Carta Abierta a la Comisión Bicameral del Defensor de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes
La misma está enviada a la Comisión Bicameral del Defensor de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes del Congreso de la Nación Argentina.

Vista de la cúpula del Congreso Nacional
Archivo MDZSeñores legisladores, me dirijo a ustedes con respeto, pero también con gran tristeza e incomodidad, en mi carácter de postulante impugnado para integrar el Consejo Técnico Asesor Ad-Honorem de la bicameral, a fin de invitarlos a repensar vuestro accionar como representantes del pueblo y garantes de derechos.
Para quien no me conoce tengo 23 años, soy abogado, diplomado en abordaje integral de niñez y familia, docente universitario en la UCCuyoSL, curso actualmente una Maestría en Intervención de Poblaciones Vulnerables en la Universidad Austral y he representado a nuestro país y a nuestro continente en diversos foros e instituciones, destacando a la OEA y a Naciones Unidas con sede en Ginebra, Suiza. Fui distinguido en equipo por Francia y destacado, en 2021, por la Junior Chamber International como uno de los 10 jóvenes sobresalientes de Argentina en la categoría de contribución a la Niñez, la Paz Mundial y los Derechos Humanos. En el 2020 funde mi propia asociación civil especializada en Niñez y Adolescencia, tema que me preocupa y ocupa.
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Pero no expongo este recorrido como mérito personal, sino como muestra de que la juventud también puede aportar con idoneidad, compromiso y seriedad, sin embargo, hace poco más de un mes se impugno mi candidatura a integrar el Consejo Asesor que asistiría en la elección del próximo Defensor Nacional del Niño y Adolescente, fundándose en una supuesta “falta de idoneidad”. Paradójicamente, en paralelo, veo que recientemente, el 21 de agosto, se anuncia la convocatoria futura de niñas, niños y adolescentes para “participar en el proceso de designación del próximo Defensor Nacional de Niñez y Adolescencia”, pero con un gran detalle, se los convocara en carácter no vinculante y en una instancia del proceso donde ya se crearon y rindieron los exámenes, donde ya se dieron las pautas y presentaron los planes de trabajo y en donde ya van a estar realizadas las audiencias públicas, es decir, se los convoca con el proceso ya casi finalizado, o como se suele decir, con ya todo cocinado.
Este accionar expone una grave y perversa contradicción: cuando la voz juvenil puede incidir en espacios de decisión vinculante, se la descarta; pero cuando sólo se busca un efecto simbólico, se la exhibe, generando una participación escenográfica, que lejos de fortalecer derechos, los banaliza.
La Convención sobre los Derechos del Niño (art. 12), de jerarquía constitucional en Argentina, reconoce el derecho de niños y adolescentes a ser oídos y a que su opinión sea debidamente tenida en cuenta en los asuntos que los afectan. La Ley 26.061, en la misma línea, establece la obligación de garantizar su participación real, no meramente testimonial.
Convocar a niños y adolescentes a espacios no vinculantes, mientras se excluye al único joven con trayectoria en la defensa de derechos humanos que aspiró a una instancia de asesoría técnica ad-honorem, constituye una violación al espíritu de dichas normas.
Y hay algo más preocupante aun, porque no es mi nombre lo que está en juego, es la credibilidad del sistema de protección integral de derechos, y por ello debemos preguntarnos quienes serán esos niños y adolescentes que convocaran y como lo harán, porque dudo que vayan quienes sufren la vulneración de derechos, quienes están en hogares sin cuidados parentales, quienes pasan hambre, quienes han sido abusados, quienes están privados del contacto con sus progenitores o quienes bien padecieron las falencias de la defensora anterior. Tristemente se repetirá un show en donde jóvenes seleccionados, llevados por adultos, dentro de un marco controlado hablarán 5 minutos y deberán retirarse. Una vez más veremos a niños y adolescentes fuera de su centro de vida, adaptándose a los adultos, en lugar de ver a legisladores saliendo a territorio, yendo a la calle, a la plaza, a un merendero sin previo aviso y preguntar ¿Saben quién fue Marisa Graham? ¿Sabían que era vuestra defensora? ¿Saben que tienen alguien que debe defenderlos a nivel nacional? ¿Cómo les gustaría que sea y que piense esa persona? ¿Cuáles son sus principales problemas? ¿Qué le preguntarían al próximo defensor?
Sin ello, sin salir a territorio, sin salir de CABA, ¿De verdad se los escucha y tiene en cuenta a los niños? ¿O se los utiliza para legitimar decisiones ya tomadas y mostrar una foto bonita? Una vez más vamos a seguir decidiendo sobre ellos sin ellos. Nuevo concurso, mismas vulneraciones.
No hablemos más de participación e interés superior del niño si lo que ofrecemos es un simulacro. No invoquemos el derecho a ser oído cuando ese derecho se convierte en mero recurso discursivo, completamente alejado de la realidad.
Les pido coherencia, respeto por las normas que nos obligan y verdadera voluntad política de escuchar, pero sobre todo de transformar la realidad.
Si queremos una democracia que integre las voces de las nuevas generaciones, debemos dejar de tratar a la participación como un espectáculo y comenzar a tratarla como lo que es: un derecho humano fundamental.
KURT OTTOSEN
UN ASESOR IMPUGNADO