"Abrir el Senado", la justificación de Victoria Villarruel para contener a Javier Milei
En la noche del miércoles hubo contactos entre el Senado y la Rosada para bajar la tensión. El malestar existió y la vicepresidenta apeló a un mensaje institucional.
La relación entre Javier Milei y Victoria Villarruel es una montaña rusa de tensiones, rumores, abrazos y silencios. Y en las últimas horas se viene viviendo un poco de todo. Por más que la Casa Rosada ahora busque bajar la espuma y asegurar que sus críticas no estaban dirigidas a la vicepresidenta sino a "la casta", el malestar existió y obligó a contactos en la noche de ayer para reencauzar el vínculo.
"No hay ningún tipo de interna ni de pelea", dijo el vocero presidencial, Manuel Adorni, en la habitual conferencia de prensa. Y acusó a todo el periodismo y gran parte de la política de hacer una mala lectura del comunicado que anoche sacó la oficina del presidente en la que acusaba a "algunos sectores de la clase política que pretenden avanzar con una agenda propia e inconsulta". Lo de "agenda propia" podía ser una crítica a la oposición que venía pidiendo el tratamiento del mega DNU en el recinto; lo de "inconsulta", no. La oposición no tiene porque consultar al Ejecutivo sus planteos.
En las horas previas al comunicado, fuentes de la Casa Rosada confirmaban las versiones de que había malestar con la decisión de Villarruel de incorporar el DNU 70/23 en la sesión especia del Senado convocada para hoy. Aunque dejaban una puerta abierta: "Ojo, si le sale bien quedará todo ok". Durante la tarde, en las redes sociales empezó un ruido que llamó la atención de cuentas que criticaban a la vicepresidenta por esa decisión, sin embargo, durante la noche el universo de cuentas que bancan a Milei en X (ex Twitter) unificaron un mensaje anti casta, dirigido sobre todo al kirchnerismo.
Por la noche, en una especie de operativo contención, desde la Presidencia del Senado hubo contactos con la Casa Rosada para apaciguar la situación. El mensaje principal, en clave institucional, fue que el la Cámara alta no podía seguir cerrada. "Los senadores aliados no se bancaban más tener el Senado cerrado", transmitieron, y agregaron un concepto bien libertario: "La gente está pagando para que el Senado funcione, y no que esté trabado". "Desde campaña venimos diciendo que la institucionalidad es lo principal, así que no podemos evitar que esa institucionalidad sea cuestionada", le explicaron a MDZ desde el entorno de Villarruel.
En las últimas semanas, hubo idas y vueltas entre el Senado y la Rosada sobre cómo seguir. Villarruel aguantó una primera embestida del kirchnerismo, que pedía sesión especial. Después, sectores aliados, sobre todo vinculado a gobernadores, también pidieron tratar el DNU en el recinto. Ya eran 42, un número considerable para ejercer presión.
El reglamento establece que con la firma de al menos 5 senadores ya se puede pedir sesión especial y que la Presidencia "dispondrá la respectiva citación para el día y hora que mejor estime, si no la ha señalado el Cuerpo". Y ahí estuvo el punto de discordia con el Poder Ejecutivo. En Diputados, el reglamento obliga a fijar la fecha que pidieron los convocantes. En el Senado hay un vacío. Pero para evitar su tratamiento, el recinto debía seguir cerrado. "No había más margen", explican.
Ahora, con la sesión ya arrancada, la mirada está puesta en ver qué pasa con los senadores que responden a gobernadores dialoguistas. Sobre todo porque el pedido de sesión había sido cuando la relación estaba pasando su peor momento. Ahora, con el diálogo reencauzado, cerca de Milei creían que había margen para ganar un poco más de tiempo. En esa línea lo planteó Guillermo Francos esta mañana, quien consideró que "tal vez haya sido un error ceder a la presión". El resultado del tratamiento del DNU marcará la impronta de cómo sigue la relación.