Cornejo y un apoyo fuerte a Milei, que es tan inevitable como riesgoso
Con un ojo en las encuestas y con el otro en los recursos del Estado provincial, el gobernador cementó su relación con el presidente. Pero el éxito, depende de que se revierta la caída de la economía.
A esta altura del tiempo, la brevísima altura del tiempo que lleva el gobierno de Javier Milei, Alfredo Cornejo parece haber anudado su alianza ideológica con el presidente de manera definitiva.
Así, el gobernador mendocino está escribiendo un renglón más en la larga y sinuosa lista que viene redactando en sus más de treinta años de carrera y si de acomodamientos nacionales se trata: fue admirador de Raúl Alfonsín en los 80 y antimenemista en los 90. Cuando su figura comenzó a tomar cierto vuelo a principios de los años 2000, hasta llegar a esta realidad de hoy que lo coloca como una de las figuras políticas de mayor relevancia en la última década al menos en Mendoza, se sumó al kirchnerismo como mano derecha de Julio Cobos para convertirse, veinte años después, en uno de sus más rabiosos detractores. En el camino, idas y vueltas en su relación con la UCR, más Mauricio Macri y la alianza con el PRO. Hasta llegar al día de hoy.
¿Cómo se explica todo ese apoyo a Milei? A simple vista, el asunto podría surgir como una gran contradicción. Cornejo está lejos de esa idea estructural del mileísmo de que el Estado es una organización criminal y si, para algo volvió a presentarse el año pasado, fue para tratar de dotar a la cosa pública mendocina de mayor dinamismo e inteligencia para intentar corregir lo mal que funciona en la actualidad. Milei podría prescindir encantado del Congreso para gobernar, pero Cornejo entiende que, allí, es dónde tienen que encontrarse los consensos necesarios para poder avanzar con los cambios. El equilibrio fiscal es una obsesión para ambos, es cierto, aunque el mendocino cuestiona la velocidad y sobre todo los métodos a los que viene apelando el ministro de Economía, Luis Caputo, para conseguirlo en estos primeros meses de 2024.
Como la mayoría de los gobernadores, Cornejo coincide con un diagnóstico descarnado. Él y muchos de sus pares observan que en la Casa Rosada está instalado un grupo de gente que oscila entre el fundamentalismo y la improvisación a la hora de gobernar.
¿Entonces? Quizás no haya que bucear demasiado para entender tanto trabajo puesto a disposición para intentar darle gobernabilidad al presidente. Cornejo se está moviendo con un ojo pegado a las encuestas y con el otro mirando los números del Estado. Como siempre, político en definitiva, el mensaje de la opinión pública es el motor de los movimientos del gobernador. Tanto a nivel nacional como en Mendoza, Milei mantiene todavía un nivel más que aceptable de aprobación e incluso con la opinión generalizada de que más allá de la crisis y de muchas decisiones duras en lo económico que se han tomado, la gente le está dando más tiempo del que todos esperaban. El reclamo fuerte de un cambio está ahí, a pesar de que ya pasaron casi cinco meses de las elecciones y de que, desde diciembre a esta parte, haya pasado de todo.
Cornejo está gobernando otra vez la provincia. Y su reacción ante la crisis está más que ligada a esto. O como lo graficó un dirigente del radicalismo: “Se está moviendo como gobernante, más que como político”. Que Milei saque adelante a la economía implica que Mendoza en ese escenario mejore su posición relativa, entre otros motivos, porque con un país con crecimiento y además con un tipo de cambio competitivo esta provincia vuela.
Pero, siguiendo la teoría del "gobernante", lo que subyace en el fondo es el miedo. Entre enero y febrero de este año, la caída de los recursos del Estado provincial fue de $55.000 millones en total si se comparan los ingresos de los dos primeros meses de 2023 y se los ajusta por inflación. De ese monto, unos $35.000 millones aproximadamente de recorte se explican por el cierre nacional de la canilla de las transferencias a las provincias. Si la economía no repunta y no se recuperan recursos nacionales, para Cornejo no habrá gobierno propio que valga.
Ante esto la jugada aparece como inevitable. Pero muy riesgosa a su vez. En estos días Cornejo quemó sus naves y abandonó cierto equilibrio que venía haciendo hasta ahora. La forma en que salió por las redes sociales a cuestionar a quienes votaron en el Senado por la derogación del DNU 70/2023 el pasado jueves es prueba de ello. Ya no existen matices en el respaldo, se nota. Y podría encontrarse en la argumentación del voto a favor de la norma presidencial que hizo Mariana Juri el sustento de esto.
“Más allá de lo rápido en lo que necesitábamos las medidas, no estoy del todo de acuerdo en que siempre sean con este mecanismo de los Decretos de Necesidad y Urgencia. Por eso le habíamos dicho al kirchnerismo anterior que lo hiciéramos de otra manera. Quiero colaborar lo más posible en el diálogo que se ha generado en los últimos días entre los gobernadores y el Gobierno nacional, para ver si de una vez y para siempre encontramos un camino común para llevarle alivio a los argentinos. También diría, porque si bien hay algunas medidas con las que no estoy de acuerdo que están incluidas en el DNU, también hay muchas con las que estoy absolutamente de acuerdo. Argentina necesita desregular su economía, facilitarle a los emprendedores que puedan trabajar, muchas de las cosas que allí están incluidas y que, sin duda, necesitaba la economía argentina un shock muy fuerte porque el kirchnerismo nos dejó hace sólo cien días al borde del abismo", habló Juri, pero con letra que suena a Cornejo. Lo mismo, cuando habló el actual senador Rodolfo Suarez.
Pero el castillo que se está levantando tiene cimientos muy frágiles. Y ahí está el riesgo. Volviendo a las encuestas. Una realizada por Martha Reale durante las últimas semanas de febrero, indicó que, si bien el 64% apoya a Javier Milei, el 67% de los consultados en Mendoza le dicen al gobernador que debería plantarse frente a los recortes de fondos a la provincia y solo el 29% le permiten un apoyo incondicional. Y la clave: Milei quizás pueda llegar a bajar la inflación en los próximos meses, pero si no logra remontar en términos de crecimiento económico, se acumulan todos los interrogantes alrededor de hasta dónde la sociedad podrá respaldar y soportar el ajuste.
Cornejo pone al invierno que se avecina como el momento crítico. Aunque la estructura local económica y social ya comenzó a crujir. La recaudación de impuestos provinciales se desplomó en el primer bimestre casi un 14% y ,como era de esperar, la clase media está sintiendo en marzo los impactos fuertes de las subas en los servicios públicos y en los vencimientos de impuestos patrimoniales. Este mes no terminará, sin que sea aprobado un nuevo aumento del precio del boleto que será importante y que podría rondar el 100%.
La Federación Económica de Mendoza lanzó la alerta a través de un comunicado difundido hace días nada más en donde encendieron todas las alertas. "La continuidad de este contexto impactará negativamente en los niveles actuales de empleo, poniendo en riesgo no solo la subsistencia de los negocios, sino también la estabilidad financiera de muchas familias mendocinas", advirtieron, y pusieron una luz roja sobre la situación del comercio hacia el interior de la provincia y una posible ola de despidos.
A raíz de estos y de otros efectos de la crisis es que el gobernador machaca y machaca. Cementa su relación con la Casa Rosada, apoya y apoya, incluso, hasta tolerando los desplantes de Milei. Pero es consciente asimismo de que, si el plan fracasa, lo estarán esperando a la vuelta de la esquina.
Algún costo ya pagó en la interna del radicalismo a nivel nacional, cuando trabajó y mucho para que el proyecto original de la Ley Bases saliera de Diputados. Hoy ese escenario asoma como algo más complicado después del voto de Martín Lousteau en contra del DNU que le valió un ataque furibundo de los trolls libertarios en las redes sociales. Pero que, por el otro lado, le habría servido para cosechar algunas adhesiones hacia adentro de su partido que podrían terminar agudizando aún más la división de los radicales en el Congreso.
El frente político interno no asoma complicado para el gobernador por la dispersión de la oposición en Mendoza. Pero algunos dirigentes propios ya empezaron a sacar los pies del plato. Julio Cobos juega al misterio cuando le preguntan si votará a favor o en contra del DNU en caso de que le toque. Claudia Najul, ex ministra de Cornejo, ex legisladora nacional y actual senadora provincial oficialista, salió a respaldar públicamente su rechazo al DNU y a valorar la decisión de Lousteau. Sobre ella caerá ahora sin dudas la expulsión de por vida del olimpo corjenista por tamaña osadía. Pero quizás en ellos no haya que poner el foco, sino en el intendente de Capital, Ulpiano Suarez, quien viene construyendo, tímidamente y a su estilo, una línea de diferenciación de la estrategia de Cornejo para ver si en 2027 puede convertirse en el candidato a gobernador de los radicales por afuera del aparato.
Es impredecible saber hoy en qué derivará esta etapa de la realidad política argentina. Y lo que abundan son más preguntas que certezas. Pero algo se puede vislumbrar en el futuro cercano. La Casa Rosada y el grueso de los gobernadores están trabajando para que la Ley Bases esta vez sí logre ser aprobada y, más allá de que el poroteo de los votos en Diputados para rechazar el DNU puede ser el entretenimiento político del momento, no está en el horizonte cercano que este debate se vaya a producir. Martín Menem, el presidente de la Cámara, no está obligado por reglamento a convocar a una sesión por este tema como sí lo estuvo Victoria Villarruel en la Cámara Alta. Por ello, el gobierno apunta a mantener la vigencia de su mega decreto y, eventualmente, esperar por su validez final cuando defina la Corte Suprema de Justicia.
Cornejo está centrado de esta forma en negociar los términos del nuevo proyecto de Ley Bases cuyo borrador ya comenzó a circular en el Congreso. El objetivo es llegar al Pacto de Mayo que propuso el presidente, pero lograr salir de la extorsión que ese mismo plan trae aparejada.
Por lo que ya se vio de la ley que se pretende discutir, ésta adolece de algunos de los mismos problemas que tuvo en su origen. El primero es saber cuál es realmente el caudal de votos que efectivamente pueden terminar aportando los gobernadores para que la Ley Bases resulte aprobada en el Congreso. Los propios líderes de provincia no pueden terminar de estructurar un frente común en sus reclamos y eso se sigue notando. De hecho Cornejo sumó un planteo particular de última hora en la negociación, pidiéndole a Milei algo que resulta imposible en el contexto actual. Le demandó al presidente que abandone su idea de no poner plata en obra pública, para que termine en Mendoza las obras sobre la Variante Palmira en la ruta 7 y los puentes eternos de la ruta 40.
Cuántas y en qué materia serán finalmente las facultades delegadas que el Congreso le dará al presidente para gobernar, cómo se aplicará una nueva fórmula de movilidad jubilatoria y, básicamente, cómo se compensará a a las provincias a través de un nuevo pacto fiscal y después de que en enero y febrero a los gobernadores les hicieran sentir el rigor de la motosierra, son otros de los mismos viejos problemas de esta iniciativa.
En este último punto Mendoza ya tiene un panorama claro. En relación a la moratoria que se pretende implementar, la Nación está obligada a coparticipar recursos a las provincias. En cuanto al blanqueo, hay una discusión acerca de si las provincias pierden o no por esa liberación de impuestos y particularmente en el caso de Bienes Personales.
Pero toda la atención se la lleva la restitución de Ganancias. Y nuevamente aquí lo que ya es una forma de proceder en el gobierno de Milei. Guillermo Francos, el ministro del Interior, venía negociando con los gobernadores llevar a $ 1,8 millones el piso salarial para el pago de Ganancias, pero en el borrador que distribuyó lo terminó ubicando en $1,2 millones, cifra que hace que el proyecto resulte inviable, entre otros, para los gobernadores patagónicos. ¿Cinismo o impericia? Una mirada benévola, podría indicar que es un monto colocado de esta manera para poder terminar negociando mejor.
Como sea, puede resultar extraño, pero para Mendoza el umbral de Ganancias no es un asunto vital en esta discusión. Y la realidad se impone para el análisis: la provincia, en promedio, tiene salarios bajos y Cornejo no se enfrenta aquí al problema que sí tienen otros mandatarios (Córdoba, Santa Fe y, como se dijo, los del Sur) que pagarán el costo político de tener que votar esa suba de impuestos que afectará a los bolsillos de muchísima gente en sus provincias. En síntesis, con Ganancias, Mendoza no se volverá loca en la discusión para llevar tanto ese umbral hacia arriba.
Pero todas estas herramientas que pide Milei y que Cornejo está dispuesto a otorgarle y además a trabajar políticamente para ello, de nada servirán si la economía no mejora. Más ejemplo de eso fue la aparición del gobernador este viernes, en un acto de entrega de viviendas (o más bien soluciones habitacionales) en San Carlos. Fueron apenas unas 30, pero prometió más de 10.000 en cuatro años si la macroeconomía del país mejora. Ahora, si esto no pasa, difícilmente pueda llegar a entregar una sola casa nueva más en el resto de este mismo año.