Panorama político

La debacle del hombre que le quería caer bien a todo el mundo (y de varios más)

Por sus antecedentes, a Alberto Fernández solo le faltaba enfrentarse consigo mismo. Y lo logró. Peronismo en estado de shock y una vez más sin explicaciones.

Gabriel Ziblat
Gabriel Ziblat domingo, 11 de agosto de 2024 · 07:00 hs
La debacle del hombre que le quería caer bien a todo el mundo (y de varios más)
Alberto Fernández define su estrategia en una causa donde ya arrancó complicado. Foto: NA

El objetivo de Alberto Fernández era caerle bien a todo el mundo. Pero fracasó. Su gobierno tuvo la característica de ser comandado por una persona que intentaba conformar a unos y otros, a todos les decía lo que querían escuchar. Visto de manera retrospectiva, no había manera de que eso saliera bien. La gestión fue un fiasco y Alberto terminó cayéndole mal a todo el mundo.

Las revelaciones de esta semana, con acusaciones de violencia hacia su mujer, Fabiola Yañez, terminan coronando la debacle de un hombre caído en desgracia hace tiempo. Con consecuencias ya no solo sobre su figura, sino también sobre su espacio político por el impacto que genera la contradicción e hipocresía en el combate contra el machismo y la violencia de género. No es el primer caso (léase Fernando Espinoza o José Alperovich) pero por lejos el más rimbombante.

La pregunta que cabe hacerse es cuándo empezó la debacle de Alberto Fernández. Ese hombre que tuvo idas y vueltas a lo largo de su carrera que lo terminaron de mostrar como un hombre poco confiable.

Alberto era el amigo de Clarín dentro de un gobierno que creó el “TN miente” y cuyo presidente, Néstor Kirchner, hizo célebre la frase “que te pasa Clarín estás nervioso”.

Su carrera política empezó mucho antes. De joven fue líder de la Juventud Nacionalista Constitucional en la Facultad de Derecho de la UBA, partido que fundó Alberto Assef alli por los 80, de tinte conservador. Ya recibido de abogado, entró al área de Legales del Ministerio de Economía de Raul Alfonsín, pero el salto lo dio con el menemismo, cuando fue designado superintendente de Seguros de la Nación (donde aprendió todo lo vinculado a los seguros que hoy lo dejan en la mira por corrupción).

Terminado el menemismo, se acercó a Domingo Cavallo y fue electo legislador porteño con una postura anti Menem. Ya por esa época se había acercado a Néstor Kirchner, de quien sería su jefe de Gabinete durante toda la gestión. Allí, desplegarían todas sus críticas a las políticas económicas que impulsó Cavallo en los 90.

Después de dejar el gobierno, ya con Cristina Kirchner presidenta, estuvo varios años en el llano, con un discurso crítico a ella y lo que representaba el cristinismo. Eso lo llevó a ser jefe de campaña de Sergio Massa en 2015, con un discurso anti kirchnerista. Posición política que mantuvo en 2017 cuando fue jefe de campaña de Florencio Randazzo, aunque ahora enfrentado a Massa. Apenas dos años después todo eso fue parte de la historia y terminó unido con Cristina y Massa, elegido por ella para ser el futuro presidente de los argentinos.

Fabiola Yáñez ya habló y contó cómo era la convivencia con Alberto.

Siempre enfrentándose a su antiguo jefe o líder político, una vez que llegó a presidente lo único que le quedaba era enfrentarse consigo mismo. Y lo logró, dejando una imagen, como la misma Cristina Kirchner describió, de una condición humana “sórdida y oscura”.

¿Cuándo empezó la debacle?

No es tan claro encontrar el momento donde comenzó el derrumbe de Alberto Fernández. ¿Cuándo se volvió a aliar con Cristina Kirchner después de haberla defenestrado públicamente? Difícil pensarlo, porque esa alianza fue la que lo llevó al lugar que nadie esperaba: el de Presidente de la Nación. Sin embargo, hay un germen allí que condicionó su futuro. Fiel a su estilo, era imposible conformar al mismo tiempo a Cristina y a otros sectores con agendas disímiles.

¿La debacle fue cuando armó un gabinete loteado? La fragilidad de origen de su gobierno obligó a repartir poder de manera tal que la gestión estuvo siempre limitada por pesos y contrapesos internos. ¿O cuando dio marcha atrás con Vicentin? Para algunos fue un punto de quiebre con el kirchnerismo, que entendió que tenían un presidente que no iba a ir a fondo con las ideas K. 

¿La llegada de la pandemia? ¿La sequía o la guerra de Rusia y Ucrania? Todas excusas que sirven para explicar limitaciones que hubo en la gestión pero que no aplican como justificativo. Más aún, se puede decir que tuvo más peso en la debacle el no haber respaldado a Martín Guzmán, que terminó trabado en parte por un subsecretario que respondía a Cristina (Fernando Basualdo). Al final, asumió Sergio Massa y tuvo una política más feroz que la de Guzmán con aval cristinista.

Sergio Massa canceló el encuentro del Frente Renovador que iba a servir como vuelta al ruedo. Foto: Juan Mateo Aberastain/Mdf

¿El principio del fin fue la foto de la Fiesta de Olivos? Es el razonamiento más repetido. En agosto de 2021 cuando aparecen las fotos del festejo realizado un año antes, en plena cuarentena, quedó marcado a fuego el destino de Alberto presidente. Pero antes de ese principio ya hubo cuestiones morales controvertidas, como el Vacunatorio VIP, que se desató en febrero de ese año. Más acá en el tiempo, la corrupción siguió siendo noticia, ahora con el escándalo de los brokers de seguros.

Con estos antecedentes, tanto de su CV político como de su experiencia al frente de la Casa Rosada, nadie puede hacerse el sorprendido de cómo fue su derrotero. Un hombre preparado para ser operador político, pero nunca para sentarse en el sillón presidencial. Las revelaciones de la supuesta (porque lo tendrá que confirmar la justicia) violencia contra su pareja solo terminaron de sepultar la supervivencia política de un hombre al que ya no quiere nadie.

Debacle de muchos

Por estas horas, son muchos los que buscan echarle la culpa a Alberto por la crisis profunda que vive el peronismo. No es más que un chivo expiatorio para un problema del cual todavía ni siquiera tienen el diagnóstico claro. Unos creen que todo es culpa de los que pasó en los últimos 4 años, pero pocos aceptan que las políticas kirchneristas en materia económica conducían indefectiblemente a un fracaso apenas se acabara la plata.

“La crisis del peronismo es superior a lo que hizo Alberto”, analiza un dirigente al enfocarse en los pases de factura interno por ver quien se alejó más o menos del expresidente. “Ese es el drama estructural, razón por la cual nadie encuentra la hoja de ruta a seguir”, añade.

En los problemas de liderazgo que tiene el peronismo, el caso Alberto termina poniendo en zona de cuestionamiento a Cristina. La tribu que la sigue bancando, ¿llegará al punto de aceptar ciegamente cualquier otra candidatura? Los últimos tres candidatos presidenciales que les hizo votar fueron Daniel Scioli, Alberto Fernández y Sergio Massa. Una tragedia para el progresismo, que no logra tener un candidato propio competitivo.

Cristina Kirchner rompió el silencio al volver de su viaje a México. Foto: Instagram

Para Massa también significa una debacle. La crisis del peronismo y el progresismo está en su punto más alto. Si la irrupción de Javier Milei los había obligado a replantearse las estrategias (¿vale más la acumulación de dirigentes o la defensa firme de los ideales?) la vergüenza albertista terminó por convencerlos de no comerse más sapos. La primera reacción de Massa fue cancelar el evento del Frente Renovador donde iba a reaparecer este fin de semana.

La mancha venenosa se expande y no frena. Afecta a gobernadores, intendentes, sindicalistas, piqueteros, toda una dirigencia del peronismo, más tradicional o más progre, que no tiene palabras para explicar cómo terminaron apoyando a un hombre como Alberto Fernández para que sea presidente. Algunos pocos, como Ofelia Fernández, piden perdón. Otros, se alejan y buscan excusas para dar vuelta la página sin tanta autocrítica. Y no falta una Cristina Kirchner que no tiene mejor idea que ante un caso que no es protagonista principal decide ponerse en el lugar de víctima también.

El problema hoy para el peronismo es cómo recuperar el lugar de la verdad. En su última etapa se quebraron casi todas las promesas del contrato electoral y el votante lo condenó. Y tan fuerte fue el rechazo que terminaron eligiendo a un Presidente que se agarró a esa bandera de hablar siempre con “la verdad”.

El escándalo Alberto, como si fuera poco, le sirve en bandeja a Milei más municiones para esa batalla. Le permite hablar de la “hipocresía progresista” y dejar en evidencia todas las contradicciones entre dichos y hechos que tuvo el peronismo, pero al mismo tiempo le permite no dar ni una precisión sobre cuál es su política pública para mitigar el flagelo de la violencia de género.

Son las consecuencias políticas de la debacle del hombre que le quería caer bien a todo el mundo y terminó odiado por todos. Un Alberto (sin) Ángel Fernández, que desbloqueó un nuevo nivel de vergüenza, y dejó a un país en estado de asombro y al peronismo patas para arriba.

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