Javier Milei le ganó a Macri pero no pudo convencer al 70% de los porteños

Manuel Adorni- que es Javier Milei- duplicó a Silvia Lospenato- que es Mauricio Macri-, y ella, a su vez, duplicó a Horacio Rodríguez Larreta, que era el candidato natural hace tres años para terminar con el kirchnerismo. Todo lo demás dejó de tener relevancia, inclusive el PRO, que debe refundarse rápidamente, abandonar su forma autodestructiva y recordar que en el único momento que creció fue cuando se amplió, no cuando se cerró.
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Adorni consiguió casi 140.000 votos más de los que obtuvo, hace cuatro años, Javier Milei en la aparición de La Libertad Avanza. ¿Es mucho? En términos porcentuales, sí. La pregunta que nadie se atreverá a responder hoy es si con todo el viento a favor, La Libertad Avanza “solo” alcanzó el 30% de los votos, podrá conseguir algo más en el futuro. ¿Es el piso y el techo? Por ahora es lo último.
Milei, candidato a presidente, en 2023, en primera vuelta, consiguió también el 30%. “Es su era” le dijo a MDZ un agudo observador de procesos políticos argentinos. Cotidianamente tiene que lidiar con las tensiones de una gestión que, como tantas, está tentada de participar del oficialismo libertario, pero solo como un empleado más. La jefatura no se discute.
Adorni también desnudó la interna que existe entre Karina Milei y Santiago Caputo, y esa pelea se activará mañana en la Provincia de Buenos Aires. El legislador ganador sólo saludo al presidente y a El Jefe. No hizo alusión al asesor estrella. Si la pelea avanza, la crisis de oficialismo será mucho más veloz que la del PRO. En otro momento, los candidatos locales ya hubieran salido a proclamar su candidatura a intendente. Con esta interna, poco probables los triunfos.
Sólo poco más del 50% de los habilitados para ir a votar fue a una escuela para emitir su sufragio. Una catástrofe democrática. ¿Será esta una señal de lo que se viene? El Gobierno siempre amenaza con radicalizar su postura y, los discursos de hoy no hicieron otra cosa que confirmar estas presunciones. “Vengan los que quieran, pero con nuestras reglas”, algo lógico en una noche de una victoria que pocos presagiaban.
El kirchnerismo sabe que no puede crecer. Perdió una elección que tenía ganada. El discurso difuso de su candidato, Leandro Santoro, radical que representó a lo que la gente presume que es el kirchnerismo porteño, quedó atrapado en un Frankestein electoral que volvió a fracasar.
Por eso, en estas horas, tanto Cristina Fernández de Kirchner como Axel Kicillof deben recapacitar seriamente hasta donde les conviene seguir dividiendo la pobreza electoral que le advierten las sucesivas elecciones. Tienen mucho más tiempo que voluntad. La división les sirve siempre y claro entiendan que al día siguiente deben “vender” que tienen más legisladores que cualquier otro espacio. Pero cuando hay una pelea en el peronismo, los meses posteriores suelen ser de pases de facturas, no de reconstrucción.
Por las internas y la falta de conducción, La Libertad Avanza podría desaprovechar esta oportunidad histórica que le dio la política. Muchos municipios pueden cambiar de color, pero la feroz interna ya está lanzada. Adorni, al decir que su fuerza es la única que le puede ganar al kirchnerismo, invitó a cada dirigente que quiera sumarse, pero no a los partidos. Estos últimos, junto con los periodistas y los medios, son la casta. No sus integrantes.
¿Es loco, no? Con la excusa de la tabula rasa, se pueden esconder todos los que quieran. Barrabravas, defensores de privilegios, candidatos que representaron al kirchnerismo en varias categorías… Todos.
El PRO fue quien provocó su autodestrucción. No supo armar un gobierno de coalición y, simplemente hizo una contratación de algunos aliados radicales y coalicionistas. Luego, cuando le tocó perder porque no se amplió hacia los sectores peronistas como Miguel Pichetto y Juan Schiaretti.
Prosiguió con una locura de romper la Ciudad con el “de lado a lado”, proponiendo a un porteño como Diego Santilli en la Provincia y María Eugenia Vidal en la Ciudad, que dejó de ser “orgullosamente bonaerense” en un segundo mientras que Horacio Rodríguez Larreta pretendía jubilar a Macri. La venganza del calabrés terminó en la destrucción de todo, con una candidata presidencial condicionada porque no podía conducir el proceso que, claramente, lideraba el ex presidente.
El PRO dejó de tener futuro en el mismo momento que Mauricio Macri dijo que no quería ser candidato a nada en 2023. ¿Quién quiere acompañar en política a alguien que prefiere ser el presidente de una fundación en la FIFA o jugar al bridge? Ni que hablar de la UCR: desapareció de un distrito que gobernó hasta hace dos décadas y sufre en hacer pie en la Provincia de Buenos Aires por el miedo escénico de la mayoría de sus intendentes, que son eso pero no dirigentes.
Con la foto de hoy, Jorge Macri acertó en la observación de que venían por ellos, pero no en las formas de ejecutarlo. Era con todos adentros, y no fraccionando aún más un oficialismo porteño con dificultades. Ahora le será mucho más difícil volver a abrazar, en debilidad, a quienes se fueron por no compartir su camino.
No hubo votos en blanco pero la apatía y la deserción fueron los que más hicieron notar su descontento. Mientras que la “casta” festejaba o sufría por los votos que consiguieron, pocos se preocuparon en pensar por el 47% que ni se molestó por ir a elegirlos.
El gobierno, acostumbrado a sobresaltar dudosos logros económicos, tiene dos grandes elementos con los que puede construir más victorias. La Esperanza, que nunca se pierde, y el odio de un porcentaje altísimo de la sociedad al kirchnerismo, que Cristina Kirchner alimenta con su sola presencia. Con esos dos estandartes, parece que le alcanzará para hilvanar victorias en el futuro, fundamentalmente, para potenciar las elecciones de octubre. La única que verdaderamente quieren ganar son CABA y la Provincia de Buenos Aires.