Es la plata: el dato que inquieta de la "herencia Milei" y el desafío de Cornejo con el proyecto San Jorge
La simpatía del cornejismo con Milei tiene algunos matices incómodos: la caída en los recursos y la incertidumbre política. Los nuevos "radigansos". El desafío por el proyecto minero San Jorge.
El shock político que significó la llegada de Javier Milei al gobierno y el impacto de sus medidas hacen pensar a algunos dirigentes tradicionales que puede haber un cambio de época. No porque Argentina haya dado un “vuelco hacia el libertarismo”, sino por las causas que generaron ese cambio; más allá de la figura del propio presidente. Todos son análisis preliminares, porque la única certeza es la incertidumbre, valga la contradicción. La decisión Del oficialismo de Mendoza, liderados por Alfredo Cornejo, de ser amigos de Casa Rosada pero tratar de evitar algunos efectos colaterales es un camino de cornisa en el que, como se ha dicho, por primera vez en mucho tiempo el gobernador no tiene las piezas blancas del ajedrez para mover primero.
Fuera de la especulación política, que en 2025 alcanzará niveles elevadísimos, en la vida real todo es más tangible, práctico y alejado de romanticismos. Es el dinero. Ese “único Dios verdadero” que hace al éxito o fracaso de los gobiernos en Argentina inquieta. El año pasado la estabilidad macroeconómica, el orden y la idea de eliminar el déficit, la emisión y el gasto del Estado pasó a ser un dogma que en Mendoza festejan. Algunos radicales lo hacen de manera culposa o con vergüenza por los efectos colaterales de esa adhesión a Milei. Otros, se sienten empoderados. Comienza a volver un concepto de otras épocas: los “radigansos” mendocinos, esos radicales que se identifican con algunos ideales un poco más cerca de la calle Emilio Civit que del comité de calle Alem; los de las discusiones política de sábado al mediodía en la peatonal. Hay que redefinir el concepto para buscar el acrónimo entre radical y libertario sin que suene cacofónico.
Pero fuera del verano libertario, preocupan otros datos que dejó el primer año de Milei y que, esperan, se reviertan: la Provincia se “empobreció” por la caída de la actividad. El Estado, por ejemplo, recaudó cerca de un 10% menos en términos reales durante el 2024 y en su mayoría tiene que ver con eso: los mendocinos compraron y vendieron menos; produjeron menos de lo esperado, se generó menos empleo y actividad económica. Casi todos los impuestos cayeron y por eso Cornejo ejecutó un ajuste más duro.
Como si fuera una metáfora económica coloquial, el Paso Cristo Redentor sirve de termómetro, como ocurrió en otras épocas de dólar barato en Argentina. Los mendocinos cargan nafta, liberan su tarjeta de crédito y llevan listas de compras, además de la sombrilla y el protector solar. Todo lo que incluye esa minuta, es lo que se deja de comprar en la Provincia. Más preocupa aún que en un mundo hiper competitivo se enciendan luces rojas sobre el turismo, la industria sin chimenea que es un motor para Mendoza. La conveniencia en precios hacía obviar problemas de competitividad real de la Provincia y que se sufren a largo plazo. La emigración hormiga de esos recursos no son el problema, sino uno de los síntomas.
El desafío San Jorge
Entre los desafíos políticos que tendrá el Gobierno y Mendoza en particular está el debate y aprobación del proyecto minero San Jorge, que salió de la fase de especulación para concretarse como realidad. Desde que se relanzó la política minera, los especialistas advertían que era difícil de explicar fuera de la provincia que se impulsaba la búsqueda de cobre en un sector inexplorado de la cordillera, cuando había otra zona a poca distancia con probado potencial. También era una realidad que el Gobierno escondía discursivamente que siempre estuvo el foco puesto en Las Heras y su riqueza.
Alfredo Cornejo forma parte de la Mesa del Cobre, el grupo de gobernadores de provincias donde hay potencial para extraer ese metal crítico. San Jorge es el único proyecto real que está en las carpetas de todos los posibles inversores, igual que la zona de Paramillos. Así está registrado en los documentos de la Mesa y también de las Cámaras de Empresas que hacen contrapeso del otro lado.
La presentación de San Jorge para avanzar nuevamente con el proyecto de explotación traerá el debate minero al Gran Mendoza. El proyecto está en Uspallata, pero tiene una vinculación mucho más cercana con el área metropolitana y está mucho más cerca que Malargüe. Acarrea uno de los antecedentes de mayor tensión desde que se aprobó la ley 7722. Ese proyecto fue aprobado por el Poder Ejecutivo y rechazado por la Legislatura, pero con una distorsión política: fue por unanimidad, pero más por presión que por convencimiento. La Audiencia Pública realizada en Uspallata fue de las más negativas para un proyecto que se recuerden. La impericia política y falta de gestión del Gobierno y la propia empresa hicieron al fracaso.
San Jorge tenía en su idea original más de 100 condicionamientos que debía resolver. Incluso el principal organismo que puso reparos fue la Universidad Nacional de Cuyo. Pero hay un dato relevante: en esa época la UNCuyo radical era opositora al gobierno de Celso Jaque y al que vendría, de Francisco Pérez. Incluso varios actuales funcionarios del gobierno de Cornejo se habían embanderado con la ley 7722. El esquema institucional y de poder es distinto hoy.
El Gobierno encarará la aprobación de un proyecto minero metalífero en año electoral, algo que parecía desaconsejado tras el primer intento de San Jorge. Igual, el 2025 es casi seguro que no habrá elecciones provinciales por el desdoblamiento que podría confirmar Cornejo en mayo próximo. Pero igual serán épocas de mayor movilización.
San Jorge es considerado chico en comparación con los gigantes cupíferos de San Juan que tienen un gran potencial, pero muchísimas dificultades logísticas. El proyecto tiene otras ventajas como la cercanía con la infraestructura y la posibilidad de trabajar todo el año. Aún no se conocen los términos de la actualización de la Manifestación de Impacto Ambiental y el plan de producción. El proyecto original tenía cuestionamientos por el uso del agua del Arroyo El Tigre (que fue declarado público), por la disponibilidad de energía, por las sustancias residuales que podían surgir del proceso de flotación, por el impacto social y económico y, también, muchos prejuicios por falta de experiencia.
El proceso de aprobación es largo, pues se trata de explotar una mina y no solo explorar. Incluso se detonan mecanismos de análisis interdisciplinarios más profundos.

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