende a polarizarse entre dos posturas que buscan ser antagónicas. En ese contexto, ¿qué valor agregado tiene para darle a la política?
— Nosotros venimos de un cierre de listas que parecía una subasta. Cuando uno lee en los diarios las listas de los distintos partidos, da la impresión de que todo se ha repartido en lotes. Eso genera en buena parte de la población una sensación que, creo, es la base de la desilusión que hoy existe en la sociedad y de ese desenganche que hace que cada vez menos gente vaya a votar. Por eso, desde un principio, con un grupo de personas con las que veníamos trabajando hace tiempo —empresarios, pymes, gente de la cultura y referentes del debate público que nunca se habían involucrado en política— planteamos la idea de conformar un movimiento ciudadano. Un espacio que no se defina contra los partidos, sino como un ámbito para que personas sin tradición partidaria puedan participar, dialogar con ellos y sumar ideas y conocimiento.
— ¿Cómo se imagina la campaña y el debate entre candidatos?
— Muchas veces se discuten más posiciones o dogmas que propuestas. Yo me imagino una campaña en la cual Patricia Bullrich defienda al Gobierno sin matices. Y me imagino a otro candidato, como Mariano Recalde, planteando recuerdos de viejas etapas, como en 2005, cuando todo parecía funcionar. La realidad es que ni hoy está todo bien, ni antes estuvo todo bien. Si así hubiese sido, Milei no habría ganado. Si la Argentina hubiese mantenido cierta estabilidad en cuestiones sensibles, como la educación, probablemente la gente habría votado un cambio más moderado. Pero cuando se elige a alguien que promete cortar el Estado con una motosierra y volar el Banco Central con dinamita, lo que se expresa es una voluntad mayoritaria de un cambio abrupto, radical. Nosotros creemos que, desde este movimiento ciudadano, podemos aportar ideas y temas que no van a estar en la campaña si no surgen de un espacio como este.
— Actualmente es diputado nacional por Santa Fe, del Partido Socialista, parte del gobierno provincial. ¿Por qué decidió ser candidato a senador por la Ciudad de Buenos Aires?
— Primero, porque puedo. Cumplo con los requisitos constitucionales y puedo presentarme. Hace años participo en organizaciones políticas de alcance nacional. Desde 2007 vivo entre Buenos Aires y Rosario. Cuando fui funcionario en Santa Fe (2015-2019) me instalé allí. Durante la pandemia también estuve en Rosario, pero en 2021 volví a Buenos Aires con nuevos proyectos y luego trabajé junto a Mónica Fein. Creo que en la Ciudad hay un espacio sin representación: una propuesta progresista, no peronista ni kirchnerista, pero tampoco antiperonista. La gente no quiere ambigüedad, quiere claridad. Nuestro movimiento busca construir un centro de ideas, no un “promedio” entre fuerzas políticas. Milei generó expectativas al hablar con franqueza, pero en el gobierno repite las mismas prácticas: las coimas cambian de manos, las decisiones se toman igual y el único programa parece ser el macroeconómico.
— A diferencia de muchos actores, cuenta con larga trayectoria en la política, ¿qué opina de la llega de nuevos outsiders que critican a los que trabajan en política y algunos los llaman "casta"?
— Milito desde los 15 años. Mi partido gobernó Santa Fe con tres gestiones y nunca se enriqueció con la política. Hermes Binner murió sin jubilación ni privilegios. Yo tampoco me enriquecí. No dono mi sueldo porque sería irresponsable: no podría pagar las expensas ni la luz. Cuando dejé mi cargo en Santa Fe, volví a mi trabajo de base y a la actividad privada. Hoy combino mi función como diputado con la convicción de que se puede hacer política con honestidad, sin privilegios y aportando claridad en un escenario lleno de desencanto.
— Javier Milei sostiene que puede trabajar como presidente de la Nación, pero luego puede opinar libremente como un ciudadano más. Eso lo llevó a insultarlo a usted por gay, incluso llamarlo pedófilo. ¿Cómo se sintió con esas agresiones y qué piensa de este argumento presidencial para agredir?
— Milei no inventó ningún argumento nuevo. Lo que llama ‘batalla cultural’ son viejos discursos que ya se escuchaban en los 60, 70, 80 o incluso en el debate del matrimonio igualitario. Lo novedoso es que ahora esas ideas las dice un presidente, y eso amplifica el daño. Cuando me agreden en redes sociales me afecta, soy un ser humano. El día que me llamaron ‘pedófilo sida’ lloré. Pero después entendí que debía transformarlo en una oportunidad para mostrar que la mayoría de la sociedad no piensa como Milei. La gente en la calle me expresa apoyo. Todos conocen a alguien del colectivo LGBT y saben que no es pedófilo. También saben que muchos abusos ocurren en familias heterosexuales. Por eso el discurso de Milei es un registro antiguo, con olor a naftalina, a pasado. Cuando en Davos puso en el mismo plano homosexualidad y pedofilia, la respuesta fue clara: cientos de miles salimos a la calle a decirle que se concentre en gobernar y en resolver la economía.
"Los argumentos de Milei tienen olor a naftalina"
— Uno de los temas que más complican a todos los frentes es el poco interés en las elecciones, sin embargo, su forma de hacer política, con los carteles contra Milei, su actividad en redes sociales, despierta algo, por lo menos el surgimiento de una figura que para muchos es desconocida. ¿Cómo se puede traducir eso en un proyecto político con intención de gobernar el país?
—Hoy hay poco entusiasmo, mucha gente siente que no hay nada nuevo. Ese fue uno de los motivos por los que dijimos: "Animémonos", aun sabiendo que podía tener un costo. Algunos me dirán en Rosario que me fui a Buenos Aires, pero creo que en el Congreso también represento otra forma de hacer política. La transformación de la realidad se hace en la calle, con organización, pero también desde lo institucional. En Santa Fe construimos el mejor sistema de salud pública de Latinoamérica porque hubo decisión y presupuesto. Lo central no es el show del cartel o la chicana. El problema de las universidades no es que Milei "escuche al perro Conan", sino el recorte de presupuesto. La política necesita argumentos, no slogans. Queremos demostrar que desde un lenguaje más descontracturado, pero con respeto y contenido, se puede convocar y volver a entusiasmar. Es un proceso que recién empieza y queremos continuar.
"Se terminó la novedad de Milei"
— ¿Y se imagina trabajando con sectores del peronismo en un frente que le pueda ganar las elecciones a Milei?
— El peronismo primero tendrá que resolver sus temas y hacer una propuesta, porque hasta ahora solo vemos chicanas, pases de factura y nostalgia del pasado. Quienes vayamos a esta elección con una propuesta a la sociedad vamos a poder ver con quién confluir, y me imagino un gran espacio amplio: con lo mejor del radicalismo, del peronismo, del liberalismo bien entendido y del socialismo. En Argentina hay una tradición liberal rica, ligada a la educación pública; el peronismo y el socialismo aportaron en derechos laborales y salud pública; y el radicalismo fue clave en la universidad. De cada uno podemos rescatar lo mejor. No puede ser el "asco" lo que nos vincule en política: tenemos que discutir ideas, mecanismos de decisión y un programa común, aunque no sea del 100%. Necesitamos una mesa donde se decidan cosas y se respeten acuerdos. Se trata de sentar la mejor tradición de los partidos y espacios democráticos en una propuesta para la etapa post-Milei.
— ¿Cómo se trabaja para ese post-Milei?
— Nosotros apuntamos a 2027. En 2025 se vota algo más que una banca en el Congreso: será la oportunidad, al no haber habido PASO, de mostrarle a la gente nuestro programa y contar qué proponemos. Muchos de los que competiremos en esas elecciones, seguramente en el 2027 vamos a confluir. El gran desafío, y lo que plantea este movimiento ciudadano, es empezar a pensar el post Milei. La discusión sobre Cristina, Lázaro Báez o lo que pasó en el pasado existe y está en la justicia, pero a la gente no le importa: quiere saber quién le va a proponer algo para vivir mejor. Milei ofreció dolarizar con un discurso de revolución productiva y salarial, pero eso no apareció. Hoy no alcanza el sueldo y de enero a agosto se duplicó la cantidad de familias con morosidad en el pago de la tarjeta de crédito. No sirve decir que la economía anda fantástica porque hay dos, tres o cinco bonos, cuando la realidad es otra.