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¿Qué pasa con la oposición no populista?

Es curioso que en momentos de apatía política, no haya ningún partido, alianza ni candidato que se jacte de tomar la posta.
Foto: Presidencia
Foto: Presidencia

Días atrás, la consultora Pulso Research informó que el 40,3 % afirma que "No sabe” (23,10%) o "No hay" (17,20%) líder de la oposición. Detrás y lejos siguen Cristina Fernández de Kirchner con 24,70%, Axel Kicillof 9,40 % y Mauricio Macri con el 5,90 por ciento. Este dato fue una constante desde que Milei llegó a la Casa Rosada.

La oposición no sale del asombro, empantanada en un camino que el presidente festeja. Con el kirchnerismo como único competidor real, por cierto devaluado y con techo en su intención de voto, no tiene ningún reparo en seguir apelando a las fuerzas del cielo, con insultos, odio y chicanas.

En este contexto, el pasado domingo ratificó un triunfo fundamentalmente sobre el PRO en dos dimensiones. En primer lugar, lo despojó de su lugar hegemónico de anti k. En segunda instancia, porque socavó un pilar amarillo que es la gestión. Así, un líder como Mauricio Macri, ambivalente, que nunca termina de marcar posición frente al ejecutivo, observa cómo se van licuando tanto electorado como dirigentes.

¿Y el resto? No sale de la indignación y por ende, no genera alternativas competitivas. En los casos donde buscaron ir solos, les fue muy mal. Papelón tanto del radicalismo porteño como de la Coalición Cívica que no pudieron meter ningún legislador porteño. Por el lado del peronismo federal, sigue siendo solo una sombra. La izquierda hace lo suyo, no crece pero tampoco pierde espacio. Y así, la opinión pública gira en torno a la posición favorable o no de Milei.

En un contexto de recrudecimiento de la represión, de profundización del odio hacia periodistas, de muchos compatriotas que no pueden llegar a fin de mes, el gobierno ni se mosquea y sigue atado a su excel impersonal, vacío de sentimiento social. Pero sigue porque no encuentra del otro lado nada más que la perplejidad.

Es curioso que en momentos de apatía política, de frágil situación económica, de violencia apabullante, no haya ningún partido, alianza ni candidato que se jacte de tomar la posta.

En el plano del electorado lo podemos dividir en tercios. Hay dos bien definidos, con el sello populista como bandera. A la derecha los libertarios, a la izquierda el kirchnerismo, que tiene enquistada a Cristina y, como dijo Pepe Mujica (de esos líderes que tanto anhelamos y que están en peligro de extinción en Argentina) no quiere soltar el poder.

En el medio, hay un electorado que no gusta de ninguna de las dos opciones anteriores, pero - siguiendo a Juan Carlos Torre - está huérfano de representación. Tradicionalmente no peronista, de tradición republicana, institucionalista, progresista y liberal. Por el momento solo se observan caprichosas e infértiles expresiones que, separadas entre sí, hoy son intrascendentes. Y es raro, porque el contexto exige el surgimiento de una alternativa fuerte, competitiva y convencida de que puede ganar y gobernar. Tiene un tercio del electorado esperando y otro tanto que quiere nuevamente ser atraído. Se trata de una coalición que saque los egos y que entienda que la sociedad demanda fundamentalmente ser novedosa y creativa. Soltar, volar y crecer, con la cabeza fría y el corazón abierto a la empatía, algo que el gobierno nacional carece por completo.

El camino puede construirse, dependerá si están las ganas de hacerlo.

El autor es analista político y profesor universitario (UBA, UCALP y UNAB).